Entre el cinco y el diez por ciento de personas con EM presentan la forma primaria progresiva (EMPP) para la que, hoy en día, no hay ningún tratamiento disponible. ¿Cómo actúan los neurólogos ante estos casos? Dado que no hay ningún fármaco aprobado, los neurólogos tienen que decantarse por alguno de los tratamientos modificadores de la patología que hay disponibles sin saber, exactamente, el impacto que van a tener.
Ante esta situación, Celia Oreja-Guevara, del Clínico San Carlos celebra los resultados que se han obtenido con ocrelizumab (de Roche) para este subtipo de esclerosis. Presumiblemente, la Agencia Americana del Medicamento (FDA) lo aprobará antes de que concluya el año mientras que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) dará luz verde en torno al verano de 2017.
“Los resultados que ha obtenido ocrelizumab para la EMPP han sido mejores [proporcionalmente] que los que ha obtenido siponimod (de Novartis) para la secundaria progresiva (EMSP), sin comparación”, explica la neuróloga.
Recogiendo el testigo, Albert Saiz, del Clínic, incide en que mientras que para las formas remitentes recidivantes, se cuenta con más de diez medicamentos —“y vendrán más”—, para las formas progresivas no se dispone de nada.
“No disponemos de terapias eficaces que sean capaces de frenar el incremento progresivo de la discapacidad ni para la EMSP, ni para la EMPP”, apostilla el facultativo, al tiempo que retoma el tema del ensayo clínico llevado a cabo con siponimod y del que asegura, ha demostrado un efecto relativo. “Por primera vez, se observa un efecto beneficioso en las formas secundarias progresivas”, afirma.
Respecto a ocrelizumab, Saiz reconoce que ha demostrado eficacia y que su llegada se percibirá como una puerta abierta para los pacientes. Antes de concluir, incidió en que los resultados que se han alcanzado con este fármaco para las formas en brotes, la EMRR, son “espectaculares”. Esto hace pensar que la indicación irá por dos vías bien diferenciadas. “Si se llega a buen término, estará disponible tanto para las formas de brotes como para la EMPP”, añade.
Sin duda, este es el máximo avance que se ha producido en el campo de la EM, en palabras de José Meca, del Virgen de la Arrixaca. Efectivamente, se trata de unos datos que no están completamente analizados. Lo cierto es que el artículo científico todavía no se ha publicado todavía. “Son datos preliminares, pero a priori son datos bastante buenos”, agrega el especialista.
Un paso más
Más allá de las nuevas fórmulas que permitirán abordar las formas progresivas, es necesario contar con tratamientos tratamientos reparadores/remielinizantes.
Existen ensayos clínicos en marcha. Por un lado, se está estudiando el papel del anti-lingo 1, pero se desconoce si la compañía seguirá adelante, afirma Oreja-Guevara, quien explica que, hasta el momento, ha habido un trabajo con resultados positivos y otro con negativos, de modo que, por el momento, está paralizado.
Asimismo, AbbVie está actualmente llevando a cabo una investigación con la terapia ABT-555 para este grupo de pacientes. Por el momento, el estudio “no está muy avanzado”, pero se va a pasar a la fase II, precisa la experta, quien remarca que se necesitan alternativas para combatir la fatiga y el cansancio de los pacientes.
Aparte, llama la atención sobre otros dos medicamentos que están siendo analizados, pero que tienen “buenas perspectivas”. Por un lado, habla de ozanimod, una opción similar a fingolimod pero con “muchos menos efectos secundarios” y que si todo sigue su curso se aprobará en Estados Unidos a principios de 2018. “Promete bastante y podría convertirse en un tratamiento de primera línea”, dice.
Por otro lado, ofatumumab que ha funcionado “muy bien” en los ensayos clínicos realizados en el Clínico San Carlos. “Además, los pacientes lo toleran muy bien y tiene una eficacia muy alta”, apostilla, al tiempo que comenta que ambas opciones son el futuro.
Finalmente, Saiz advierte de que cladribina (de Merck) —su aprobación se espera para finales de 2017— también ha obtenido resultados “muy buenos” y se ha empleado tanto para las formas en brotes, como para el primer episodio de la enfermedad —síndrome clínico aislado (SCA)— y ha demostrado “eficacia” en ambas. Una de sus posibles indicaciones es para aquellos pacientes que han sufrido un primer episodio. En estos, “ha demostrado eficacia para retrasar el diagnóstico definitivo de la enfermedad, es decir evitar un segundo episodio a corto plazo”, asegura el especialista, quien añade que otra de sus indicaciones será para EMRR. Ahora bien, “lo importante es saber que además de los fármacos que ya tenemos aprobados, en un futuro próximo dispondremos de varios más que aumentarán el arsenal terapéutico y nos permitirán tomar decisiones mucho más individualizadas”, concluye.