La obesidad, una condición que ha alcanzado proporciones pandémicas, se ha convertido en uno de los principales desafíos de salud pública a nivel mundial. Desde 1990, la prevalencia de la obesidad se ha duplicado, afectando actualmente a casi una de cada cuatro personas adultas en Europa. Este alarmante incremento no solo pone en riesgo la calidad de vida de millones de personas, sino que también contribuye de manera significativa a la mortalidad prematura, en especial debido a enfermedades cardiovasculares (ECV).
Obesidad y Enfermedad Cardiovascular: Una relación crítica
De acuerdo con el ESC Clinical Consensus Statement on Obesity and Cardiovascular Disease, presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología de este año en Londres, dos tercios de las muertes relacionadas con un índice de masa corporal (IMC) elevado se deben a enfermedades cardiovasculares. Esta conexión, aunque reconocida desde hace tiempo, no ha recibido la atención adecuada en comparación con otros factores de riesgo cardiovascular modificables, como el tabaquismo o la hipertensión. Según la profesora Emeline Van Craenenbroeck, co-presidenta del Comité de Consenso y especialista del Hospital Universitario de Amberes, Bélgica, la obesidad ha sido subestimada y abordada de manera subóptima a pesar de su clara asociación con un amplio espectro de manifestaciones cardiovasculares, incluyendo enfermedades ateroscleróticas, insuficiencia cardíaca, arritmias y muerte súbita cardíaca.
“La obesidad ha sido subestimada y abordada de manera subóptima a pesar de su clara asociación con un amplio espectro de manifestaciones cardiovasculares”
Emeline Van Craenenbroeck, co-presidenta del Comité de Consenso y especialista del Hospital Universitario de Amberes, Bélgica
El impacto económico y social
El impacto de la obesidad no se limita únicamente a la salud física de los individuos, sino que también representa una carga significativa para los sistemas de salud a nivel global. En la Unión Europea (UE), aproximadamente el siete por ciento del presupuesto nacional de los países se destina a enfermedades no transmisibles asociadas con la obesidad, siendo una gran parte de este gasto atribuido a las enfermedades cardiovasculares. Este gasto desmesurado es una clara indicación del fracaso de los gobiernos y sistemas de salud para frenar de manera efectiva la pandemia de obesidad, lo que ha llevado a un incremento considerable de muertes prevenibles por ECV.
El 7% del presupuesto nacional de los países se destina a enfermedades no transmisibles asociadas con la obesidad
Más allá de su reconocimiento como una condición de alto riesgo vinculada a múltiples enfermedades crónicas, la obesidad ha sido declarada como una enfermedad en sí misma, caracterizada por una calidad de vida deteriorada y una reducción en la esperanza de vida. Las personas que viven con obesidad tienen un riesgo de muerte entre un 50 y un 100 por ciento mayor en comparación con aquellas con un peso normal, siendo el 67,5 por ciento de este riesgo incrementado debido a enfermedades cardiovasculares.
El rol de los profesionales manejo de la obesidad
Dado el impacto significativo de la obesidad en el curso y pronóstico de las enfermedades cardiovasculares, es esencial que los cardiólogos se involucren activamente en el manejo de esta condición como parte integral del cuidado completo del paciente. El manejo eficaz de la obesidad no solo puede mejorar los resultados cardiovasculares, sino también contribuir a la prevención primaria y secundaria de enfermedades cardiovasculares.
El manejo eficaz de la obesidad no solo puede mejorar los resultados cardiovasculares, sino también contribuir a la prevención primaria y secundaria de enfermedades cardiovasculares
La profesora Eva Prescott, autora correspondiente del documento de consenso y especialista del Hospital Bispebjerg Frederiksberg, Universidad de Copenhague, Dinamarca, subraya la importancia de concienciar sobre la obesidad como un factor de riesgo mayor y proporcionar orientación para implementar prácticas basadas en la evidencia para su prevención y manejo óptimo en el contexto de la prevención cardiovascular.
Manejo cardiovascular
El manejo de la obesidad debe abordarse desde un enfoque multidisciplinar que incluya intervenciones conductuales, nutrición, actividad física, terapia farmacológica y procedimientos quirúrgicos, cuando sean apropiados. Aunque las medidas no farmacológicas, como la modificación del estilo de vida, siguen siendo la primera línea de acción, los nuevos medicamentos han demostrado ser efectivos en la reducción del peso corporal y la mejora del pronóstico cardiovascular.
“Es fundamental concienciar sobre la obesidad como un factor de riesgo mayor y proporcionar orientación para implementar prácticas basadas en la evidencia para su prevención y manejo óptimo”
Eva Prescott, autora correspondiente del documento de consenso y especialista del Hospital Bispebjerg Frederiksberg, Universidad de Copenhague, Dinamarca
Sin embargo, la accesibilidad y el coste de estos medicamentos siguen siendo un problema en muchos países. Por ejemplo, los agonistas del receptor de GLP-1, como el semaglutida, han mostrado resultados prometedores en la reducción del peso y la mejora de los factores de riesgo cardiovascular, pero su uso está limitado por el costo y la disponibilidad.
Desafíos
A pesar del amplio rango de opciones de tratamiento disponibles, el manejo de la obesidad ha recibido considerablemente menos atención en comparación con otros factores de riesgo cardiovascular modificables, especialmente entre los cardiólogos. El profesor Konstantinos Koskinas, co-presidente del Comité de Consenso y especialista de la Universidad de Berna, Suiza, señala que los nuevos medicamentos antiobesidad han surgido como opciones adicionales para la pérdida de peso marcada con efectos probados en los resultados cardiovasculares, lo que ha generado un interés renovado en la obesidad como un objetivo terapéutico.
Las intervenciones en el estilo de vida pueden lograr una reducción de peso del 5 al 10%
Un aspecto crucial del manejo de la obesidad es la necesidad de mantener los efectos de la pérdida de peso a largo plazo. Aunque las intervenciones en el estilo de vida pueden lograr una reducción de peso del cinco al diez por ciento, mantener estos efectos es un desafío constante. La actividad física, aunque tiene efectos modestos sobre la pérdida de peso, es fundamental para el mantenimiento del peso perdido y la reducción del riesgo cardiovascular general.
Epidemia
La pandemia de obesidad es un problema global que no se resolverá únicamente mediante intervenciones médicas o cambios en el estilo de vida dirigidos a los individuos. Por ello, los autores remarcan que, “la epidemia de sobrepeso y obesidad, que afecta ahora a más del 60 por ciento de la población en Europa, es resultado de cambios sociales y de estilo de vida y puede ser enmendada mediante políticas de salud pública efectivas”.
Los médicos pueden desempeñar un papel crucial en la lucha contra la obesidad al volverse proactivos en la prevención y manejo de esta condición
La inacción de los gobiernos frente a la crisis de obesidad es evidente y ha contribuido a la creación de un entorno obesogénico donde las circunstancias, más allá del control individual, impulsan la crisis de obesidad. Los médicos, incluidos los cardiólogos, pueden desempeñar un papel crucial en la lucha contra la obesidad al volverse proactivos en la prevención y manejo de esta condición.
Finalmente, el ESC Clinical Consensus Statement on Obesity and Cardiovascular Disease concluye que es fundamental que los cardiólogos y otros profesionales de la salud reconozcan el cambio de paradigma hacia estrategias combinadas para el manejo de la obesidad como una enfermedad crónica. Si bien las intervenciones en el estilo de vida deben seguir siendo el tratamiento de primera línea para la reducción de peso, los tratamientos farmacológicos pueden complementarlas, siempre que se mantenga una adhesión a largo plazo a un estilo de vida saludable para potenciar y mantener los efectos favorables del tratamiento.