Las terapias CAR-T están revolucionando el tratamiento de enfermedades hematológicas y oncológicas. Al reprogramar células T del propio paciente para atacar células tumorales específicas, estas terapias ofrecen una alternativa prometedora para pacientes que no responden a tratamientos convencionales. En esta línea, la investigación avanza con nuevos estudios que buscan mejorar su eficacia y seguridad, ampliando las esperanzas en la lucha contra distintos tipos de cáncer, y, además, ampliando horizontes hacia enfermedades autoinmunes.

La implementación de las terapias CAR-T en España ha supuesto un hito en el tratamiento de muchos pacientes. Gracias a una red de centros acreditados y al apoyo del Sistema Nacional de Salud, esta terapia personalizada se ofrece en hospitales públicos, permitiendo que pacientes con pronósticos complicados accedan a tratamientos innovadores sin salir del país. En este contexto, Silvia Monsalvo, hematóloga del Servicio de Hematología del Hospital Puerta de Hierro, explica en una entrevista con Gaceta Médica que “uno de los avances más destacados en terapias CAR-T en España ha sido la ampliación de sus indicaciones terapéuticas”. La especialista señala que “en marzo de 2024, estas terapias, inicialmente aprobadas solo para el tratamiento de linfoma B difuso de células grandes, linfoma mediastínico y en leucemia linfoblástica aguda en menores de 25 años, ahora abarcan más patologías, incluyendo el linfoma folicular y el linfoma del manto, e incluso en fases más tempranas de tratamiento”.

Además, el desarrollo de CAR-T académicos también ha avanzado notablemente, y las indicaciones terapéuticas están en expansión, “incluso para enfermedades más allá de las hematológicas”, afirma Monsalvo. Estas incluyen enfermedades autoinmunes y, de forma experimental, algunos tumores sólidos, aunque aún no estén oficialmente financiadas para estos casos en particular. No obstante, por el momento estas terapias están mostrando mejores resultados en ciertos tipos de tumores aprobados por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y financiados en España. “Actualmente, estos incluyen el linfoma B difuso de células grandes en recaída tras dos o más líneas de tratamiento, el linfoma folicular después de tres o más líneas terapéuticas, el linfoma primario mediastínico tras dos o más tratamientos y el linfoma del manto tras dos o más líneas de tratamiento”, especifica la especialista.

Además, las nuevas indicaciones abarcan el mieloma múltiple, mientras que la leucemia linfoblástica aguda ya contaba con esta opción, pero sigue siendo una de las aplicaciones más relevantes de CAR-T. De acuerdo con Monsalvo, “otro avance significativo ha sido el aumento en el número de centros designados para administrar esta terapia, mientras que al principio solo ocho centros estaban acreditados para realizar las infusiones, actualmente el número está en crecimiento, facilitando el acceso de los pacientes a esta innovadora terapia a nivel nacional”.

El proceso para desarrollar una CAR-T implica la recolección de linfocitos del propio paciente, los cuales son modificados genéticamente en laboratorios especializados para reconocer y atacar células cancerosas. Esta estrategia, aunque compleja y costosa, ha mostrado resultados prometedores en la mejora de la supervivencia y calidad de vida de los pacientes, situando a España como uno de los países líderes en Europa en acceso y desarrollo de CAR-T.

Desafíos en la implementación de las CAR-T

La implementación de las terapias CAR-T en España enfrenta varios desafíos significativos, debido a la complejidad técnica, logística y económica que implica este tratamiento. Uno de los mayores retos es el elevado coste, ya que se trata de una terapia avanzada y altamente personalizada, lo que exige inversiones importantes en infraestructuras, personal especializado y logística para la manipulación y transporte seguro de células.

Además, el proceso de modificación genética de linfocitos requiere instalaciones y protocolos muy específicos, lo cual limita el número de centros en el país que pueden realizar estos procedimientos. Tal y como afirma Monsalvo, “Uno de los mayores desafíos de las terapias CAR-T es la complejidad logística que implica su proceso, desde la extracción de células mediante aféresis hasta la infusión final, cada etapa requiere un sistema de gestión de calidad riguroso”. En Europa, el modelo JACIE es una referencia clave en este ámbito, y los centros acreditados para administrar CAR-T deben contar con un sistema de gestión de calidad implementado. “Esto incluye una formación específica del personal en cada paso, desde la extracción celular hasta la infusión y la gestión de posibles efectos adversos”, explica la experta.

La administración de estas terapias es un proceso altamente especializado, similar a otros procedimientos de terapia celular como el trasplante de médula ósea. “Los centros que ya realizan trasplantes de progenitores hematopoyéticos suelen estar más familiarizados con estos procesos, lo que facilita la capacitación necesaria”, explica Monsalvo. Sin embargo, “es fundamental contar con personal específico, con experiencia previa en trasplantes, para manejar con precisión cada etapa de la terapia CAR-T”, subraya la especialista, que añade que “si un centro no cuenta con esta experiencia, se requiere tiempo para formar al equipo e implementar un sistema de gestión de calidad adecuado”.

Por otro lado, un factor clave que destaca la experta es que “es fundamental que todos los centros, independientemente de su tamaño, estén capacitados para seguir el Plan de Terapias Avanzadas del Ministerio en cuanto a la derivación de pacientes candidatos a terapia CAR-T”. “Si un centro no cuenta con la cualificación para administrar CAR-T pero identifica a un paciente elegible y con indicación financiada, debe enviar una solicitud al organismo autonómico encargado de terapias CAR-T y, tras la aprobación a nivel nacional, el paciente es derivado a un centro cualificado para recibir el tratamiento”.

Identificación temprana de pacientes candidatos

Aunque este proceso no es demasiado lento, asegura Monsalvo, uno de los grandes retos es capacitar tanto a los centros cualificados como a los no cualificados en la identificación temprana de los pacientes candidatos a terapia CAR-T. “Este paso es clave porque la calidad del material inicial, es decir, los linfocitos del paciente obtenidos mediante aféresis, es fundamental para la producción de CAR-T”, explica. “Para realizar la extracción, es necesario que el paciente cumpla con períodos de descanso o lavado de ciertos tratamientos, como la quimioterapia, antes de la aféresis”, señala la hematóloga, que indica que “una vez extraídos los linfocitos en las condiciones óptimas, se evalúa a nivel nacional por un comité de expertos si el paciente es candidato o no para recibir el tratamiento CAR-T”.

La especialista subraya la importancia de la identificación temprana de los pacientes y la mejora en los acuerdos con los centros infusores para optimizar el acceso a la terapia CAR-T, “especialmente cuando un centro no está cualificado para administrarla”. En este aspecto, es esencial contar con protocolos de derivación bien definidos que guíen el proceso de envío de pacientes desde centros no cualificados a los centros habilitados para la infusión. “Estos protocolos están claramente establecidos en el Plan Nacional de Terapias Avanzadas”, puntualiza Monsalvo.

Para mejorar las diferencias en el acceso a la terapia CAR-T, “considero fundamental formar a los profesionales en la identificación temprana de los pacientes y asegurar que conozcan estos protocolos de derivación y esto se puede lograr mediante charlas formativas o reuniones, incluso telemáticas”, asegura la especialista, que destaca que “en mi centro, por ejemplo, tenemos reuniones quincenales con otros centros para coordinar y mejorar el acceso y la gestión de estos tratamientos”.


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