El suicidio es un grave problema social y la primera causa de muerte en España, según el Instituto Nacional Estadística, cada día en España se suicidan 11 personas al día, sólo en el 2021 fallecieron 4.003 personas por suicidio. El próximo 18 de noviembre se celebra el Día Internacional del Superviviente por Suicidio. Esta efeméride da visibilidad a todas aquellas personas que sufren la muerte de un ser querido por suicidio y reivindica una mayor concienciación social sobre este problema. En este sentido, Gabriel Rubio, jefe de servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario 12 de Octubre ha desgranado para GM la situación del paciente suicida y su entorno.

Pregunta. ¿Cómo debe ser el abordaje de un superviviente al suicidio?

Respuesta. El superviviente por suicidio es aquella persona que ha perdido un ser querido por esta causa, por tanto, lo primero es entender su dolor, empatizar con él. Después, hay que hacer entender a la persona que el único responsable de la muerte de su familiar es el propio suicida. Asimismo, hay que hacer entender al superviviente que es muy difícil poner en marcha estrategias que eviten el acto suicida. Es muy complicado que un familiar sea capaz de darse cuenta de esta realidad. Por último, explicar a la persona el proceso emocional por el que va a pasar y dejar claro que el sentimiento de culpa no es algo vergonzoso y que volver a la normalidad no es una traición a la persona muerta ni a su memoria. Es fundamental explicar bien esto al paciente.

P. Estas personas que han experimentado la muerte por suicidio en primera mano, ¿cree que tienen cierto rechazo a hablar del tema?

R. Absolutamente. Hay muchos familiares que se consideran responsables de la muerte del familiar y por ello no quieren hablar del tema, incluso, muchos de ellos piden a su entorno que no hablen de suicidios, sino de accidentes. Aunque, en su foro interno saben que no es así. La vergüenza y el estigma social existente lleva a los supervivientes a omitir la realidad. Eso les genera mucho más aislamiento, el no poder ventilar las emociones provoca un enquistamiento, que en ocasiones nunca llegan a resolver. Hacer visibles, a los que ya no están es una tarea que beneficia enormemente en el proceso de recuperación emocional de la persona. Además es la camino para eliminar es estigma al suicidio en España.

P. ¿Los supervivientes por suicidio pueden llegar a desarrollar conductas suicidas a causa de la muerte de ese familiar?

R. Habitualmente no. Aunque, suele haber un componente de transmisión familiar en el suicidio. El 25 por cientos de los pacientes que han fallecido por esta causa han tenido antecedentes familiares, ya sea tentativas o muertes por suicidio. No obstante, en el entorno del paciente se genera un sentimiento de culpa generalizado. Familiares y amigos consideran que deberían de haberse dado cuenta y como consecuencia de esa inacción el paciente se suicidó. De hecho, este pensamiento también lo llegamos a tener los profesionales.

Es más, en muchas ocasiones estas tentativas o muertes por suicidio ocurren después de un conflicto entre la persona que ha cometido el suicidio y un familiar o un amigo. El sentimiento de culpa es horroroso, pero no lleva a estas personas a llevar a cabo el acto suicida. Lo que suele suceder es que les cuesta mucho superar esa fase del duelo e incluso, hay que nunca lo llega a superar.

P. ¿Qué medidas preventivas se deben de tomar para evitar que una persona muera por suicidio?

Las muertes por suicidio suelen ocurrir en personas que tienen o pueden tener trastornos mentales. Por ejemplo, una persona diagnosticada de un trastorno bipolar, cuando tiene una recaída en su cuadro depresivo tiene más riesgo de cometer un acto suicida. Por tanto, un adecuado control y seguimiento por parte del psicólogo y del psiquiatra es fundamental. Asimismo, es crucial identificar cuando una persona se está descompensando, se está deprimiendo, y ahí, somos nosotros los profesionales y su entorno quien debemos de dar la voz de alarma. El problema ocurre cuando la tentativa de suicidio o el suicidio aparece en un adolescente o en una persona que no está diagnosticada y no está en tratamiento. Ahí, las señales, la mayor parte de las veces, provienen del ámbito familiar y de los amigos. La persona comienza a presentar rarezas en su comportamiento, alteraciones de conducta como un mayor aislamiento, un mayor retraimiento, está menos expresivo o menos comunicador. Además, si se obvian estas señales, si no se preguntan, la persona que esta pensando en el suicidio se siente que no es importante, que vale poco, que su opinión o su presencia no es necesaria para ese grupo de amigos o esa estructura familiar.

Por tanto, es fundamental que el entorno de estas personas tenga un papel protagonista. En el caso de personas diagnosticadas su entorno deben de llevar a cabo un seguimiento de posibles recaídas en estos cuadros depresivos y, si no está diagnosticado sus amigos y familiares deben de estar atentos a ciertas señales que haga sospechar que la persona pueda tener un episodio depresivo que le pueda llevar a tener conductas suicidas.

P. ¿Que medidas crees que deberían de implementar las administraciones para mejorar la situación del suicidio en España?

R. Es fundamental un proceso de educación, hay factores biológicos, psicológicos, culturales y sociales que es importante conocer. Del mismo modo, hay que normalizar hablar aspectos relacionados con la salud mental de los adolescentes. Están en una edad en la que pueden adoptar conductas de riesgo propias de la adolescencia como: ideas de suicidio, consumo de sustancias, primeras experiencias sexuales y es importante hablar de ellas para poder abordarlas correctamente y que no se conviertan en un tabú que pueda desembocar en una conducta suicida en un futuro.

Por otra parte, sería importante mejorar los equipos de atención primaria (ap). Los médicos de cabecera son los que mejor conocen la trayectoria de una familia y quienes tienen un relación más fluida y de confianza con sus pacientes, por lo que, estos profesionales pueden detectar y prevenir más fácilmente estas conductas suicidas. Por tanto, la estrategia de prevención del suicidio debe de partir desde atención primaria. Tener unos equipos de ap más potentes y robustos posibilita un abordaje más eficiente. No obstante, al estar transferida las competencias de Sanidad a las diferentes Comunidades Autónomas sería necesario realizar un plan conjunto de prevención del suicidio para dar una respuesta coordinada y eficiente.


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