El Papa Francisco ha fallecido este lunes a las 7:35 de la mañana, a los 88 años, en su residencia de la Casa Santa Marta. La noticia ha sido confirmada por el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrell, a través de un vídeo. Con su muerte se cierra un pontificado de doce años marcado por su carácter pionero y excepcional: fue el primer papa latinoamericano y el único en siglos en compartir su tiempo como pontífice con un papa emérito, Benedicto XVI.
«Queridos hermanos y hermanas, con profundo pesar debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente a favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo como verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino», declaró el cardenal Kevin Joseph Farrell.
En los últimos años la salud del papa se vio afectada por diversos problemas médicos que se agravaron en los últimos meses. En febrero de este año, el pontífice fue ingresado en el Hospital Gemelli de Roma, donde estuvo hospitalizado más de un mes, debido a una bronquitis que evolucionó hacia una neumonía bilateral. El Vaticano informó que el Papa presentaba un cuadro clínico complejo, con una infección polimicrobiana en el contexto de bronquiectasias y bronquitis asmática, lo que requirió el uso de terapia antibiótica con cortisona y otros tratamientos adicionales.
Este episodio se sumó a una serie de problemas de salud que Francisco había enfrentado en años anteriores. En 2021, fue sometido a una cirugía por una diverticulitis, durante la cual se le extirparon 33 centímetros de intestino. Este no fue un caso aislado, ya que, en años anteriores, Francisco ya había sufrido varios episodios relacionados con su sistema respiratorio.
En 2023, padeció una neumonía que debilitó notablemente su capacidad pulmonar y, poco después, una bronquitis que lo obligó a cancelar compromisos públicos. Estos antecedentes médicos se sumaban a una salud ya delicada por otras dolencias, complicando aún más su recuperación cada vez que surgía una nueva infección.
Además, desde hace tiempo sufría de dolores en la rodilla debido a artrosis, lo que lo llevó a utilizar bastón y, en ocasiones, silla de ruedas.
Cabe recordar que Jorge Mario Bergoglio ya había enfrentado problemas pulmonares desde su juventud, cuando se le extirpó parte de un pulmón debido a una infección. Esta condición previa, aunque durante mucho tiempo no limitó su actividad, se convirtió en un factor de riesgo significativo en su vejez, haciendo que cualquier afección respiratoria pudiera derivar en un cuadro crítico.
A pesar de ello, el Papa Francisco se mantuvo activo y comprometido con su labor pastoral hasta que su estado físico ya no se lo permitió. Su capacidad para resistir estos episodios durante años fue interpretada por muchos como una muestra de fortaleza y determinación ante la adversidad.