El próximo 23 de enero se presentará la ampliación y actualización de la cartera común de servicios de genética del Sistema Nacional de Salud (SNS).  Como ya anunciaba en marzo de 2023 César Hernández, director general de Cartera Común de Servicios y Farmacia de Sanidad, durante su intervención en el Congreso de los Diputados, donde se presentó el informe ‘Los biomarcadores como motor de la Medicina de Precisión en Oncología‘, esta actualización debe ser “ágil, eficaz y eficiente”.

A la espera de que el ministerio publique este catálogo, desde la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) aluden al nivel de eficiencia científica y a la coste-efectividad como los criterios prioritarios para definir la utilidad de los diferentes biomarcadores en oncología. Así, Arnaud Bayle, miembro del Comité de Medicamentos y del Comité de Políticas Públicas de ESMO, señala que “actualmente no existe una estandarización de las listas de referencia entre países y, cuando existen estas listas, hay incluso diferencias entre regiones de un mismo país”. “Además, no todas las listas adoptan el mismo enfoque: algunas se centran en biomarcadores, otras en técnicas y en ocasiones, se mezclan; además, es importante tener en cuenta que el mismo biomarcador puede investigarse utilizando diferentes técnicas”.

Escalas genómicas

Bayle considera que, con el objetivo de establecer una lista de biomarcadores que sea útil para los especialistas “es importante usar escalas genómicas como ESCAT (escala ESMO para la aplicabilidad clínica de objetivos moleculares), desarrollada por ESMO, para priorizar los biomarcadores que tengan un mayor nivel de evidencia científica para extender las pruebas de estos como rutina clínica para todos los pacientes”. ESCAT nace de un proyecto colaborativo impulsado por el Grupo de Trabajo de Investigación Traslacional y de Medicina de Precisión de ESMO con el objetivo de proporcionar un marco sistemático para clasificar objetivos moleculares en función de la evidencia disponibles que respalde su valor como objetivos clínicos.

Aunque hay herramientas como ESCAT que permitan evaluar el valor de los biomarcadores en cada caso, Bayle recuerda que “es importante enfatizar en que el nivel de conocimiento sobre biomarcadores evoluciona muy rápidamente y que se debe favorecer la secuenciación masiva de nueva generación (NGS) puesto que los resultados de estas pruebas pueden detectar anomalías genómicas que permitan también el acceso a ensayos clínicos o el acceso temprano a tratamientos”.

Disparidades en acceso y organización

El representante de ESMO alude a las diferencias existentes entre países a la hora de organizar la cartera de biomarcadores. “Como se ha mostrado en el ‘Estudio ESMO sobre disponibilidad y accesibilidad a tecnologías biomoleculares en Europa’ publicado en julio de 2023 hay grandes disparidades en términos de organización entre países”, indica. “Por ejemplo, cabe destacar que un gran número de países no cuenta con un plan nacional para la implementación de medicina genómica; también existe una gran heterogeneidad en el acceso a los Comités Moleculares de Tumores, lo que limita la implementación de una medicina de precisión efectiva”, lamenta.

Para paliar las carencias existentes, Bayle apela a realizar “un esfuerzo colectivo entre todos los stakeholders implicados para llevar a cabo una evaluación basada en la evidencia científica sobre la utilidad clínica de los biomarcadores”. “También necesitamos estudios de coste-efectividad que permitan evaluar y seleccionar las maneras para identificarlos de manera más eficiente”, agrega”. El experto de ESMO concluye que “el acceso a la secuenciación debe tenerse en cuenta conjuntamente con el acceso a los tratamientos porque son dos cuestiones estrechamente relacionadas”.


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