Al contrario de lo que venía siendo habitual antes de la aparición de la COVID-19, la gripe se ha adelantado a ´sus costumbres´. Es decir, que ha empezado a manifestarse tres meses antes de lo que venía siendo habitual. Los primeros casos comenzaron a darse entre finales de septiembre y principios de octubre en lugar de hacerlo en enero. En España en esas fechas se contabilizaron 63 personas afectadas por cada 100.000 habitantes (el umbral epidémico se alcanza tras superar los 50), tal y como constata el Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Sanidad).

Según un estudio realizado por Johnson & Johnson Consumer Health tras observar lo que ha sucedido en el hemisferio sur (donde ya han pasado el invierno), es previsible que también se den otros cambios en el virus. Por ejemplo, no sería extraño que el número de afectados que se contabilizaron en el periodo que va de 2015 a 2019 aumentara, que la enfermedad cada vez sea más desestacionalizada y que las afecciones tengan una duración superior y una sintomatología persistente. A ello se suma que en esta temporada este virus va a convivir con otros: el VRS y la COVID-19.

Las buenas costumbres

El escenario presenta, sin embargo, una cara positiva: el 86 por ciento de la población toma medidas de precaución para evitar los contagios. Es decir, que gracias a las costumbres adquiridas desde hace más de dos años para hacer frente a la pandemia, existen pautas (mascarillas, lavado de manos, tests y precauciones de distanciamiento) que indican una mayor conciencia ante estas enfermedades. A ello se suma que este año contamos con los tests dobles que se venden en farmacias y que detectan tanto COVID-19 como la gripe A y B.

Plantarle cara

A la situación inédita se han adelantado los servicios de salud que ya han comenzado a vacunar en septiembre. Está previsto que en nuestro país se llegue al 75 por ciento de las personas mayores de 65 años, lo que supondría 1,63 millones de dosis.

Por otro lado, el estudio de Johnson & Johnson Consumer Health ha concluído que más de la mitad de los españoles es partidario de buscar un único tratamiento en caso de padecer gripe. Y aunque el proceso gripal puede cursar con una media de hasta seis síntomas (dolor, fiebre, tos, estornudos, congestión nasal y decaimiento), se estima que se suelen tratar solo de dos a cuatro de ellos. En estos casos, los medicamentos recomendados son: los analgésicos y antipiréticos, los antitusivos, los descongestivos, los mucolíticos o los expectorantes, entre otros.

Lo ideal es seleccionar el tratamiento que mejor se adapte a los síntomas que se quieren aliviar en cada paciente, máxime cuando no tienen por qué darse complicaciones y, tanto gripe como resfriado, pueden sobrellevarse fácilmente con el medicamento adecuado, que tiene por objetivo paliar los síntomas mientras la enfermedad sigue su curso y las defensas del organismo eliminan los virus.


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