J. A. R. Barcelona | viernes, 01 de septiembre de 2017 h |

La representación española ha dejado importantes trabajos en el congreso. Uno de ellos ha explorado la relación entre los trastornos emocionales y el estrés con los infartos de miocardio sin lesiones obstructivas (Minoca). Este tipo de infarto (que suponen el 5-13 por ciento del total) son diferentes de los infartos de miocardio más habituales, que se producen por la obstrucción de las arterias del corazón causada por un coágulo, lo que impide el paso del flujo sanguíneo.

El estudio presentado es analítico y observacional y evaluó datos de 63 pacientes consecutivos con Minoca ingresados en Hospital Universitario de Getafe durante 2 años en comparación con un grupo de pacientes consecutivos diagnosticados de infarto de miocardio relacionado con arterias coronarias con lesiones obstructivas. Para el trabajo se registró información social relacionada con el estrés (estado civil, trabajo precario, trabajo de noche), uso de drogas, ejercicio físico y presencia de enfermedades psiquiátricas o estrés mantenido. Los datos muestran, como indicó Joaquín Alonso Martín del Hospital Universitario de Getafe y uno de los autores de esta investigación, “que el 29 por ciento de los pacientes con infarto de miocardio sin lesiones coronarias obstructivas significativas tenían historia de enfermedad psiquiátrica y casi el 80 por ciento reconocían una situación de estrés emocional previa al infarto. Por el contrario, en los pacientes con infarto agudo de miocardio y lesiones obstructivas (el infarto habitual) sólo tenían historia psiquiátrica en el 11 por ciento de los casos y de estrés en el 30 por ciento”. Otro resultado importante es que los factores sociales estudiados no tuvieron relevancia como causa del infarto.

Otro estudio español, que utilizó datos del registro Fantasiia promocionado por la Sociedad Española de Cardiología y que incluyó a 1.937 pacientes, ha concluido que los pacientes con fibrilación auricular (FA) que reciben tratamiento con anticoagulantes tienen un riesgo cardiovascular alto que requiere un mejor control por parte de los diferentes profesionales sanitarios. La tasa de ictus fue del 0,77 por ciento de estos pacientes, mientras que el infarto de miocardio fue el 1,1 por ciento y la mortalidad cardiovascular de 1,81 por ciento.