Desde que comenzasen las investigaciones sobre melanoma, los expertos vieron el potencial que podía tener este tratamiento en oncología. En la actualidad, su uso está muy extendido, habiendo logrado mejorar el pronóstico en diversos tumores.

Cáncer de pulmón

El cáncer de pulmón es uno de los que más se ha beneficiado. Jordi Remón, responsable de la Unidad de Tumores Torácicos del Centro Integral Oncológico Clara Campal HM Ciocc Barcelona, ponía el foco en la mejora en tasas de supervivencia que ha supuesto para estos pacientes la inmunoterapia; gracias también, a los hallazgos en biomarcadores como la expresión de PD-L1, que da un pronóstico certero de la eficacia que va a reportar este tratamiento.

Aquí, Remón apuntaba a conocer los mecanismos de inmunorresistencia para ver cómo aplicar inmunoterapia o sus combinaciones con quimioterapia, así como para definir la duración óptima de administración de la terapia. Por otra parte, se refería a que, aunque la inmunoterapia comenzó a usarse en fases muy avanzadas de la enfermedad, cada vez se está ampliando más el espectro de uso; ahora, señalaba, queda seguir recopilando datos para establecer qué esquema de tratamiento dar a cada tipo de paciente.

Diferencias entre grupos poblacionales

En la otra cara de la moneda, Antonio Calle, especialista en tumores torácicos del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón, instaba a encontrar las posibles contraindicaciones para este tratamiento atendiendo a varios grupos de pacientes. Entre ellos, incluía a aquellos con alta carga tumoral, otras comorbilidades, población anciana o pacientes con metastasis cerebrales o hepáticas, entre otros, que son los que señalaba que más se encuentran en la práctica clínica.

Siguiendo este hilo, consideraba que lo importante es centrarse en cada paciente a través de la valoración en consulta, identificando las características asociadas a cada grupo y que pueden variar la respuesta de los fármacos de inmunoterapia.

Avances en mesotelioma

Laura Mezquita, desde el Hospital Clínic de Barcelona, se centraba en un tumor muy concreto: el mesotelioma. Este se desarrolla en un alto porcentaje de casos por la exposición a amianto. Mezquita resaltaba los avances que se han hallado en cuanto a las clasificaciones moleculares e inmunes, logrando así nuevas opciones de terapia sistémica. En cuanto a tratamientos concretos, se refería a la combinación de nivolumab e ipilimumab, actualmente en estudios de Fase III para este tumor, que hasta el momento ha demostrado una mejora en supervivencia global en comparación con quimioterapia. Aun así, incidía en la necesidad de buscar nuevos biomarcadores para poder seleccionar con certeza la estrategia más adecuada en cada caso.

Carcinoma de células renales

El abordaje del carcinoma de células renales se ha transformado con el desarrollo de inhibidores del punto de control inmune (ICIs, por sus siglas en inglés). Con esta afirmación, Javier Puente, director del Instituto de Oncología del Hospital Clínico San Carlos, ponía en valor los éxitos que los anticuerpos monoclonales han aportado en estos tumores; en concreto, se refería a los dirigidos a dianas terapéuticas como PD-1 y CTLA4, que además se siguen usando para desarrollar actualmente múltiples terapias innovadoras.

Ahora, apunta a uno de los desafíos por resolver, que es el desarrollo de un marco regulatorio en el que se incorpore todo el conocimiento profundo de la inmunobiología del carcinona de células renales, para sacar el máximo rendimiento a estas terapias. Lo que queda claro, según el experto, es que la inmunoterapia ha llegado a esta especialidad para quedarse, instando a acabar con la brecha existente en acceso y disponibilidad.

Tumores hepatobiliares

También en tumores hepatobiliares la experiencia clínica dice que la inmunoterapia está funcionando. Así lo afirmaba Andrés Muñoz, de la Unidad de Oncología Gastrointestinal del Hospital Gregorio Marañón. En esta línea, indicaba que ya hay biomarcadores que dan pistas sobre aquellos tratamientos funcionan mejor; por ejemplo, se refería a la combinación de atezolizumab y bevacizumab como estándar de tratamiento en primera línea en hepatocarcinoma celular avanzado.

A niveles más generales, consideraba que es momento de seguir hallando nuevos biomarcadores para aquellos tumores en los que no están definidos y así poder definir el rol que juegan estos fármacos en su tratamiento.

Cáncer de piel

Alfonso Berrocal, jefe de sección de Oncología en el Hospital General de Valencia, se centraba en el carcinoma de piel de células escamosas. En este tipo, consideraba que hay dos tratamientos que han mostrado buenos resultados: cemipilimumab y pembrolizumab, estando este último a la espera de aprobación por la Agencia Europea del Medicamento (EMA).

Ahora, planteaba, se están investigando otros fármacos anti PD-1, puesto que este tipo ha reportado múltiples beneficios a los pacientes. Además, Berrocal opinaba que con los resultados que se están viendo en la investigación sobre estos fármacos, se podrá ir situando este tratamiento paulatinamente en estadíos más precoces de la enfermedad, para seguir mejorando la respuesta.

Cáncer de cabeza y cuello

El cáncer de cabeza y cuello tiene un alto impacto en aquellos que lo padecen puesto que, como indicaba Almuneda García Castaño, especialista en oncología en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, afecta a funciones tan básicas como comer o comunicarse. En este caso, la inmunoterapia (cetuximab) ha aportado un claro aumento de la supervivencia al añadirlo a la radioterapia, como concretaba la doctora, con la sobreexpresión de EGFR como un factor pronóstico de gran utilidad.

En resumen, la experta señalaba que en la actualidad existe un gran número de estudios en marcha en los que, aunque todavía no se dispone de datos maduros, apuntan a los grandes beneficios que puede suponer la adición de inmunoterapia a otros tratamientos.

Para concluir la sesión, Ruth Vera, jefa del Servicio de Oncología Médica del Complejo Hospitalario de Navarra, ponía en valor la aportación de la inmunoterapia, atendiendo al cambio positivo que ha reportado en la manera de gestionar y organizar la oncología.


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