GM Barcelona | lunes, 31 de julio de 2017 h |

La decisión de abortar cuando se diagnostica un cáncer de mama durante el embarazo no mejora el pronóstico de las pacientes. Esta es una de las conclusiones principales a las que ha llegado el trabajo de tesis doctoral realizado por Cristina Saura, investigadora principal del Grupo de Cáncer de Mama y Melanoma del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), jefa de la Unidad de Mama del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Vall d’Hebron y dirigido por Javier Cortés, investigador asociado traslacional del VHIO y jefe de sección de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos del Hospital Universitario Ramón y Cajal.

Durante años, más de cincuenta mujeres a quienes se había diagnosticado cáncer de mama durante el embarazo han sido tratadas en el Hospital Universitario Vall d’Hebron por un equipo multidisciplinar integrado por los servicios de Oncología, Obstetrícia y Ginecología y Unidad de Patología Mamaria. Ahora los resultados finales de este estudio demuestran que estas pacientes pueden realizar un tratamiento adecuado para su cáncer de mama durante el embarazo sin necesidad de interrumpirlo, con un seguimiento adecuado por parte de un equipo experimentado, y esto no supone riesgo alguno para el neonato ni empeora el pronóstico de la madre.

En su trabajo, Cristina Saura destaca la importancia de que el centro en el que se lleve a cabo el tratamiento de las pacientes diagnosticadas con cáncer de mama durante el embarazo tenga la opción de llevar a cabo un manejo multidisciplinar de la enfermedad. De esta forma se podrán evitar complicaciones y se lograrán los mejores resultados, tanto oncológicos para la madre como pediátricos para el neonato. También concluye que el cáncer de mama durante el embarazo tiene unas características de agresividad congruentes con una población de mujeres a quienes se les ha diagnosticado en edad joven, y se comporta de la misma manera.

En su estudio se llega a la conclusión de que el tratamiento de estos casos debe ser lo más parecido posible al de una paciente no embarazada. “Esto incluye la cirugía, cuando fuese precisa, en cualquier momento del embarazo, así como la quimioterapia con antraciclinas y/o taxanos, a partir del segundo trimestre”, explica Saura, investigadora principal del Grupo de Cáncer de Mama y Melanoma del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y autora de este trabajo. “Lo que sí se debe desaconsejar es el uso de radioterapia o fármacos biológicos, y aquellos de los que no se disponga de información en cuanto a posibles interacciones durante el embarazo”, afirma Saura.

Saura llega a la conclusión de que “la utilización de quimioterapia no produce ninguna alteración neuropsicológica posterior del neonato, ni tampoco cardiológica, por el hecho de exponer los fetos a la quimioterapia intrauterina”. Evitar la prematuridad en la medida de lo posible ayuda a reducir las complicaciones postparto, así como a obtener mejores resultados neuropsicológicos a largo plazo de los neonatos; si bien, a partir de la semana 34, se debe valorar la aparición potencial de insuficiencia placentaria, en cuyo caso sería indicado inducir el parto a esas semanas de gestación.