En España ya existe una estrategia para el uso adecuado de las vacunas frente a la COVID-19. Sin embargo, aunque la focalización mediática y administrativa está en el proceso de vacunación, los nuevos tratamientos seguirán teniendo un papel importante en la gestión de pacientes COVID-19, especialmente en aquellos que son de riesgo elevado.

Así, en un escenario post vacunal, resulta igual de importante asegurar que coexista una forma organizada de avanzar con relación a los tratamientos. En especial con los que implican el uso de anticuerpos monoclonales neutralizantes. Ese es el objetivo del programa ERICO, una iniciativa impulsada por GSK España con la colaboración de SI-Health, que persigue que estas estrategias innovadoras que se pueden traducir en menos hospitalizaciones y muertes por COVID-19 se incorporen de una forma eficiente en el sistema sanitario.

El objetivo del proyecto ERICO, cuyas siglas significan “intervención precoz en COVID-19” (Early Intervention in Covid-19, en inglés), es analizar la estrategia de uso de los anticuerpos monoclonales en España a través de un grupo de expertos integrado por especialistas en enfermedades infecciosas, neumólogos, inmunólogos, microbiólogos, médicos de urgencias y de familia de una docena de hospitales españoles.

Sus recomendaciones han quedado plasmadas en un documento (‘Estrategia del uso de los anticuerpos monoclonales en España‘) elaborado en colaboración con SI-Health (Institute for Health & Strategy) liderado por Rafael Bengoa, exconsejero de Sanidad del País Vasco y exasesor del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Uso racional de estrategias

Este documento incluye una serie de propuestas para mejorar la atención a los pacientes con COVID-19 y obtener los mejores resultados para el sistema sanitario. Supone la culminación de un programa que ha sido coordinado por Juan Berenguer, del Servicio de Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid; Juan González, jefe de la Unidad de Urgencias del Hospital Clínico San Carlos de Madrid; y Rosario Menéndez, jefa clínica del Servicio de Neumología del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia.

“Ha llegado el momento de poner en marcha estrategias de prevención y tratamiento utilizando anticuerpos neutralizantes y/o antivirales. El uso racional de estas estrategias innovadoras se traducirá en menos hospitalizaciones y muertes por COVID-19”, señala Berenguer, quien destaca las posibilidades que ofrecen estas terapias, tales como el tratamiento de la infección en fases tempranas en personas con factores de riesgo de progresión para evitar hospitalizaciones y mortalidad.

El proyecto ERICO plantea una estrategia para el uso racional de los anticuerpos monoclonales frente al SARS-CoV-2: definición y estandarización de personas candidatas a recibir estos tratamientos, la sensibilización y formación de profesionales de Atención Primaria y Especializada y la definición de los circuitos a través del sistema sanitario.

Necesidad de identificar al paciente

El reto, más que clínico, es organizativo. En el sentido que es necesaria la identificación temprana de aquellos pacientes que se puedan beneficiar de tratamientos nuevos.

Así, el objetivo de este documento ERICO es, por un lado, decidir la elegibilidad por factores de riesgo y la gestión óptima del paciente.

Y, por otro, repensar el proceso asistencial del paciente: no es suficiente disponer de un medicamento eficaz, sino identificar el mejor proceso asistencial para obtener los resultados óptimos en el mundo real, no sólo en los ensayos clínicos.

En opinión del González del Castillo, lo más importante en todo esto es “garantizar la equidad y acceso al tratamiento para las poblaciones de alto riesgo”. Y eso necesariamente implica, argumenta, “dejar claros unos criterios de tratamiento y hacer accesible éste para cualquier servicio de Urgencias”.

En este sentido, el especialista del Clínico San Carlos cree que es hora de que los profesionales de este servicio “nos impliquemos más en el tratamiento de los pacientes con COVID, especialmente en los más leves, pero con riesgo de progresión a enfermedad grave. Porque somos probablemente el único nivel asistencial con acceso a estos pacientes en un momento precoz y en disposición de ofrecerles un tratamiento eficaz”.

La sexta ola de la pandemia ha demostrado que no se puede bajar la guardia y que la COVID-19 aún es capaz de provocar episodios graves de hospitalización, necesidad de UCI y muerte, aun con una mayoría de la población vacunada, dada la aparición de nuevas variantes. 

Individualizar la terapia y agilizar la asistencia

En esta fase de la pandemia, “la llegada de nuevos tratamientos es muy bienvenida y es crucial para atender el incremento de casos que estamos teniendo”, según detalla la Menéndez. En opinión de esta especialista del Hospital La Fe, es muy importante cualquier iniciativa que ayude a individualizar el tratamiento.

Hay que identificar de forma precoz los factores de riesgo de progresión para cada persona, en el mismo momento que se le diagnostica la enfermedad y adelantarnos a la aparición de neumonía y/o insuficiencia respiratoria.  Para ello, es absolutamente necesario disponer de un proceso asistencial ágil para tratar de forma rápida los casos leves o moderados”, añade.

Las recomendaciones de planificación que incluye el documento del Proyecto ERICO incluyen un marco para la incorporación ordenada de los tratamientos innovadores. También se pide a las autoridades tener en cuenta que estos tratamientos serán clave para el control de la situación si el virus entra en fase endémica o en un escenario de mayor gravedad debido a las nuevas variantes, y reforzar la capacidad de planificación en las comunidades autónomas, para poder incorporar estos nuevos tratamientos contra la COVID-19.


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