Pregunta. La amenaza de las resistencias bacterianas ha llegado para quedarse, ¿qué desafíos están pendientes en investigación?
Respuesta. Tenemos dos desafíos: revisar los antibióticos que tenemos y los programas formativos. Para el primero, hay que seguir investigando para conocerlos y usarlos mejor. Es algo que requiere de estudios que pueden llegar a tener la complejidad de un ensayo clínico para analizar aspectos de seguridad y eficacia de estos fármacos en infecciones que ahora son diferentes. Este tipo de estudios no tienen financiación privada, ya que carecen de interés comercial, y tienen el atractivo que son académicos y nos permiten diseñarlos. Tenemos herramientas como los fondos de financiación pública, como el Instituto de Salud Carlos III, a través de las redes de investigación, y de la Comisión Europea de hacer proyectos ganadores que nos permitan hacer los EE.CC. Por otra parte, los estudios de impacto de los PROA para poder evaluar en qué medidas las actuaciones de formación que son la base de estos programas, consiguen resultados en salud. Las bacterias nos obligan a trabajar de manera multidisciplinar.
P. ¿Por qué no es atractivo desarrollar antibióticos?
R. Hemos vivido una desaceleración extraordinaria del desarrollo de nuevas moléculas por parte de la industria, que ha sido la que ha conseguido los grandes éxitos. En los últimos años estamos asistiendo a un renacer de la investigación dirigida al desarrollo de nuevas moléculas, con la diferencia de que ahora esta investigación se ha añadido un componente nuevo: la financiación mixta. El mejor ejemplo de esto es la IMI (Innovative Medicines Initiative) que es una gran iniciativa europea que ha conseguido sacar adelante en áreas prioritarias, como las resistencias. Estamos haciendo ensayos académicos con liderazgo profesional de moléculas de la industria. Es un modelo de trabajo integrador.
P. Por otra parte, el consumo de antibióticos sigue creciendo en España…
R. Los usamos de manera mejorable, claramente, en parte, porque los utilizamos sin necesidad y por otra parte, aun siendo necesarios no elegimos bien. El volumen de conocimiento que se ha generado alrededor de las infecciones y la bioterapia es de tal magnitud que es imposible estar al día, ni siquiera los especialistas, vamos a traspiés. Mucho más un médico de familia o un pediatra… Lo que antes era correcto, ahora no lo es. El problema es que además la formación específica en antibióticos e infecciones no ha crecido. El desequilibrio entre el volumen de conocimiento que crece día a día y la dedicación a la formación continuada es cada vez mayor.