El pasado 1 de marzo el Grupo Español de Leucemia Aguda Linfoblástica del Programa Español de Tratamientos en Hematología (LAL-PETHEMA) se reunió en Madrid congregando casi a un centenar de investigadores. El objetivo de la reunión fue actualizar el conocimiento sobre los avances más recientes en el conocimiento biológico y los tratamientos en leucemia aguda linfoblástica (LAL), así como revisar los protocolos y ensayos clínicos que se llevan a cabo en España en esta patología.
Josep María Ribera, coordinador del Grupo LAL-PETHEMA, explica a Gaceta Médica, pone de relieve el “gran ambiente de colaboración que hay entre los diferentes grupos y hospitales de España, ya que hay 87 centros diferentes siguiendo los protocolos de leucemia aguda linfoblástica del adulto”. “Esto supone un reto organizativo importante, pero contribuye a que se trate la patología de una forma homogénea”, destaca.
Análisis biológico y tratamientos
Ribera explica que “actualmente, para estudiar bien la leucemia aguda linfoblástica se necesitan análisis biológicos profundos porque se ha visto que es una enfermedad tremendamente heterogénea a nivel biológico”. “En España, afortunadamente, hemos establecido un grupo de estudios biológicos de las leucemias linfoblásticas del adulto que trabaja en red y de forma centralizada”, explica el experto. Esto, asegura Ribera, “es un hito muy importante porque asegura una equidad total en los análisis de las leucemias que se diagnostican en cualquier punto de España, lo que aporta calidad para su implementación en la toma de decisiones”.
Y es que, el conocimiento biológico del que se dispone conlleva, como explica Ribera “la realización de técnicas complejas, sofisticadas, para analizar los múltiples subtipos que hay dentro de la leucemia de precursores B y también dentro de la leucemia T, ya que hay una infinidad de subgrupos dentro de la leucemia aguda linfoblástica”.
Este conocimiento de las LAL supone, como indica Ribera dos retos: “la necesidad de, además de hacer análisis profundos, poder aplicar los resultados a las decisiones terapéuticas”. Siguiendo este hilo explica que “esto se está consiguiendo, en los dos protocolos actuales vigentes para LAL con y sin cromosoma Filadelfia”. En cuanto a las técnicas de análisis biológico, recuerda que “son muy laboriosas y muy costosas”, poniendo en valor “la buena voluntad de los centros que las realizan”. Pero, en este apartado, faltan recursos. “Aunque haya una ayuda adicional de PETHEMA, es insuficiente para el nivel de gastos que suponen estas pruebas, falta financiación y que estas técnicas que estamos aplicando se incluyan en la cartera del Sistema Nacional de Salud (SNS)”. De esta manera, precisa, “podrían establecerse como técnicas a realizar asistencialmente a cualquier paciente con LAL, lo que de momento no ocurre”.
Tratamientos disponibles y en investigación
En el tratamiento de la leucemia aguda linfoblástica hay varias opciones en la actualidad. Primeramente, la quimioterapia, que, como detalla Ribera “consiste en agentes citotóxicos que llevamos usando 20 o 30 años y tenemos gran experiencia”. También está la inmunoterapia que, en palabras del experto, “se ha sumado a la quimioterapia y consiste fundamentalmente en anticuerpos monoclonales específicamente dirigidos a antígenos de superficie de las células leucémicas con o sin intervención de los linfocitos T del paciente”.
Por último, estaría la terapia dirigida a dianas. Aquí, Ribera remarca que “en algunos tipos de leucemia conocemos las vías de señalización que dan una ventaja proliferativa a la célula leucémica, es decir, que pueda multiplicarse indefinidamente y no se muera”. En cuanto a terapias dirigidas, pone de ejemplo “los inhibidores de tirosina quinasa, que atacan vías de señalización que la leucemia utiliza para crecer y son particularmente eficaces en la leucemia linfoblástica con cromosoma Filadelfia, siempre combinadas con inmunoterapia o quimioterapia”. “No hay ninguna modalidad de tratamiento que por sí sola sea curativa, por ello hay que combinarlas sabiamente”, asevera.
Además, como se puso de manifiesto en la reunión de LAL-PETHEMA, hay vías de investigación abiertas en terapias dirigidas, como las relativas a los inhibidores de menina. “Está todavía en fases preliminares de estudio, pero se presentaron resultados en el Congreso de la Sociedad Americana de Hematología (ASH) y existen publicaciones que apuntan a su utilidad en determinados subgrupos de leucemia aguda linfoblástica”, desarrolla Ribera. “De la misma manera que los inhibidores de tirosina quinasa se utilizan con regularidad en esta patología, los inhibidores de menina todavía tienen mucho que demostrar”, puntualiza el especialista.
Combinaciones inteligentes
Es en este punto donde las combinaciones inteligentes entran en juego. Ribera explica que la primera combinación inteligente consiste en “introducir la inmunoterapia en primera línea de tratamiento, sumando sus ventajas a las de la quimioterapia; ahora se está haciendo en ensayos clínicos, ya que esta aproximación no está aprobada para uso regular”. Asimismo, señala que “si además tenemos un tratamiento dirigido a dianas, podemos usar esta tercera pata”. “De entrada, lo ideal sería utilizar quimioterapia, inmunoterapia y terapias dirigidas; esto se hace en LAL con cromosoma Filadelfia con lo que hemos obtenido resultados muy buenos”, considera.
Este punto de las combinaciones es especialmente importante en el escenario actual de la leucemia aguda linfoblástica puesto que, como expone Ribera “el principal reto en el manejo de la patología es que el primer tratamiento sea muy eficaz; si fallamos en esto, ya vamos por detrás de la enfermedad”. “Hemos de invertir todo nuestro saber y esfuerzo en tratar a los enfermos en primera línea; si fracasa, el pronóstico empeora, porque, aunque disponemos de terapias de rescate, estas benefician todavía a pocos pacientes, por lo que hay que poner el foco en tratarles de entrada lo más perfectamente posible”, añade.