“La asistencia sanitaria se ha visto empujada en los primeros meses de la pandemia por la avalancha de pacientes que acudieron al sistema sanitario para ser tratados por los síntomas de la COVID-19”. Así lo ha asegurado Juan del Llano, director de la Fundación Gaspar Casal, durante la “IX Jornada de Salud Pública Online. Aprendizajes en VIH ante la COVID-19“, organizada por esta Fundación y con el patrocinio de Gilead. “Todo esto ha generado demoras, rupturas y fragmentación en la asistencia sanitaria en infinidad de procesos, en el que se incluyen las enfermedades crónicas”, ha recordado Juan del Llano. Y el VIH, una enfermedad crónica, no es una excepción.

Ante esta problemática, María Río, vicepresidenta y directora general de Gilead España, ha asegurado que la compañía ha redoblado su compromiso con el VIH: “Hemos prestado especial apoyo a los colectivos más vulnerables; hemos reforzado las iniciativas de prevención y atención a las personas que viven con VIH; hemos implementado un programa especial de ayudas a ONGs para el apoyo de la COVID; y hemos apoyado al programa de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) de telefarmacia y home delivery para pacientes crónicos, incluidos los pacientes con VIH”, ha enumerado la directora de Gilead, quien ha manifestado la necesidad de “buscar las vías para retomar la atención asistencial, quizás con el uso de la tecnología”.

Objetivo 90-90-90

María Río también ha señalado que en este año 2020 ansiaban alcanzar el objetivo 90-90-90 (90 por ciento de personas con VIH diagnosticado, 90 por ciento con tratamiento antirretroviral y 90 por ciento con carga viral suprimida). Sin embargo, la irrupción de la COVID y los cambios a nivel asistencial “podrían provocar un descenso de nuestra trayectoria“, ha lamentado. Así, ha afirmado que de estar casi a punto de alcanzar el primer 90, la pandemia podría avocar a un descenso preocupante en toda la cascada.

Por su parte, Julia del Amo, directora de Plan Nacional VIH/SIDA del Ministerio de Sanidad, ha añadido al objetivo 90-90-90, otro propósito previsto para este 2020: la reducción del número de nuevas infecciones de VIH en un 75 por ciento respecto a 2010. Desafortunadamente, “estamos bien lejos de este objetivo”, ha afirmado.

La directora del Plan de VIH ha añadido que el primer 90, es decir, el diagnótico, es “nuestro talón de Aquiles”, pues “estamos haciendo menos diagnósticos de los que debemos hacer y lo estamos haciendo de forma más tardía casi en la mitad de los casos”.

Respecto al segundo 90, referido al tratamiento antirretroviral, su estimación era de un 97 por ciento. “Por lo tanto, nuestro sistema estaba funcionando bien y es un indicador que ha sido menos afectado por la COVID“, ha recalcado Julia del Amo.

Y en cuanto al tercer 90, que es el mantenimiento de la carga viral suprimida, los programas de adherencia y apoyo a las personas que estaban en tratamiento antirretroviral tampoco se han visto tan afectados por la pandemia.

Desatención de otras necesidades de salud pública

Julia del Almo ha asegurado que cuando se declaró el estado de alarma, Sanidad se centró en una estrategia de priorización. Y dentro de esta estrategia, tenían claro que “la parte más importante era mantener la convocatoria de subvenciones dirigidas a las organizaciones sin ánimo de lucro”. La directora del Plan Nacional VIH ha explicado que se trata de una convocatoria que pone dos millones de euros en el servicio de la atención a las poblaciones más vulnerables en el campo de la prevención y la atención del VIH y otras ETS.

La directora general de Salud Pública del Gobierno de Cantabria, Paloma Navas, ha contado que para poder abarcar las demandas crecientes durante la pandemia, todos los trabajadores de Salud Pública de esta región han rastreado y han realizado todo tipo de funciones. “Durante muchos meses la Dirección General de Salud Pública ha sido la Dirección General de COVID”, ha destacado. Y, a su juicio, el coronavirus ha puesto de manifiesto la falta de personal y falta de dotación económica para las infraestructuras.

Es un hecho que la COVID ha provocado que se descuiden otro tipo de necesidades de salud pública. Y Paloma Navas ha lamentado que el diagnóstico de lo que se ha desatendido es grave: “No sé dónde ha quedado la prevención de VIH, la mejora de los diagnósticos precoces, la comunicación o la promoción en escuelas, incluso el trabajo desde Salud Mental y VIH”.

Salvador Peiró, director del Área de Investigación en Servicios de Salud (FISABIO) de la Generalitat Valenciana, ha coincidido en que la COVID-19 no le ha sentado bien “a ninguna de las enfermedades crónicas ni tampoco a las infecciosas, sean crónicas o no”. Sin embargo, considera que, en Europa, el VIH es una de las más afectadas porque “tiene procesos de diagnóstico y tratamiento que requiere más seguimiento”.


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