Con motivo del Día Internacional del Riñón (que se celebra el 9 de marzo), la Sociedad Española de Nefrología (SEN), junto con otros actores del sector, ha demandado un nuevo Plan Nacional sobre la Enfermedad Renal Crónica (ERC). Piden que se actualice la estrategia aprobada en 2015 con el consenso de todas las comunidades autónomas y que se dé una respuesta a los nuevos retos planteados por la preocupante escalada, tanto de la incidencia, como de la prevalencia de las patologías renales.

Así lo manifestaba la presidenta de la sociedad científica, Patricia de Sequera, junto a la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), en una jornada desarrollada en el Ministerio de Sanidad, y en la que también participaban Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la ONT; Daniel Gallego, presidente de la Asociación para la Lucha de las Enfermedades del Riñón, Alcer; Juan Francisco Pulido, presidente de la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica, Seden, y Carmen del Arco, secretaria científica de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, Semes.

Durante el encuentro se ha hecho patente que la Enfermedad Renal Crónica (ERC) ha aumentado casi un 30 por ciento en la última década y el número de personas en Tratamiento Renal Sustitutivo (TRS) ha superado por primera vez las 1.300 personas por millón de población. De seguir su ritmo actual de crecimiento, se convertirá en la segunda causa de muerte en nuestro país en pocos años.

“Avanzar en la prevención y el diagnóstico precoz debe ser uno de los objetivos fundamentales del nuevo plan nacional de enfermedad renal crónica”

Patricia de Sequera, presidenta de la SEN

Además, en dos décadas, un tercio de la población tendrá 65 años o más y, con la actual tendencia, en dos décadas se habrá duplicado el número de personas de esta edad en TRS: son el 10 por ciento de los enfermos con cáncer en España, pero cada uno de ellos supone un 350 por ciento más de gastos al sistema sanitario. “La ERC, sobre todo cuando llega a sus estadios más severos, tiene un altísimo coste bio-psico-social, y por eso es preciso diseñar y desarrollar políticas y estrategias dirigidas a mejorar la prevención, retrasar la progresión de la enfermedad y optimizar la planificación del tratamiento”, ha puntualizado Sequera.

“Quizás porque se ha pensado que el deterioro renal es inevitable, quizás porque se ha difundido la idea equivocada de que es indisociable del envejecimiento y que no hay forma de prevenirlo, lo cierto es que no hemos logrado desarrollar una verdadera concienciación social en relación con las patologías renales y hay muchas personas que se exponen al desarrollo de una enfermedad que ni se imaginan hasta qué punto les va a deteriorar o dificultar la vida normal”, ha afirmado la presidenta de la SEN.

Prevenir antes que tratar

Junto a la prevención, los otros dos pilares sobre los que debe pivotar la estrategia nacional y de las comunidades autónomas sobre patologías renales son: el fomento de los tratamientos sustitutivos domiciliarios (hemodiálisis domiciliaria y diálisis peritoneal) y el trasplante de donante vivo. Sobre estos tres desafíos se ha debatido en una mesa moderada por Miquel Blasco, vocal de la SEN, y en la que han participado Emilio Sánchez, coordinador de Registros S.E.N., Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la ONT, y Daniel Gallego, presidente de la Asociación para la Lucha de las Enfermedades del Riñón (Alcer).

En relación con la prevención, los expertos han coincidido en la importancia de realizar campañas de información y sensibilización (centros educativos, universidades, medios de comunicación, etcétera); la dotación a las consultas de apoyo en el ámbito psicológico, social, dietético y laboral, implicar a las asociaciones de pacientes en las actividades de prevención y control de la enfermedad, especialmente en la información y educación relacionada con el autocuidado; promover la investigación psicosocial en pacientes renales, para el análisis de la mejora de la calidad de vida; la educación sanitaria para la toma de decisiones y el análisis de coste-beneficio de este tipo de actuaciones.

Primar el tratamiento en casa

Igualmente, se evidenció que el fomento de los tratamientos domiciliarios de la enfermedad renal, tanto la hemodiálisis domiciliaria como la diálisis peritoneal asistida, es crucial para mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Amén de contar con numerosas ventajas en todos los órdenes y apenas inconvenientes: no son inferiores en resultados sanitarios y proporcionan mayor seguridad, autonomía personal, mejor conciliación laboral, gastan menos recursos y son más eficientes medioambientalmente en consumo de agua, energético y emisión de residuos a la atmósfera.

Sin embargo, el empleo de estas terapias domiciliarias está muy por debajo del uso de las tradicionales, en los centros sanitarios, por lo que es preciso promover un gran cambio cultural y de educación en los pacientes, pero debe ir unido a un aumento de los recursos y un cambio de modelo para proporcionar apoyo domiciliario por parte del propio sistema sanitario.

Fomentar la donación en vivo

Finalmente, se puso de manifiesto la necesidad de promover un tercer cambio cultural para seguir apuntalando el éxito del trasplante real en nuestro país. España aporta el 3 por ciento de todos los trasplantes de riñón mundial y el 19 por ciento del ámbito europeo: 2.950 trasplantes de los 15.682 en UE y 92.529 en el mundo. Asimismo, más del 50 por ciento de los pacientes en tratamiento renal sustitutivo viven con un injerto renal funcionante y la supervivencia a diez años de los pacientes trasplantados españoles es bastante superior a la de EE.UU. (86,7 por ciento vs 76,5 por ciento y, en pacientes diabéticos, 71,1 por ciento vs 46,3 por ciento).

Sin embargo, hay un importante desequilibrio entre el número de pacientes en lista de espera y la oferta de órganos para trasplante. Aunque la actividad de donación no ha dejado de crecer, las necesidades también son cada vez más elevadas. Para compensar este desequilibrio es imprescindible el fomento de la donación de vivo, un procedimiento que representa la mejor opción para el paciente con ERC avanzada, puesto que sus resultados son mejores que los del donante fallecido en términos de supervivencia del trasplante y reducción de complicaciones.

“Siempre que sea posible, se debe ofrecer la opción del trasplante. No sólo por la mejora en la calidad de vida del paciente, sino también por el ahorro que supone para el sistema sanitario. A ello se suma que el trasplante ayuda a reducir el impacto de la hemodiálisis en el medio ambiente”

 Beatriz Domínguez-Gil, directora de la ONT

Junto a este, existen otros retos de futuro: aumentar los índices de donación, mejorar la utilización de órganos disponibles para trasplante -técnicas de preservación e identificación de criterios de viabilidad de órganos para trasplante (I+D+i)- y facilitar el acceso de pacientes con menores opciones de trasplante (por ejemplo, hiperinmunizados, a través del Programa PATHI).

Planificar las situaciones de emergencia

Finalmente, se hizo hincapié en otro de los puntos fuertes de la jornada: “Preparándonos para lo inesperado, apoyando a los vulnerables”. Una mesa en la que se trató especial la fragilidad de las personas con ERC en situaciones de emergencia sanitaria como la COVID-19 y la necesidad de planificar los recursos y medios para la atención de estos pacientes en contextos críticos.

Este tipo de situaciones no sÓlo es que puedan producirse hipotéticamente, sino que de hecho se producen y deben ser previstas una atención y unas medidas específicas que necesitan ser incorporadas a los protocolos y estrategias de actuación”

Patricia de Sequera, presidenta de la SEN

Tanto Borja Quiroga, del Servicio de Nefrología, Hospital de la Princesa, Madrid, como Carmen del Arco, secretaria científica de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, SEMES; Fernando González García, enfermero en el Servicio de Nefrología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid; y las pacientes Noelia Moya y María José González (atendidas durante la borrasca Filomena y la pandemia de la COVID-19), coincidieron en la especial importancia que para estos pacientes tiene la preparación para eventos inesperados.


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