A la cabeza del equipo que ha hecho historia con el primer trasplante de pulmón con cirugía robótica del mundo está Alberto Jauregui, jefe de Servicio de Cirugía Torácica y Trasplante Pulmonar del Hospital Vall D´Hebron. Tan grande es el hito conseguido como su sentido del humor, humildad y talante alegre. El hombre con el que ha hablado GM asegura que “cirujanos y divulgadores somos todos un equipo tratando de mejorar la humanidad”.

Pregunta. ¿Cuál es el origen de este gran salto en las cirugías torácicas?

Respuesta. Los cirujanos torácicos generalmente operan el cáncer de pulmón. Desde hace muchos años lo hacemos con cirugías muy poco invasivas. La llegada de la cirugía robótica en estos casos ha supuesto un antes y un después, haciendo que podamos curar el cáncer de pulmón extrayendo parte del pulmón con pequeñas incisiones, y esto hace que los pacientes se recuperen muy rápido y puedan irse a casa a la semana siguiente de la cirugía prácticamente sin dolor. A diferencia de cómo era hace 15/20 años, en que se hacían heridas muy grandes entre las costillas y los pacientes sufrían mucho dolor.

P. ¿Cómo comienzan a cuestionarse que se podría aplicar a los trasplantes la citada técnica?

R. En Vall D´Hebron tenemos una experiencia muy grande en trasplantes de pulmón, llevamos más de 1.500 realizados desde 1990. Pero lo que nos llamaba la atención es que, no sólo aquí, sino en todo el mundo, se seguía haciendo el mismo tipo de cirugía súper agresiva para cambiar los pulmones que no funcionaban por unos nuevos.

Mi equipo no terminaba de entender por qué les ofrecíamos una cirugía tan poco invasiva a los pacientes con cáncer y tan agresiva a quienes necesitaban un trasplante, porque realmente están mucho más graves. Les cuesta mucho más respirar, están mucho más débiles para llegar a la cirugía. Era un poco ilógico. De ahí el comenzar a indagar.

“Los divulgadores científicos sois los que vais a llevar esta tecnología a muchos más centros”

P. ¿Qué o quién les da la clave para dar con un camino inexplorado?

R. Pensamos que no había llegado el momento tecnológico adecuado. Mientras estábamos en esas elucubraciones un equipo del Hospital Cedars-Sinaide Los Ángeles, en EE.UU., hizo pública la noticia de que habían hecho el primer trasplante pulmonar con cirugía robótica en el mundo. Fue un gran avance y nos reunimos con ellos, pero sólo se había utilizado la robótica en un momento concreto de la intervención (en el de suturar el pulmón nuevo en la vía aérea y en los grandes vasos). Es decir, que seguía siendo lo mismo: abrir el tórax. Justo lo que nosotros no queríamos seguir haciendo.

Fue una sensación agridulce, en el sentido de que no se había podido evitar una herida entre las costillas, que era lo que buscábamos. Volvimos al laboratorio y seguimos dándole vueltas a una forma en que no fuera necesario abrir el pecho de los pacientes.

P. ¿No terminaban de dar con el quid de la cuestión?

R. Continuamos investigando en el laboratorio hasta que entró en juego la figura de un cirujano torácico de Aragón que trabajó durante un año en Vall D´Hebron, Iñigo Royo Crespo, con mucha experiencia en un tipo de cirugía subxifoidea, una vía de acceso que se utiliza para operar el cáncer de pulmón y el timo. Era justo la pieza que nos faltaba. Fue él esa pieza del puzzle: nos propuso intentar sacar un pulmón enfermo e introducir uno sano por esa incisión. Cuando lo encontramos, fue mágico.

Albert Jauregui y su equipo.

P. ¿Qué dudas y complicaciones urgen a partir del ‘eureka’?

R. Tras haber llegado a una técnica nueva de la nada surgieron todo tipo de dudas. La pieza aclaró muchas, pero había preguntas en el aire. ¿Realmente funcionará? Hace 100 años es posible que al dar con un nuevo método se probara directamente con las personas, pero hoy en día eso no es ético. Tenemos que probar en el laboratorio. Durante muchos meses estuvimos haciendo simulación de cirugía robótica y cuando vimos que funcionaba pasamos a la cirugía experimental. Transcurrió en torno a un año hasta que pudimos aplicarlo con la seguridad de que no íbamos a causar un daño a los pacientes.

P. ¿Cuánto peso sigue teniendo el hombre frente a la máquina?

R. El factor humano todavía sigue siendo lo más importante de todo. Porque hablamos de una cirugía robótica, pero el robot no es autónomo, no se puede programar para que realice una operación. Lo que hace es traducir los movimientos que hace el cirujano desde una consola, como si fuera un videojuego.

El robot mejora los movimientos humanos: elimina el temblor, perfecciona la visualización porque consigue un salto hasta una imagen en tres dimensiones… pero no sustituye a la mente humana. El cerebro humano sigue siendo quien manda en la cirugía.

“De momento hemos podido regenerar pulmones de ratones en laboratorio. Cuando el salto se dé a los humanos, la medicina no tendrá ningún límite”

P. Tras el descubrimiento, ¿qué reacciones se han producido y qué puertas se abren?

R. De momento han contactado con nosotros desde centros del mundo entero. Desde Canadá a EE.UU. pasando por Francia o Reino Unido… porque todos los médicos queremos lo mismo: ofrecer a los pacientes el mejor resultado con la menor agresión. Este avance no se puede quedar en Barcelona, en este hospital.

Por otro lado, además de en los trasplantes de riñón -en los que ya se estaba llevando a cabo- confiamos en que podremos aplicarlo en trasplantes de otros órganos, como corazón, páncreas, etcétera.

P. ¿Es esa su visión del futuro?

R. Va más allá. Veo que podremos generar órganos en el laboratorio y podemos trasplantarlos con cirugía robótica. Esto implicaría que en lugar de 80 años podrían vivirse 120. Aunque lo más importante es el cerebro, es decir, que esos años sean vividos en buenas condiciones.

Creo que esta realidad la tenemos a diez años vista. De momento hemos podido regenerar pulmones de ratones en laboratorio. Cuando el salto se dé a los humanos, la medicina no tendrá ningún límite.


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