La esclerosis múltiple pediátrica es aquella que se inicia antes de los 18 años y entre un tres y 10 por ciento de los pacientes con esclerosis múltiple (EM) experimentan los primeros síntomas en la infancia, con especial frecuencia entre los 10 y los 17 años.
La historia clínica de la enfermedad hacía pensar que esta patología tenía un pronóstico favorable. Sin embargo, los estudios actuales demostraron que era tan grave como la EM en adultos.
Mar Tintoré, jefa asistencial del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat), afirmó, en un experts meeting celebrado por Novartis en la LXX Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que la dificultad para diagnosticar esta enfermedad en los niños provoca que lleguen a los centros especializados “con una latencia que no es la deseada”. Asimismo, la neuróloga explicó que las consecuencias de la enfermedad no son tan aparentes al principio, lo que puede llevar a un retraso del tratamiento.
“Los brotes son más agresivos pero los niños reparan muy bien. Sin embargo, esta capacidad se agota y acaba apareciendo la discapacidad. Por eso es tan importante empezar pronto con el tratamiento para que los jóvenes no acumulen discapacidad”, resaltó Tintoré quien insistió, en que la enfermedad hay que tratarla desde el primer momento “no hay que dejar al niño sin tratamiento porque se recupere bien. Llegará un punto en que no se recupere y ya no podemos revertirlo. Lo perdido, perdido está”, añadió.
La dificultad en el diagnóstico se debe a la baja prevalencia de esta enfermedad. “Hay otras enfermedades en edad pediátrica que se parecen mucho pero hay que estar atentos a la sintomatología. Hay que formar a los neuropediatras a que reconozcan esos síntomas”, destacó Mar Mendibe, responsable del Grupo de Neuroinmunología y Esclerosis Múltiple en el Hospital de Cruces de Baracaldo (Vizcaya).
Primer ensayo clínico
Otro problema al que se enfrentan los neuropediatras es el de encontrar tratamientos. Tal y como explicó Ignacio Málaga, presidente de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica, “cuando sale una molécula nueva es muy difícil probar esas moléculas en los ensayos clínicos con niños”, argumentó. De hecho, Novartis publicó hace pocos meses el primer ensayo clínico específicamente diseñado para niños y adolescentes (10-17 años) con EM recurrente remitente (EMRR). ‘Paradigms’ cumplió el objetivo primario de reducir significativamente la tasa de brotes con fingolimod (Gilenya) en comparación con las inyecciones intramusculares de interferón beta-1a. Redujo las tasas de brotes en un 82 por ciento, y retrasó el tiempo transcurrido hasta el primer brote.
Diagnóstico
La baja prevalencia y enfermedades similares dificultan la identificación de la sintomatologia
Paradigms
Primer ensayo clínico específicamente diseñado para niños y adolescentes (10-17 años) con EMRR