CARMEN M. LÓPEZ Madrid | viernes, 06 de abril de 2018 h |

¿Se imaginan que una simple herida quirúrgica pudiera a ser mortal? ¿O una infección nosocomial? ¿Volver a una era sin antibióticos? Habría que remontarse casi 80 años atrás para hacernos una idea…

Las infecciones bacterianas graves constituyen un problema de gran magnitud para los sistemas sanitarios de todo el mundo. A pesar de que más de la mitad de las infecciones están causadas por bacterias gramnegativas, la grampositivas adquieren una especial relevancia debido a la gravedad de sus infecciones que implican un manejo hospitalario, su relación con el uso de dispositivos médicos y su perfil multirresistente.

Bajo este contexto, Fundamed ha presentado el informe sobre la importancia de la adherencia terapéutica en el manejo de este tipo de infecciones. Un documento que nace con la intención de analizar la situación actual y que pone en el foco a la adherencia como clave de éxito en el tratamiento de las infecciones graves, junto a ello, no hay que olvidar el papel que juega el uso correcto de los antibióticos. De hecho, como consecuencia del consumo excesivo de antimicrobianos, las bacterias están acelerando el desarrollo de las resistencias, y los fármacos, por tanto, pierden efectividad.

El trabajo multidisciplinar es clave. Así lo remarcaron el panel de expertos que participaron en el encuentro: Santiago Grau, farmacéutico del Servicio de Farmacia del Hospital del Mar; Jaime Esteban Moreno, departamento de Microbiología de la Fundación Jiménez Díaz y miembro de Seimc; y Juan Carlos Rodriguez Díaz, del Servicio de Microbiología del Hospital General Universitario de Alicante, miembro también de Seimc; y el presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, Luis González.

Herramientas clave

En esta situación, ¿cuáles son las herramientas para mejorar la adherencia? Como apuntan los expertos, los servicios de hospitalización domiciliaria, los hospitales de día o las consultas externas, junto a la monitorización de los pacientes vía telefónica o telemática son dos instrumentos claves. También juega un papel fundamental la oficina de farmacia, como herramienta clave para respaldar el cumplimiento terapéutico. Además, la administración de antibióticos por vía intramuscular a nivel ambulatorio; la integración de atención primaria y enfermería en los equipos de tratamiento de las infecciones; junto a una pauta de administración de los fármacos compatible con el manejo extrahospitalario de las infecciones contribuyen a esa mejora. De este modo, como explicó Grau parece claro que el futuro del tratamiento para las infecciones se dirige hacia la asistencia extrahospitalaria, priorizando el tratamiento oral y la OPAT a través de hospitalización domiciliaria o del hospital de día.

Gracias a los nuevos antibióticos se están dando pasos en este sentido. El desarrollo de nuevos tratamientos pertenecientes al grupo de los lipoglucopéptidos (dalbavancina y oritavancina) debido a su elevada vida media, poseen un régimen de administración más espaciado y compatible con el manejo extrahospitalario (dalbavancina simplifica el tratamiento dos semanas en una o dos dosis) favoreciendo por un lado la adherencia terapéutica y por otro, la reducción de las complicaciones asociadas a la terapia parenteral derivadas de la manipulación de catéteres y la estancia hospitalaria. Incorporación de novedosos tratamientos también para las infecciones por SARM como daptomicina, linezolid oral o dalbavancina entre otros.

En este sentido, Esteban ahondó en los beneficios del uso de los antibióticos. Sin embargo, “restringir las posibilidades de su uso no ayuda”, apuntó.

Con todo, parece claro hacia dónde hay que incidir en este campo. A modo de ejemplo, Rodríguez comentó que un día de ingreso en una UCI supone 3.000 euros para el sistema sanitario. En este escenario, parece obvio que trabajar en la adherencia y por tanto, facilitarla con nuevos tratamientos, es una medida coste eficaz y segura para el sistema.

El 50% de las prescripciones y de la adherencia son inadecuadas

Como recoge el informe, la falta de adherencia al tratamiento pautado es un problema grave, a esto se suma la automedicación, la prescripción innecesaria o dosis errónea. En España se estima que las prescripciones de antibióticos y la adherencia al tratamiento son inadecuadas en casi la mitad de los casos. Aunque no hay cifras exactas, como adelantó Grau, los malos datos de consumo de antibiótico y de resistencias en nuestro país nos dan pistas. Además, en la mayoría de las ocasiones, la elección del tratamiento antimicrobiano se hace inicialmente de forma empírica en base a los microorganismos más implicados en cada situación, la presentación clínica y el patrón de resistencias del entorno. Es aquí donde el equipo multidisciplinar juega un papel fundamental. Sólo en algunos casos se lleva a cabo un análisis microbiológico antes de iniciar en tratamiento. De hecho, hoy en día se calcula que el 13,5 por ciento de las infecciones están causadas por bacterias resistentes, ocasionando a los sistemas europeos gastos adicionales de 1.500 millones de euros y provocando 25.000 muertes anualmente. En el contexto de las infecciones nosocomiales, por ejemplo, para el tratamiento de bacteriemias, endocarditis y otras enfermedades de la piel y tejidos blandos ocasionadas por S. aureus, se utilizan penicilinas y cefalosporinas. Sin embargo, la aparición y propagación de S. aureus resistente a meticilina (SARM), que actualmente representa hasta el 41,2 por ciento de los aislados de este patógeno a nivel mundial, requiere el uso de antibióticos alternativos del grupo de los glicopéptidos como la vancomicina o más recientemente la dalbavancina.

Algo similar ocurre con el tratamiento de infecciones potencialmente mortales como la neumonía, septicemia o infecciones de los recién nacidos causadas por Klebsiella pneumoniae. En este caso están apareciendo resistencias a antibióticos carbapenémicos, considerados el último recurso terapéutico, hasta en la mitad de los aislados.

Los autores del trabajo apuntan a que de seguir así, en un futuro las infecciones microbianas podrían ocasionar a nivel mundial un aumento de los costes anuales de salud de entre 300.000 millones y un billón de euros , además de 10 millones de muertes al año.