La obesidad es una enfermedad que está convirtiéndose en un importante problema de salud pública. Al tratarse de una patología crónica y recidivante, su tratamiento es muy complejo. En este sentido, los niños y adolescentes son uno de los colectivos que mayor incremento de esta patología están experimentando.

Julio Álvarez Pitti, coordinador del Grupo de Obesidad Infantil de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), investigador en el área de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición del CIBER (CIBEROBN) y jefe de Servicio de Pediatría del Hospital General de Valencia destaca a Gaceta Médica que “la prevalencia de sobrepeso y de obesidad en niños entre ocho y 16 años se encuentra en valores no aceptables”. En este sentido, los últimos datos de obesidad en niños y adolescentes del estudio PASOS de 2022, promovido por la Fundación Gasol, muestra que en España un 21,6 por ciento de la población infantojuvenil presenta sobrepeso y un 11,8 por ciento obesidad, incluyendo la obesidad severa en un 1,5 por ciento del total. La prevalencia de exceso de peso en este grupo poblacional suma un 33,4 por ciento.

“En cuanto a las causas de la obesidad infantil, hay que tener en cuenta que una parte viene explicada por la genética. Hay personas que genéticamente tienen más predisposición a desarrollar esta enfermedad”, explica Álvarez Pitti. “Incluso cambios epigenéticos que se están heredando de generación a generación por lo que cuantas más personas hay con obesidad, mayor es el riesgo de que la descendencia desarrolle obesidad”, añade el especialista.

«Hay personas que genéticamente tienen más predisposición a desarrollar esta enfermedad”

Por otro lado, los datos del estudio ALADINO muestran que entre los seis y los nueve años la prevalencia de obesidad es mayor en varones. Esto mismo se observa en el estudio PASOS 2022, con una muestra de niños entre ocho y 16 años. Además, no sólo ocurre entre los niños con obesidad, sino que también la prevalencia de obesidad severa, es mayor en los varones.

Factores modificables

Más allá de la genética existen factores modificables como los hábitos de alimentación, la actividad física, las pantallas-sedentarismo, el sueño y el control del estrés-salud mental.

La alimentación es fundamental en la salud y, cada vez hay más evidencias de que los alimentos ultraprocesados son perjudiciales. “Hay amplia evidencia de que, debido a su desfavorable composición nutricional, rica en azúcares, y grasas no saludables, a parte del excesivo aporte calórico, favorecen alteraciones del metabolismo de las grasas y de los azúcares”, señala Pitti, que también indica que “recientemente se ha publicado una revisión en la que se resalta la capacidad de estos alimentos de generar un estado de inflamación de bajo grado en el organismo de las personas que lo consumen de forma repetida”. Asimismo, diversas publicaciones han mostrado la importancia de que las verduras deberían pasar de ser el acompañamiento de otros alimentos y pasar a ser el plato principal, junto con algo de proteína y/o hidratos de carbono.

Otro de los factores modificables fundamentales es el de la actividad física (AF), pero esta tiene que seguir unas pautas concretas. Según explica el especialista, “la cantidad de AF necesaria para mantener la salud en niños y adolescentes de acuerdo con la OMS, es de 60 min diarios. Pero, por otro lado, es casi tan importante la intensidad a la que se realiza. Una intensidad que ha de ser, como mínimo, de moderada a intensa para que tenga beneficios para la salud. Por último, la importancia de los ejercicios de tonificación al menos tres días en semana, a través de ejercicios de resistencia que impliquen a grandes grupos musculares”. 

El tercer ámbito de intervención que ha supuesto una revolución es el del uso de los dispositivos digitales. En este sentido, Álvarez Pitti señala que “su uso adecuado tiene importantes beneficios, ya que permite una mejor comunicación, acceso a información ilimitada de calidad, aprendizaje, etc. Pero su uso inadecuado se ha visto relacionado con sedentarismo, incremento de la ingesta de alimentos no saludables, mayor riesgo de obesidad, aislamiento, depresión y conductas adictivas. Por ello lo importante es tener herramientas que nos permitan formarnos en un uso adecuado”.

Investigación en obesidad

Desde el punto de vista de la investigación, hay varios grupos españoles punteros a nivel internacional investigando en la prevención y tratamiento de la obesidad infantil. Recientemente se ha concedido un proyecto europeo llamado “eprObes”, en el que participan varios grupos españoles a través del CIBEROBN, entre ellos el grupo investigador “iPEDITEC” liderado por Empar Lurbe y del que Álvarez Pitti forma parte.

En España, existen iniciativas como el Plan Bien (“Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (2022-2030)”, en el que los pediatras a través de la Asociación Española de Pediatría, han participado. Sin embargo, aunque se presentó hace más de año y medio, actualmente muchas de las medidas recogidas no se han puesto en marcha.

A medio y largo plazo el reto es, según el especialista, “conseguir, gracias a la difusión en la población de la evidencia en cuanto a hábitos saludables, que poco a poco cale en la sociedad y se produzcan cambios. Pero para ello, es necesario una acción conjunta de sociedades científicas, instituciones y del sistema educativo”.

Abordaje de la obesidad en España

Al tratarse de una enfermedad crónica con una respuesta a los tratamientos escasa, la prevención en pediatría pasa a ser clave. Además, esto es muy importante dado que la base de la obesidad del adulto está en la infancia. “hasta un 80 por ciento de los adolescentes con obesidad, son adultos con obesidad. Por ello, donde se debería poner mayor énfasis es la prevención. No permitir que aparezca la enfermedad obesidad en niños y adolescentes”, apunta el experto en obesidad.

En este sentido, los hábitos saludables se deben establecer incluso antes del nacimiento. “Lo ideal es que los padres lleguen al momento de la concepción en situación óptima. Sin exceso de peso, siguiendo hábitos saludables y sin hábitos tóxicos. Esto permitirá una gestación sin problemas y que no favorezca que el recién nacido nazca con cambios epigenéticos desfavorables, con elevado o bajo peso al nacer y con un entorno no saludable”, explica Álvarez Pitti, que también señala que “si se controlan los factores de riesgo de los padres, el riesgo de desarrollar la enfermedad por los hijos será menor. Por eso el trabajo de los pediatras, en gran parte, va casi más dirigido hacia los padres”.

“Si se controlan los factores de riesgo de los padres, el riesgo de desarrollar la enfermedad por los hijos será menor. Por eso el trabajo de los pediatras, en gran parte, va casi más dirigido hacia los padres”

En el caso de que la enfermedad ya estuviese establecida se pueden llevar acciones educativas, tanto para educar en hábitos a los niños como a los padres.  Además de otras acciones tal y como indica el especialista, “favorecer entornos saludables, donde sea fácil la práctica de actividad física. Potenciar el consumo de alimentos saludables. Muy importante, informar e instruir a los padres del efecto negativo que tiene el uso inadecuado de pantallas, al incrementar el sedentarismo y favorecer la ingesta de alimentos hipercalóricos”.

En pocas palabras, concienciando, enseñando y facilitando los hábitos que llevan a salud y que evitan el desarrollo de enfermedad.


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