María Clara Montoya Málaga | viernes, 10 de marzo de 2017 h |

Los trasplantes haploidénticos (HLA) están mejorando la supervivencia de los pacientes, sin embargo, el reto actual es “pensar en la calidad de vida”, explicó el hematólogo del Hospital Universitario de Donostia, Carlos Vallejo, en el congreso anual del Grupo Español de Trasplantes Hematopoyéticos (GETH), organizado en Málaga.

Históricamente, un paciente tenía dos opciones: recibir un trasplante de un hermano o de un donante compatible que figurara en los registros globales. Pero con la técnica HLA —con la que la compatibilidad es solo del 50 por ciento— más un tratamiento profiláctico, los enfermos tienen más posibilidades de recibir un trasplante.

El presidente de la Sociedad Europea de Trasplante de Médula Ósea, Mohamad Mohty, recordó a GM que “tras medio siglo de trasplantes, su progreso ha ido aumentando, sobre todo porque muchas enfermedades hematológicas no tienen cura y los procedimientos están siendo cada vez más seguros gracias a que su toxicidad, las comorbilidades y la mortalidad se están reduciendo”.

En España también han aumentado estos trasplantes según resaltó el presidente del GETH, Carlos Solano. “El Grupo Español de Trasplante Haploidéntico ha recogido ya datos de 300 pacientes, pero solo en 2016 ya se hicieron 250 según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), una cifra que se duplicó respecto a 2015 y que demuestra que la técnica es adecuada y poco tóxica”.

El impacto de la EIRC

Una de las problemáticas tras la intervención es la enfermedad del injerto contra huésped crónica (EIRC), que tiene una incidencia entre el 30 y el 80 por ciento en los pacientes tras el trasplante. Carlos Vallejo y Mohamad Mohty abordaron este tema en una conferencia organizada por Sanofi Genzyme.

La EIRC se puede manifiestar en cualquier momento a partir del segundo mes y hasta los dos años por medio de complicaciones cardiacas o renales.

Aunque todavía no existe un medicamento concreto para esta dolencia, se puede tratar administrando corticoides y ciclosporina A o tacrolimus, y en los casos más graves se recurre a los inmunodepresores (ATG), que pueden frenar el avance de la cronicidad y son muy relevantes tanto para Vallejo como para Mohty.

Vallejo aseguró que “cuanto más crónica sea la EIRC, menores serán las posibilidades de recaer, pero evidentemente no es bueno tenerla avanzada”.

Mohty habló de la importancia de “bajar la dosis de esteroides y controlar los efectos secundarios de los inmunosupresores” y también alertó sobre el envejecimiento de la población: “sabemos que las enfermedades hematológicas afectan a la población mayor, y esta está creciendo mucho”.

Los trasplantes haploidénticos (HLA) están mejorando la supervivencia de los pacientes, sin embargo, el reto actual es “pensar en la calidad de vida”, explicó el hematólogo del Hospital Universitario de Donostia, Carlos Vallejo, en el congreso anual del Grupo Español de Trasplantes Hematopoyéticos (GETH), organizado en Málaga.

Históricamente, un paciente tenía dos opciones: recibir un trasplante de un hermano o de un donante compatible que figurara en los registros globales. Pero con la técnica HLA —con la que la compatibilidad es solo del 50 por ciento— más un tratamiento profiláctico, los enfermos tienen más posibilidades de recibir un trasplante.

El presidente de la Sociedad Europea de Trasplante de Médula Ósea, Mohamad Mohty, recordó a GM que “tras medio siglo de trasplantes, su progreso ha ido aumentando, sobre todo porque muchas enfermedades hematológicas no tienen cura y los procedimientos están siendo cada vez más seguros gracias a que su toxicidad, las comorbilidades y la mortalidad se están reduciendo”.

En España también han aumentado estos trasplantes según resaltó el presidente del GETH, Carlos Solano. “El Grupo Español de Trasplante Haploidéntico ha recogido ya datos de 300 pacientes, pero solo en 2016 ya se hicieron 250 según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), una cifra que se duplicó respecto a 2015 y que demuestra que la técnica es adecuada y poco tóxica”.

El impacto de la EIRC

Una de las problemáticas tras la intervención es la enfermedad del injerto contra huésped crónica (EIRC), que tiene una incidencia entre el 30 y el 80 por ciento en los pacientes tras el trasplante. Carlos Vallejo y Mohamad Mohty abordaron este tema en una conferencia organizada por Sanofi Genzyme.

La EIRC se puede manifiestar en cualquier momento a partir del segundo mes y hasta los dos años por medio de complicaciones cardiacas o renales.

Aunque todavía no existe un medicamento concreto para esta dolencia, se puede tratar administrando corticoides y ciclosporina A o tacrolimus, y en los casos más graves se recurre a los inmunodepresores (ATG), que pueden frenar el avance de la cronicidad y son muy relevantes tanto para Vallejo como para Mohty.

Vallejo aseguró que “cuanto más crónica sea la EIRC, menores serán las posibilidades de recaer, pero evidentemente no es bueno tenerla avanzada”.

Mohty habló de la importancia de “bajar la dosis de esteroides y controlar los efectos secundarios de los inmunosupresores” y también alertó sobre el envejecimiento de la población: “sabemos que las enfermedades hematológicas afectan a la población mayor, y esta está creciendo mucho”.