ONUSIDA ha fijado para el año 2020 el objetivo 90-90-90: diagnosticar al 90 por ciento de las personas que viven con VIH, tratar al 90 por ciento de ellas y lograr la supresión viral en el 90 por ciento de los pacientes tratados.
Sin embargo, detectar el virus en su fase inicial requiere la llamada prueba de carga viral, una técnica que, en la mayoría de los países africanos, no está disponible.
Un análisis de sangre para determinar los niveles de proteína IP-10 en sangre podría ser la solución a este problema.
“Hicimos un estudio para detectar a aquellas personas que se acaban de infectar y vimos que estos pacientes tenían unos niveles de proteína IP-10 muy elevados. Entonces pensamos que esta podía ser una buena herramienta para identificar a estos sujetos”, explica Julià Blanco, investigador del Instituto de Investigación Trias i Pujol en IrsiCaixa y coautor principal del estudio.
Otro de los problemas del VIH es que no presenta una sintomatología específica. “Lo que nosotros hicimos fue analizar a todas las personas que llegaban a una hospital de Manhiça, en Mozambique, con síntomas febriles y medimos los niveles de IP-10. Entonces comprobamos que los que tenían los niveles de esta proteína más elevados eran justamente las personas que eran VIH positivas”, añade el investigador.
La fase aguda es el momento en el que la infección es más difícil de detectar, pero más fácil de trasmitir. “Las personas que se acaban de infectar presentan unos niveles de virus enormemente elevados porque el sistema inmune todavía no está luchando contra él. Esto hace que la transmisión se favorezca enormemente”. La gran ventaja de un diagnóstico precoz permite tratar “rápidamente a los pacientes y evitar que propaguen el virus”. La investigación también ha determinado que los niveles de IP-10 en sangre pueden usarse como indicador para comprobar si los fármacos antirretrovirales no están funcionando correctamente.
Ahorro de costes
El análisis de coste-beneficio muestra que un test rápido podría evitar entre 31 y 84 nuevas infecciones y ahorrarle al sistema de salud entre 176.609 y 533.467 dólares por cada 1.000 pacientes examinados. “Cuando detectamos una persona en infección aguda, lo que estamos haciendo es evitar que pueda transmitir el virus. Y el coste de ese tratamiento es mucho más bajo que el coste asociado a las nuevas infecciones que el paciente podría estar generando”, resalta Blanco. Esta investigación es fruto de la colaboración entre el instituto IrsiCaixa, ISGlobal y el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM).