España se encuentra ya ante la segunda ola de la pandemia de la COVID-19. Así de rotundo lo han afirmado los urgenciólogos que avisan que los servicios se encuentran tensionados. El vicepresidente 2º de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), Pascual Piñera, durante su intervención en el I Congreso Nacional COVID-19, ha destacado que habría que aspirar a configurar todos los Servicios de Urgencias como circuitos COVID dada la amplitud de síntomas que puede presentar un paciente con SARS-CoV-2 y la banalidad que empiezan a presentar muchos. “No sería descabellado atender a todos los pacientes como si fueran sospechosos de coronavirus”, ha concretado.

En su intervención, titulada ‘Reorganización a futuro de los Servicios de Urgencias’ y enmarcada en la mesa ‘Visión desde Urgencias de la enfermedad por SARS-CoV-2’, Piñera ha insistido en que no se puede volver a tolerar el nivel de contagio a sanitarios registrado en la primera ola de la pandemia, que representaba el 25 por ciento del total de los pacientes. A su juicio, es “necesario solicitar una auditoría externa de forma urgente y un análisis independiente de la gestión de la pandemia”, algo que diversas sociedades científicas nacionales participantes en este congreso (entre ellas, la propia Semes), ya han solicitado.

El estudio ENC-UR-COVID19

Piñera también desgranó algunos de los principales resultados del estudio ENC-UR-COVID19 sobre la primera ola de la pandemia, una encuesta en la que participaron 246 Servicios de Urgencias de todo el país y del que se extraen datos como que, salvo Madrid, Navarra, La Rioja y Extremadura, en el resto de las comunidades se consideró insuficiente el espacio para desarrollar la labor asistencial. En cuanto a recursos humanos, todas las regiones españolas contaron con un número suficiente de facultativos (salvo Madrid y Extremadura) y en lo referente a la disponibilidad de test, sólo La Rioja aseguró haber contado con unidades suficientes.

Por su parte, el presidente de Semes, Juan Jorge González Armengol, abundó en la organización que debía regir tanto de un Hospital de Emergencia. A su juicio, sería necesario aplicar una especial atención a los mayores en vista de los numerosos decesos registrados durante la primera ola.

Los test y las PCR

Asimismo, en referencia a la realización de pruebas diagnósticas, González Armengol aseguró que capacidad de diagnóstico con PCR ante un gran número de casos puede ser limitada dada su exhaustiva logística y protocolos. Por ello, se inclinó a hacer uso de los test antigénicos, que “pueden dar un buen resultado para el manejo asistencial tanto en Atención Primaria como para los servicios de Urgencias. Se ha constatado que a mayor tasa de contagio, el grado de sensibilidad aumenta de forma considerable”, precisó.

El presidente de la SEMES también defendió valorar el alta y seguimiento ambulatorio controlado de pacientes menores de 60 años, con saturación por encima del 94 por ciento y PCR por debajo de 10mg/dL o PCT normal, sin fallo orgánicos. “Con los actuales perfiles de pacientes, pueden suponer más del 40 por ciento de potenciales no ingresos que se pueden manejar de forma ambulatoria”, aseguró.

La investigación en la práctica clínica

Juan González del Castillo, médico adjunto del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Clínico San Carlos, por su parte, expuso algunos trabajos de investigación relevantes desarrollados en el ámbito de Urgencias a través de la Red de investigación SIESTA, que agrupa a más de 60 servicios de todo el país.

Así, destaca un estudio que evalúa las caracterísitcas clínicas y la evolución de pacientes con el virus a partir de una serie de 1000 pacientes atendidos en servicios de urgencias españoles. Con este trabajo, se perseguía identificar precozmente a la población más susceptible de empeorar, para prever y mejorar los resultados. La mortalidad intrahospitalaria recogida en este estudio fue del 11,9 por ciento, similar a la descrita por las autoridades sanitarias.

Entre los factores más importantes para una mala evolución clínica destacó la edad o la obesidad. La diabetes o enfermedades cardiovasculares no presentaron significación en este estudio. El deterioro de nivel de conciencia o la auscultación crepitante (sonido anormal, fijo y burbujeante que se encuentra cuando se auscultan los pulmones) fue factor de mal pronóstico.