Las personas con enfermedades no COVID están sufriendo importantes retrasos en el diagnóstico y seguimiento durante la pandemia. Este hecho es especialmente relevante  para los pacientes con  patologías crónicas. De hecho, 19 millones de personas en España, es decir, más del 40% de la población, sufren alguna. Una cifra que se extiende a 9 de cada 10 cuando hablamos de personas mayores.

Así se ha puesto de relieve en el webinar “La gestión de enfermedades no-COVID durante y después de la pandemia”, organizado por Si-Health con el apoyo de Sanofi. Dentro del mismo se ha puesto el foco en dos patologías concretas: la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

Control en diabetes

La atención volcada en el impacto de la COVID-19 ha tenido como consecuencia una deficiente reacción para la atención frente a enfermedades crónicas como la diabetes . “La dificultad en el paciente crónico no COVID parte de un hecho determinante: la limitación de acceso a los centros sanitarios”, según Francisco José Pomares, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario San Juan de Alicante. El experto ha avisado del peligro de  secuelas en patología crónica, que van a permanecer  una vez pase la pandemia.

Respecto a la COVID-19, los datos reflejan que hay una mayor predisposición al contagio en pacientes con diabetes, así como a un peor pronóstico por complicaciones y mortalidad. “Sin embargo, un buen control metabólico se asocia a un mejor pronóstico”, ha señalado Pomares. El control metabólico requiere una monitorización que en el contexto de la pandemia se ha visto afectada negativamente en torno al 20% respecto al año anterior.

“La dificultad en el paciente crónico no COVID parte de un hecho determinante: la limitación de acceso a los centros sanitarios”

Francisco José Pomares, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario San Juan de Alicante

En el caso concreto de la Comunidad Valenciana, los departamentos de salud en los que ha habido mejores controles glucémicos, que son a la vez los centros donde se estaba “trabajado” mejor la diabetes, han tenido una afectación menor de la COVID-19.

Asimismo, ha resaltado que un buen control en diabetes supone también un impacto beneficioso en cuanto a todas las complicaciones inherentes a la enfermedad, como por ejemplo el riesgo de mortalidad cardiovascular, que en una persona con diabetes es de 2 a 4 veces mayor. “Este buen control que teníamos sobre la diabetes lo estamos perdiendo”, ha avisado.

Oportunidades en diabetes

No obstante, y a la vista de las necesidades de las personas con diabetes, la pandemia ha favorecido también la implementación de iniciativas. Entre ellas, Pomares ha destacado la telemedicina, las plataformas de seguimiento para el control glucémico o la videosistencia para la educación terapéutica, capaz de impactar de manera positiva en el compromiso de los pacientes.

Así las cosas, la COVID-19 ha dejado lecciones que plantean diversas oportunidades. Según el experto, “tenemos que centrar la atención y los esfuerzos en las personas con diabetes y sus necesidades. Esta es una oportunidad de plantear estrategias de integración de recursos entre Atención Primaria y Hospitalaria”. Para concluir, Pomares ha insistido en la necesidad de poner al paciente en el centro y buscar un modelo integrado.

COVID-19: un acelerador de cambio

La situación de pandemia ha contribuido a que se avivaran cambios en materia sanitaria. Se ha generado una aceleración en la toma de decisiones en los clínicos, se ha desestigmatizado lo digital, ha habido más innovación y menos burocracia, y se han producido cambios en recursos humanos. Su impacto positivo en esta coyuntura, en opinión del codirector de Si-Health y ex director del sistema de salud de la OMS, Rafael Bengoa, se debe a que “se ha dejado a los clínicos más libres, con menos intervenciones desde arriba y eso ha permitido grandes avances en el sistema”.

Según ha reflejado el experto, para mantener esta actitud en el tiempo, hace falta reforzar este cambio cultural y mantener el empoderamiento local para siempre. “Eso supone dejar de microgestionar desde arriba y ejercer un liderazgo inclusivo”, ha señalado. Tal y como ha reseñado, estos cambios dan lugar a mejores indicadores económicos y de calidad, en tanto que se produce una mayor participación y engagement en la gestión con los profesionales.

“Se ha dejado a los clínicos más libres, con menos intervenciones desde arriba y eso ha permitido que se hayan hecho grandes avances en el sistema”

Rafael Bengoa, codirector de Sí-Health y ex director del sistema de salud de la OMS

Para conseguir delinear estos pathways o recorridos horizontales, que también impactan en la trayectoria de los enfermos, Bengoa indica que tiene que haber una relación creciente entre el hospital, Atención Primaria y servicios sociales. “Tienen que empezar a compartir responsabilidad”, ha explicado.

Esta apuesta por un liderazgo “más poblacional” como respuesta al problema de la implementación queda reflejada en la ‘Guía de Atención Integrada en diabetes: del diseño a la implementación’. “Tenemos que hacer cosas diferentes. Tiene que producirse un cambio mental; tenemos que pasar a un modelo centrado en la cronicidad y en la integración”, ha subrayado Bengoa.

Patologías cardiovasculares

Para José Ramón González Juanatey, jefe del servicio de Cardiología y UCC del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, “no podemos permitir que la COVID-19 sea la disculpa para hacer medicina cardiovascular y oncología de segundo nivel”. Tal y como ha expuesto, en España hay 10.000 infartos cada mes, y durante la pandemia, al menos la mitad se muere en sus domicilios. “Ahí está parte del exceso en mortalidad de la primera ola”, ha señalado.

Además de los retrasos producidos, Juanatey ha evidenciado su preocupación por el impacto en la continuidad asistencial. “Cardiología es una especialidad de agudos y de continuidad asistencial de pacientes crónicos y se debe manejar desde la transversalidad. La pérdida de la continuidad puede tener mucho mayor impacto que el que han tenido las urgencias en las primeras olas”, ha avisado.

“No podemos permitir que la COVID-19 sea la disculpa para hacer medicina cardiovascular y oncología de segundo nivel”

José Ramón González Juanatey, jefe del servicio de Cardiología y UCC del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela

En la situación actual, el experto ha indicado la necesidad de aplicar nuevas medidas de gestión como la telemedicina para intentar mejorar los procesos asistenciales, siempre desde la perspectiva de aumentar los indicadores. En este sentido, ha apuntado la urgencia de medir de forma local, una perspectiva de abordaje esencial para unas enfermedades tan prevalentes como son las cardiovasculares. Según ha relatado, en su experiencia, “la medición de indicadores y posterior evaluación con el objetivo de identificar oportunidades de mejora”, ha resultado una pieza fundamental.

A nivel regional, ha destacado los beneficios ofrecidos por las tecnologías de la información en Galicia a través de una historia clínica electrónica única compartida. Gracias a ella, se puso en marcha la e-Consulta. “Antes de que el paciente viniese de manera presencial, el médico de Atención Primaria planteaba la duda y un cardiólogo, en un periodo máximo de 72 horas, contestaba o resolvía la duda”, ha explicado.

En consecuencia, la espera de consulta cayó de forma significativa a unos 15-20 días y se pudo resolver hasta un 30% de las derivaciones. Una herramienta de telemedicina que ha derivado en una priorización muy positiva, según Juanatey. “Nos hemos podido centrar en los pacientes más complejos y los menos complejos los hemos podido resolver mediante la historia clínica”.


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