Más de 2.000 expertos de todo el mundo se dan cita desde hoy en Madrid en el III Congreso Mundial de Patología Dual, un problema que afecta a quienes padecen un trastorno mental y una adicción de forma simultánea.
Durante la presentación del encuentro, que trasladará al terreno de la psiquiatría el concepto de medicina de precisión, el vicepresidente de la World Association on Dual Disorders y presidente de la Fundación Patología dual de la Sociedad Española de Patología Dual, Néstor Szerman, ha recordado que en nuestro país la incidencia es similar a la de otros países. Según los últimos estudios, remarca, el 70 por ciento de los pacientes con problemas de salud mental tiene otra adicción, sin contar con el tabaco, que también ha de ser contemplado como tal, según ha observado.
En la rueda de prensa del Congreso, los expertos han puesto el foco en el consumo de cannabis. En un momento, explica Szerman, en el que existe una tendencia internacional a trivializar el uso de esta droga, con la legalización de su uso recreativo.
Desde la perspectiva de los especialistas en este campo, la evidencia científica contradice el mensaje que atribuye al cannabis solo propiedades terapéuticas beneficiosas y que niega los riesgos para la salud pública.
Rafael Maldonado, director del Laboratorio de Neurofarmacología de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, alerta de los posibles riesgos del consumo de esta sustancia entre los adolescentes. No en vano, el inicio del consumo de cannabis se sitúa alrededor de los 14 años.
“Es bien conocido, aunque no se le de suficiente importancia, que el consumo de cannabis en la población general produce alteraciones cognitivas que no afectan igual a quienes comienzan a consumir a los 14 que a quienes lo hacen por encima de los 25”, expone.
“Cuando se empieza a consumir a edades muy precoces, las consecuencias a largo plazo van a ser muy negativas, pudiendo afectar a aspectos cognitivos como el coeficiente intelectual”, añade.
Asimismo, los expertos subrayan que la adicción a esta sustancia es una de las más difíciles de tratar en jóvenes y adolescentes, puesto que no hay tratamientos tan eficaces como para el abuso de otras sustancias, como alcohol, tabaco e incluso heroína.