Nieves Sebastián Madrid | jueves, 31 de octubre de 2019 h |

En 1970 el biólogo Frank Macfarlane Burnet expuso las bases de la inmunoterapia. Veinte años después el investigador japonés Tasuku Honjo y su equipo descubrieron el funcionamiento del receptor proteico CTLA-4 y la importancia de la proteína PD-1 para potenciar el sistema inmune, concretamente, en procesos de cáncer, una contribución que le hizo merecedor del Premio Nobel de Medicina 2018.

El investigador ha explicado el proceso que le llevó a descubrir cómo utilizar la inmunoterapia contra el cáncer en una conferencia magistral en el marco del Landmark Symposium organizado por Fundación Fernández Cruz y la Real Academia Nacional de Medicina, institución de la que ha sido nombrado académico de honor.

El hallazgo más importante de Honjo y su equipo fue averiguar que, bloqueando el PD-1 en determinados tumores, se frenaba su progresión o incluso se lograba reducir los tumores.

Honjo explicó que el melanoma fue el primer tipo de cáncer en el que se demostró que esta terapia era eficaz, extendiéndose luego estos estudios cada vez a más tipos de tumores. Dentro de este proceso, el año 2006 fue una fecha clave en el calendario, ya que fue cuando el primer fármaco de inmunoterapia fue aprobado por una autoridad regulatoria, en este caso la FDA. El medicamento en cuestión fue Opdivo (nivolumab) y se aprobó su uso en ensayos clínicos.

Para Honjo, el uso de este tipo de tratamiento contra el cáncer supone un cambio de paradigma, reportando menos efectos adversos para los pacientes, demostrando cada vez su eficacia en más tumores y registrando efectos más duraderos en comparación con otras terapias. De cara al futuro, el ganador cree que los siguientes avances pasarían por descubrir nuevos biomarcadores tumorales que aseguren la eficacia de los tratamientos.

En el futuro, el investigador japonés alberga la esperanza que, al igual que nuestro sistema inmune se ha ido desarrollando y luchando por sí mismo contra diferentes enfermedades, sea capaz de detectar las células cancerígenas como ajenas a través de algunas de sus mutaciones, lo que considera que supondría pasar a un siguiente nivel en el abordaje del cáncer.

Combinaciones y biomarcadores

El principal problema de la inmunoterapia es que, hasta el momento, no se ha encontrado ningún marcador que sea óptimo para ver qué pacientes son idóneos para el tratamiento en términos de respuesta al mismo. Así lo exponía Alfredo Berrocal, jefe de Sección de Oncología del Hospital General de Valencia, quien también apostó por el uso de combinaciones para maximizar la efectividad de la inmunoterapia.

Para los pacientes que, en principio no podrían beneficiarse de la inmunoterapia por tener tumores denominados como ‘fríos’, Alfredo Carrato, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, propuso aplicar tratamientos que los conviertan en tumores calientes y poder así aplicarles la inmunoterapia. Para ello, explica que con radioterapia, quimioterapia u otras terapias como la crioablación se podría generar esta transformación.

La investigación es imprescindible en este proceso, para la cual Carrato sugirió el uso de técnicas novedosas como la ejecución de ensayos 3D con bioimpresión, reproduciendo elementos como fibroblastos o células tumorales para ver de qué manera pueden responder a estos tratamientos.

En cuanto al estudio de nuevos biomarcadores, una de las conclusiones comunes residió en la necesidad de profundizar en el análisis de elementos como el microambiente o identificar aquellos indicadores que puedan ser potencialmente útiles tanto a la hora de identificar a los pacientes elegibles como al controlar el avance del tratamiento.

Asimismo una de las grandes apuestas en esta materia pasa por el uso de la biopsia líquida para obtener datos en tiempo real del efecto que está teniendo el tratamiento aplicado sobre los pacientes, para ajustarlo o cambiarlo en caso de que sea necesario.

Aumento de las indicaciones

Durante la sesión, oncólogos de diferentes especialidades analizaron el cambio que ha supuesto la inmunoterapia. Y es que, los resultados registrados en melanoma animaron a estudiar sus efectos en otros tumores rápidamente.

El cáncer de pulmón es otra de las especialidades en la que más éxito se ha logrado, siendo una parte fundamental la división de la enfermedad por tipos en función de las características del tumo. En este sentido, los oncólogos destacan la respuesta de los pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas (NSCLC), resultando muy efectiva la expresión de PD-1 que muestran o de su ligando, PD-L1, a la hora de seleccionarles para este tratamiento.

Pero, paulatinamente, se empieza a aplicar este tratamiento en otros tipos como los tumores genitourinarios o los diferentes tipos de cáncer de cabeza y cuello, suponiendo una nueva esperanza para estos pacientes.

Con el ingente número de estudios que se están realizando en la actualidad, uno de los grandes desafíos de futuro pasa por que la comunidad médica asimile la gran cantidad de información disponible en cada especialidad para poderla incorporar a la práctica clínica.


El Premio Nobel confía en que en el futuro el sistema inmune sea capaz de reconocer las células cancerígenas



Hay que avanzar en el uso de combinaciones, que puede maximizar la efectividad de la inmunoterapia