La detección temprana de la enfermedad de Alzheimer, particularmente en su fase asintomática, representa un desafío significativo en la medicina moderna, ya que en este estadio es cuando las intervenciones pueden ser más efectivas. Para un seguimiento adecuado de los individuos sin deterioro cognitivo, pero con evidencias biológicas de esta patología, es esencial una caracterización exhaustiva de los cambios sutiles en sus trayectorias cognitivas. Este enfoque será clave para interpretar los resultados de los ensayos clínicos de prevención primaria, especialmente aquellos relacionados con nuevas terapias modificadoras de la enfermedad.
Por otro lado, los efectos de la práctica, describen cómo la repetición de una tarea cognitiva mejora el rendimiento en la misma, debido a la exposición previa. Este fenómeno se ha estudiado tanto en personas con envejecimiento normal como en aquellas con deterioro cognitivo.
Diversos estudios han evidenciado que pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL) y formas tempranas de alzhéimer experimentan una reducción en los efectos de la práctica, lo que podría tener implicaciones importantes para el manejo y tratamiento de estas condiciones.
Ahora, en un nuevo estudio publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia se han identificado deficiencias cognitivas sutiles en personas en estadios preclínicos de la enfermedad de Alzheimer, cuando aún no son conscientes de los primeros síntomas. Este hallazgo podría ser crucial para mejorar la detección temprana de la enfermedad y permitir un seguimiento más efectivo de las personas en riesgo. La identificación temprana de estos cambios cognitivos, incluso antes de que los síntomas sean evidentes, abre nuevas oportunidades para la intervención preventiva y la monitorización de individuos con mayor susceptibilidad a desarrollar la enfermedad.
Los efectos de la práctica en la enfermedad
En este estudio, se incluyó a 209 participantes mayores de 45 años, todos con un rendimiento cognitivo y funcional preservado. A cada uno se le sometió a una serie de análisis para determinar la presencia de la enfermedad de Alzheimer, junto con una evaluación neuropsicológica completa. Durante los dos años posteriores a la primera visita, se repitió la evaluación neuropsicológica de forma anual.
Los resultados obtenidos por el equipo investigador revelaron que las personas que dieron positivo en los marcadores biológicos de la enfermedad de Alzheimer, pero que aún no mostraban síntomas, experimentaron una reducción en los efectos de la práctica. Esto significaba que, a pesar de repetir las pruebas cognitivas de aprendizaje verbal, memoria y tareas de lenguaje en múltiples ocasiones, no mejoraban su rendimiento, lo que sugiere una alteración temprana en los procesos cognitivos vinculados a la enfermedad.
Pero los resultados de este trabajo no solo tienes implicaciones en el ámbito clínico, sino también en el marco de los ensayos clínicos y la investigación observacional. Estudios recientes subrayan la importancia de tener en cuenta los efectos de la práctica al establecer medidas de resultados en ensayos clínicos, especialmente en el contexto de la enfermedad de Alzheimer.
En este caso, si bien la evaluación de estos efectos se realizó mediante pruebas neuropsicológicas anuales, se sugiere que intervalos de tiempo más cortos podrían resultar aún más efectivos. Por ejemplo, un estudio evaluó los efectos de la práctica durante una semana en individuos sin demencia pero con amiloide positivo. Los autores propusieron que la medición de estos efectos en períodos tan breves podría mejorar significativamente la selección de participantes para ensayos de prevención, optimizando así los procesos de reclutamiento e identificación de personas en riesgo.
Asimismo, en un informe basado en datos de la Red de Alzheimer de Herencia Dominante (DIAN), expertos exploraron el papel de los efectos de la práctica en ensayos de prevención de alzhéimer, destacando tres puntos clave.
Primero, observaron que los efectos de la práctica se veían influenciados por el estado clínico de los participantes con UC (sin deterioro cognitivo), siendo los no portadores de mutaciones los que mostraban un mejor rendimiento en las pruebas. Estos hallazgos coinciden con los resultados del nuevo estudio, sugiriendo que la tasa de mejora en el tiempo podría ser un indicador de cambios cognitivos sutiles también en presentaciones esporádicas de la enfermedad. En segundo lugar, se constató que el uso de formas alternativas y estímulos aleatorios en medidas computarizadas redujo, aunque no eliminó, los efectos de la práctica, reflejando el impacto de las estrategias de aprendizaje. Finalmente, se observó que las trayectorias cognitivas eran consistentes entre los ensayos clínicos y las cohortes observacionales.
En conjunto, estos resultados destacan la necesidad de considerar los efectos de la práctica al modelar estadísticamente los puntos finales cognitivos, tanto en ensayos clínicos como en estudios observacionales, para mejorar la precisión y efectividad en la evaluación de intervenciones preventivas.