En la actualidad, mientras la investigación oncológica avanza rápidamente, las neoplasias oncohematológicas están emergiendo como un área clave de estudio, aunque todavía enfrentan desafíos importantes. Estas enfermedades, que abarcan leucemias, linfomas y mielomas, presentan retos significativos para investigadores y profesionales de la salud debido a su complejidad biológica y su gran impacto en los pacientes.
En este contexto, Pfizer ha organizado el seminario informativo ‘Oncohematología: adentrándonos en el conocimiento de la leucemia, el linfoma y el mieloma múltiple’ en el que se han abordado los datos más relevantes y significativos sobre los distintos tipos de cáncer de la sangre, para así conocer más sobre este tipo de patologías y ampliar el conocimiento sobre oncohematología. En este encuentro, han participado dos expertas en este campo: Mª Jesús Blanchard, médico adjunto del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, y Raquel de Paz, médico adjunto del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
Impacto de los cánceres hematológicos
De acuerdo con los recientes datos de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN) y la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), se estima que los cánceres sanguíneos representarán el 10 por ciento de todos los nuevos diagnósticos de cáncer en 2025, lo que se traduce en aproximadamente 25.770 casos. Aunque esta cifra es significativa, sigue siendo inferior a los diagnósticos de tumores de mama, pulmón, próstata y colon. De los nuevos diagnósticos de cáncer sanguíneo, los tumores de origen linfoide constituirán 18.357 casos, en comparación con los 7.148 casos de tumores de origen mieloide.
Las neoplasias linfoides más comunes en 2025 serán el linfoma difuso de células B grandes, con una incidencia del 27 por ciento, y el mieloma múltiple, que representará el 22 por ciento. En cuanto a los cánceres sanguíneos de origen mieloide, las neoplasias mieloproliferativas serán las más frecuentes, con un 39 por ciento de los casos, seguidas por la leucemia mieloide aguda con un 27 por ciento y los síndromes mielodisplásicos con un 24 por ciento. La supervivencia neta a cinco años para las neoplasias linfoides es del 67,9 por ciento, mientras que para las neoplasias mieloides es del 49,5 por ciento.
En la población infantil, se prevé que en 2025 se diagnosticarán 445 nuevos casos de cáncer sanguíneo, distribuidos en 287 leucemias y 158 linfomas. La tasa de supervivencia en niños se estima en un 84,5 por ciento, sin diferencias significativas entre sexos, pero con variaciones según la edad, siendo menor la supervivencia en los menores de un año.
Enfermedades poco conocidas
En este contexto, las expertas han coincidido en el encuentro de Pfizer en que los cánceres hematológicos son “desconocidos” por la población general y que uno punto clave para avanzar en el diagnóstico temprano y tratamiento es darles visibilidad.
Raquel de Paz puso sobre la mesa una visión profunda sobre leucemias y linfomas. Uno de los puntos que abordó fue la etiología de estas enfermedades, la cual es diversa. Las neoplasias oncohematológicas pueden estar relacionadas con alteraciones cromosómicas, como la translocación del cromosoma Philadelphia en la leucemia mieloide crónica, y también se encuentran mutaciones en genes supresores de tumores y oncogenes que contribuyen al desarrollo de estas enfermedades.
El linfoma es el tipo de tumor sanguíneo con el mayor número de diagnósticos previstos para 2024, con más de 12.300 nuevos casos estimados. Este tipo de cáncer se origina en el sistema linfático debido a la proliferación o alteración de los linfocitos, células clave en el funcionamiento del sistema inmunitario. Aunque las causas exactas del linfoma no están completamente claras, se identifican varios factores de riesgo, que incluyen la edad (con una mayor incidencia en adultos jóvenes o en personas mayores de 55 años), un predominio en el sexo masculino, y antecedentes de afectación del sistema inmunitario o infecciones por virus como Epstein-Barr o Helicobacter pylori. Además, los síntomas del linfoma pueden variar, pero comúnmente incluyen fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso inesperada, dificultad para respirar, fatiga persistente y hinchazón en los ganglios linfáticos del cuello, axilas o ingle.
Los linfomas se clasifican en dos grandes grupos: linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin, dependiendo del tipo específico de linfocito afectado.
Por otro lado, la leucemia es el cáncer más frecuente en la población infantil, con una estimación de 287 nuevos casos en menores de entre 0 y 14 años para 2025. Este tipo de cáncer se caracteriza por un aumento descontrolado en el número de glóbulos blancos en la sangre, lo que impide la formación adecuada de otras células sanguíneas. Aunque tampoco se conoce una causa específica para el desarrollo de la leucemia, se identifican varios factores de riesgo, como la exposición a altas dosis de radiación, tratamientos previos con quimioterapia o radioterapia, y antecedentes familiares.
Los diferentes tipos de leucemia se clasifican de dos maneras: según el desarrollo de la enfermedad, en leucemias agudas, que se producen rápidamente, y leucemias crónicas, que se desarrollan más lentamente; y según las células afectadas, en leucemia mieloide y leucemia linfoide.
La patogénesis de estos tumores a menudo comienza con la expansión descontrolada de una única célula progenitora que presenta alteraciones genéticas. Esta proliferación clonal resulta en una acumulación masiva de células cancerosas. Las células cancerosas evitan la muerte celular programada (apoptosis). Al evadir este mecanismo de control, las células tumorales pueden sobrevivir y proliferar de manera desregulada. Así, para sostener su crecimiento, los tumores inducen la formación de nuevos vasos sanguíneos a través del proceso de angiogénesis. Estos nuevos vasos suministran oxígeno y nutrientes a las células cancerosas, permitiendo que el tumor continúe expandiéndose.
Mieloma múltiple
El mieloma múltiple (MM) es un tipo de cáncer que afecta a las células plasmáticas en la médula ósea, constituyendo aproximadamente el uno por ciento de todos los casos de cáncer. Blanchard destacó que “aunque no es muy común, su diagnóstico puede ser detectado a veces durante un análisis de rutina”. La enfermedad suele presentarse en torno a los 69 años, con cerca del 10 por ciento de los pacientes siendo mayores de 85 años, lo que plantea desafíos adicionales en el tratamiento de este grupo de edad avanzada.
La etiología del MM sigue siendo desconocida, ya que no se asocia con exposiciones específicas, hábitos tóxicos ni predisposiciones genéticas, y no se considera hereditaria. La mayoría de los casos son precedidos por un estado premaligno conocido como gammapatía de significado incierto. Esta enfermedad se clasifica de la siguiente manera: mieloma múltiple smoldering, cuando no presenta síntomas evidentes, y sintomático, cuando se manifiestan síntomas graves.
El mieloma múltiple puede manifestarse con anemia, lesiones óseas líticas e insuficiencia renal, lo cual genera que “en ocasiones los pacientes acuden en numerosas ocasiones a urgencias debido a síntomas como astenia, dolor, hipercalcemia, fracturas óseas o infecciones, antes de que se les diagnostique”, señaló Blanchard. Este diagnóstico puede tardar, dado que los síntomas son variados y pueden parecerse a otras condiciones.
Aunque el mieloma múltiple no tiene cura definitiva, los tratamientos actuales han mejorado notablemente la supervivencia a cinco años, alcanzando cerca del 50 por ciento en datos recientes (2012-2017), expuso la experta. La enfermedad es extremadamente heterogénea tanto a nivel biológico como clínico, con una marcada inestabilidad genómica. La combinación de fármacos ha demostrado ser más eficaz en el manejo de la enfermedad, y la investigación continúa para determinar las mejores combinaciones de tratamientos.
Los tratamientos de primera línea incluyen inhibidores de proteasomas, IMIDs y anticuerpos anti-CD38. Para pacientes que no son candidatos a estos tratamientos, se utilizan diferentes combinaciones de estos fármacos. “Actualmente, el tratamiento se considera indefinido, con nuevas estrategias emergentes para pacientes triple expuestos o refractarios, como anticuerpos biespecíficos y terapias con células CAR-T“, aseguró Blanchard. No obstante, estas innovaciones ofrecen esperanza para un mayor número de pacientes, más allá de aquellos que han experimentado múltiples recaídas.
El manejo del mieloma múltiple requiere un enfoque integral debido a la complejidad de la enfermedad y la necesidad de controlar la toxicidad asociada con los tratamientos. La evolución de las terapias y la investigación continua son clave para mejorar la vida de los pacientes afectados por esta enfermedad.
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