«Los médicos todavía estamos muy lejos de comprender lo que significa la Inteligencia Artificial». Así lo afirmó Paulino Cubero, vocal de la Junta directiva de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME), el pasado 14 de octubre, durante la Jornada de Sociedades COSCE 2021 “Inteligencia Artificial: de los desafíos a las oportunidades».
Sin embargo, más allá de los retos que aún debe afrontar España en cuanto a esta tecnología, los quince expertos que asistieron a la jornada abordaron la Inteligencia Artificial (IA) desde su lado más positivo. Cubero, por ejemplo, también rememoró cómo hace 25 años los carpetones de las consultas iban engordando con papeles elaborados a mano, que contenían los datos de cada paciente. Y, por si esto no fuera poco, ni él mismo entendía aquella letra de médico.
Nada que ver, indicó, con la facilidad que ahora presenta la aplicación de la Inteligencia Artificial en el momento de construir bases de datos con los historiales de todos los pacientes.
«Para lograr que esta tecnología responda a las necesidades de profesionales y pacientes, el médico tiene que estar desde el principio del diseño digital», incidió Cubero, haciendo hincapié en que queda un largo recorrido para posicionarnos a la altura de otros países hermanos.
Este aspecto también lo recalcó la secretaria general de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, Raquel Yotti, como un beneficio a la hora de empoderar al paciente y hacerlo responsable de su propia salud.
«La Inteligencia Artificial permite hacerte responsable de tu salud. El poder tener acceso a tus propios datos y el poderlos analizar e interpretar, empodera al paciente y tiene consecuencias muy identificables en términos de calidad de vida».
Asimismo, Yotti expuso la Inteligencia Artificial como una herramienta de optimización de los flujos de trabajo y distribución de los recursos. En un sistema sanitario en el que el tiempo escasea, «el ir caso a caso, contando palotes, como dicen los epidemiólogos más antiguos del lugar» ya no es viable.
«Esto es un proceso largo. No ocurre de la noche a la mañana, pero es preciso que los profesionales entiendan que esta es la forma de hacer medicina. No hay otra», afirmó la secretaria general de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Para acercarse un poco más a la realidad de la población, Elisa Martín, directora del área de Salud en el Instituto de Ingeniería del Conocimiento puso como ejemplo el caso de la sepsis. Una enfermedad que responde de forma abrumadora y extrema a una infección y que, además, es responsable de 8 millones de muertes en el mundo cada año.
«Con la IA seremos capaces de alertar a un médico de que un paciente va a poder desarrollar sepsis en las siguientes 72 horas. Es decir, vamos a ir aumentando las capacidades de subsistencia», razonó Martín.
Una tecnología dependiente
Hasta finales del siglo XX, la inteligencia humana era el instrumento más efectivo para procesar un volumen creciente, pero asumible, de información. Con el siglo XXI, sin embargo, se ha producido un crecimiento exponencial de datos disponibles, que ha provocado el desarrollo de nuevos sistemas de procesamiento, mucho más eficientes que nuestra mente en cuanto a volumen de datos y rapidez.
Una situación que ha propiciado cambios significativos en la interpretación de la realidad, cada vez menos humana, ya que el nuevo sistema es de base «inorgánica”, razón por la que se le conoce como Inteligencia Artificial.
En palabras de Juan Francisco Jimeno, investigador del Banco de España, la IA es la capacidad de una máquina para imitar el comportamiento humano inteligente. Algoritmos autónomos, detalló Jimeno, que realizan determinadas tareas y que pueden, incluso, replicarse y extenderse por sí mismos.
Este tipo de transformación digital, que ha apartado al ser humano de ciertas tareas, ha creado controversia desde su aparición. ¿Acabarán superando al ser humano? ¿Son éticas? ¿Destruyen empleo?
Los ponentes dejaron clara su posición: se trata de una tecnología creada por el ser humano, por lo que, la inteligencia artificial y su ética siempre dependerán de él. Asimismo, aclararon que, aunque destruya un gran número de empleos, genera otro aún mayor y con mejores perfiles laborales, es decir, más cualificados.
«La evidencia incipiente que tenemos muestra que la Inteligencia Artificial no está siendo tan disruptiva como la gente temía en cuanto a pérdidas de sueldo y de salario».
Aplicada al medioambiente
Más allá del ámbito de la salud, la Inteligencia Artificial también trae consigo grandes beneficios para el medio ambiente. Según explicaron Matilde Barón, Estación Experimental del Zaidín-CSIC y Antonio Plaza, Catedrático de la Universidad de Extremadura, esta tecnología permite una agricultura de precisión.
«Para los agricultores significa visualizar los parámetros de sus explotaciones agrícolas en tiempo real. Aumentar su actividad, reducir los costes y disminuir el esfuerzo, que es muy importante», enumera Matilde Barón.
«Además -prosiguió la experta-, también les permite recoger el cultivo en el momento adecuado, y planificar de manera eficiente la plantación, el riego, la fertilización y las enmiendas».
En referencia a la situación actual del país, la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Carme Artigas, aseguró que España está preparada para asumir ese cambio tecnológico y que es una de esas «grandes oportunidades que nuestro país no puede dejar escapar».
“España tiene una oportunidad sin precedentes para escalar en competitividad e innovación al servicio de una economía digital de referencia”, detalló Artigas.
Durante su intervención, la secretaria de Estado afirmó que España está apostando de forma decidida por liderar el desarrollo de una “inteligencia artificial centrada en las personas, la innovación, el emprendimiento y su integración en las cadenas de valor de nuestro tejido productivo». A ello añadió que “hay poner en marcha un nuevo modelo de país más digital, verde e inclusivo, que es el que queremos construir durante la próxima década”.
La Inteligencia Artificial, por lo tanto, «mejorará la atención sanitaria, aumentará la eficiencia de la agricultura de precisión, de los sistemas de producción y también contribuirá a la mitigación del cambio climático y a la predicción de muchos aspectos. Además, nos aportará otros muchos cambios que, de momento, quizás no podamos incluir ni cree», concluyó L. Alfonso Ureña, vocal de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE).