Las enfermedades transmitidas por mosquitos se han convertido en un desafío creciente para la salud pública en la Unión Europea (UE) y, también, en España. La combinación de factores ambientales, climáticos y de movilidad humana ha favorecido la aparición y expansión de diversas enfermedades que, aunque en muchos casos no eran habituales, comienzan a manifestarse en ciertas zonas del continente europeo. Entre los vectores más relevantes se encuentran los mosquitos de los géneros Culex y Aedes, asociados a la transmisión de enfermedades como el virus del Nilo Occidental, el dengue, el zika y la fiebre chikungunya. A medida que estas enfermedades emergen o se establecen de forma más estable en distintas regiones, es fundamental comprender los factores que influyen en su propagación y las medidas necesarias para prevenir su impacto en la población.

En España, las enfermedades transmitidas por mosquitos pueden clasificarse en dos grandes grupos. Por un lado, están las enfermedades causadas por mosquitos que ya residían en el país, como el virus del Nilo Occidental, transmitido por mosquitos del género Culex. Esta enfermedad ha llegado a España debido a que su hospedador natural son las aves migratorias, que interactúan con estos mosquitos en el sur de la península, una zona particularmente propicia para que ocurra esta transmisión. En este contexto, “los seres humanos pueden convertirse en hospedadores accidentales que desarrollan la enfermedad, lo cual representa un problema cada vez más preocupante. De hecho, se ha detectado una transmisión estable a humanos en algunas zonas rurales de Sevilla”, explica a Gaceta Médica Luis Buzón, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

Por otro lado, existen enfermedades transmitidas por mosquitos que no son habituales en la península ibérica, pero que han comenzado a estar presentes en algunas áreas. Estas enfermedades están causadas principalmente por mosquitos del género Aedes, que son responsables de la transmisión del dengue, el zika y la fiebre chikungunya. “Para que estas enfermedades puedan establecerse de manera endémica en la UE, es necesario que el mosquito se asiente de forma estable en el territorio. Un ejemplo reciente ocurrió en Francia, donde se documentaron casos de transmisión autóctona de dengue durante las Olimpiadas. En España, ya hay zonas donde el mosquito Aedes está bien establecido, lo que podría llevar a la aparición de zonas con transmisión endémica, aunque por el momento esto no representa un problema significativo”, confirma Buzón.

El experto matiza que existe un tercer grupo de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria, que actualmente no representa un problema en España ni en la UE, ya que el mosquito vector, del género Anopheles, no está presente en estas regiones. En cuanto a las nuevas amenazas, precisa que el virus Oropouche, una enfermedad que había estado confinada a la Amazonia, está cobrando relevancia debido al proceso de deforestación que ha permitido su expansión fuera de la zona selvática. Ya se han registrado casos en España.

Prevención

Las medidas de prevención son esenciales y se aplican en varios niveles:

  • Prevención primaria: La principal medida es evitar las picaduras de mosquitos mediante el uso de repelentes, ropa de manga larga y evitando la exposición en los momentos de mayor actividad de los mosquitos. Los mosquitos Aedes no tienen hábitos marcadamente vespertinos, mientras que los Culex pican preferentemente por la tarde.
  • Vacunas: Actualmente, solo existe una vacuna efectiva contra el dengue, recomendada únicamente en áreas endémicas para determinados grupos de población. No hay vacunas disponibles para el virus del Nilo Occidental, y las que están en desarrollo se encuentran en fases muy tempranas. Tampoco hay vacunas efectivas para la malaria. Sería ideal contar con una vacuna trivalente contra el dengue, zika y chikungunya.

Políticas de salud pública

En las zonas donde los vectores están establecidos, como Sevilla, no ha habido cambios significativos en las políticas para prevenir la proliferación de mosquitos. La estrategia más agresiva se centra en el control del vector donde se detecte su presencia. Además, se realiza vigilancia en aves migratorias para identificar posibles portadores del virus. Los mosquitos requieren ciertos rangos de temperatura para sobrevivir. Por ejemplo,

En las regiones donde los vectores de enfermedades transmitidas por mosquitos, como los del género Culex y Aedes, ya están establecidos, como es el caso de Sevilla, las políticas para prevenir su proliferación no han experimentado cambios significativos en los últimos años. La respuesta más común frente a este problema ha sido aplicar estrategias de control del vector en las áreas donde se confirma su presencia, lo cual implica la fumigación localizada, la eliminación de aguas estancadas y la reducción de sitios de cría. Sin embargo, estas medidas tienden a ser reactivas y limitadas, enfocándose más en mitigar brotes ya existentes que en prevenir futuros.

Una de las iniciativas adicionales que se han implementado es la vigilancia de aves migratorias, ya que estas especies pueden actuar como portadoras de virus, como el virus del Nilo Occidental. Este tipo de vigilancia se realiza de dos formas: monitoreando aves que presenten síntomas de enfermedad y realizando muestreos aleatorios para identificar la circulación del virus en las poblaciones de aves migratorias. Esta estrategia busca prevenir la propagación del virus mediante la detección temprana, aunque depende en gran medida de la efectividad de los controles en los sitios de cría de mosquitos.

La adaptación de los mosquitos a diferentes condiciones ambientales complica aún más el control. “Los mosquitos del género Aedes pueden sobrevivir en invierno en condiciones hostiles, entrando en una fase latente, aunque prefieren climas cálidos con inviernos suaves y agua estancada para reproducirse. En gran parte del territorio español, existe un clima adecuado para el asentamiento de estos mosquitos”, explica Buzón.

El clima en gran parte del territorio español presenta características adecuadas para el asentamiento y proliferación de estos mosquitos. Las temperaturas suaves, especialmente en las regiones del sur y mediterráneas, crean un entorno favorable para que los mosquitos sobrevivan y se reproduzcan durante todo el año. Además, las lluvias estacionales pueden generar condiciones ideales para la formación de aguas estancadas, que sirven como criaderos perfectos para los mosquitos. Este contexto climático puede facilitar la expansión de estos vectores en nuevas áreas y aumentar el riesgo de transmisión de enfermedades.

Impacto del cambio climático

Aunque el cambio climático y el aumento de las temperaturas globales son factores que pueden influir en la expansión de ciertas enfermedades, no son los principales responsables de su propagación actual. Buzón sostiene que el fenómeno más determinante es la globalización, que ha transformado la movilidad humana a escala mundial. Cada año, millones de personas viajan entre continentes sin un control riguroso, lo que facilita la propagación de vectores como los mosquitos y, con ellos, de enfermedades que antes estaban limitadas a ciertas regiones. Esta realidad convierte el movimiento humano en un factor clave para entender la creciente incidencia de enfermedades transmitidas por mosquitos en diferentes partes del mundo.


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