La preocupaciones en torno al SARS-CoV-2 han golpeado por partida doble a las mujeres lactantes durante la pandemia. Múltiples incógnitas se aglutinaban en torno a la salud de la madre y, especialmente, del bebé. La posibilidad de contagiarse y poder transmitir el virus a los hijos durante la lactancia era una de las principales intranquilidades para las madres, así como los posibles efectos nocivos en la vacunación. En este contexto, un estudio pionero ha demostrado la existencia de anticuerpos específicos contra el virus (IgG) en leche y sangre de mujeres lactantes vacunadas con Pfizer-BioNTech.

Los resultados de la investigación LacCOVID, impulsada por el Parc Sanitari Sant Joan de Déu, en Sant Boi de Llobregat (Barcelona), han sido publicados en medRixv y animan “a todas las mujeres lactantes que estén dando el pecho a vacunarse con las vacunas basadas en ARNm sin interrumpir el amamantamiento”.

Así lo han indicado en una entrevista con Gaceta Médica tanto Erika Esteve, médica adjunta del hospital y participante del estudio, como Vicens Díaz de Brito, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas, ambos coordinadores de este trabajo.  

A la izq Vicens Díaz de Brito, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas y a la dcha Erika Esteve, médica adjunta del hospital y participante del estudio.

“Inicialmente no había ningún dato de esto, era una incognita para nosotras como madres y como investigadoras”

Erika Esteve, médica adjunta del hospital y participante del estudio

La experiencia personal, motor de impulso en la investigación

Esteve es madre lactante de un bebé nacido el 2020. La experta quería vacunarse y constató que había un vacío de información sobre la vacunación en este grupo de población. En esta línea, Esteve ha explicado las incertidumbres encontradas en el momento de comenzar a mover los hilos para desarrollar la investigación, en febrero de 2021. El laboratorio del hospital, que es “pequeño”, según ha comentado, no había trabajado previamente con muestras de leche y el planteamiento fue un reto para los investigadores.

“Para no malgastar la leche de las participantes, comenzamos con mis muestras y aprendimos cómo trabajar con ellas, a centrifugarlas correctamente o a separar la capa lipídica”, ha explicado.

Esteve reconoce que los primeros pasos “costaron un poco”, porque no estaban seguros de realizar correctamente la técnica. Sin embargo, tras varios análisis y varias muestras, comenzaron a observar niveles altos de anticuerpos, especialmente tras la administración a las madres de la segunda dosis de la vacuna de Pfizer.

Toma de muestras

Para desarrollar el estudio, se han extraído 52 muestras de leche materna y de sangre tomadas a 32 profesionales del centro. Actualmente, los resultados publicados hacen referencia a las primeras 18 mujeres que han finalizado el seguimiento y, próximamente, se publicaran el resto de resultados, llevando a cabo “otro corte a los tres meses y a los seis”, ha explicado Vicens Díaz de Brito, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas.

Todas las mujeres están o han estado en primera línea en la llucha contra la pandemia, su media de edad es de 37,8 años y el tiempo medianos de posparto es de 18,7 meses.

Hay que destacar que los test serológicos mostraron que ninguna de las participantes había sufrido previamente la covid-19 y que tampoco la contrajeron durante el estudio, cuando se les practicaron también el test de antígenos previos a cada toma de muestras.

Los análisis de las muestras se han evaluado en en tres momentos diferentes: después de recibir la primera dosis de la vacuna, dos semanas después de esta y cuatro semanas después de la segunda dosis.

“Quisimos saber si una única dosis de vacuna era suficiente, vimos que no, y observamos que, a partir de las dos semanas de la segunda dosis, aumentaban los valores de IGG”

Vicens Díaz de Brito, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas

Futuros cálculos

Asimismo, el experto ha indicado que estos valores de anticuerpos se estabilizaban a las cuatro semanas y que los niveles de IgG en sangre están correlacionados con los niveles en leche materna. Este hallazgo permitiría hacer en un futuro un cálculo aproximado de los niveles de IgG vacunal en leche materna, únicamente con un análisis sanguíneo de la madre. 

Actualmente, en el contexto de vacunación en el que se encuentra España, Díaz de Brito señala que es seguro en “las lactantes que se hayan vacunado con Pfizer, hemos observado que se transmiten anticuerpos a los bebés a través de la leche“, un mensaje “esperanzador”, dado el escenario del que partían los investigadores.

En este contexto, Díaz de Brito destaca que estos resultados impulsan a deducir que, en base a otros estudios con madres lactantes que han pasado la enfermedad de forma natural o que se han vacunado con otras vacunas, estos anticuerpos sean absorbidos por el bebe y pueden pasar a sangre.

Los resultados de LacCOVID abren la puerta a que la vacunación con las nuevas vacunas ARNm contra la COVID-19 pueda tener un efecto protector en los niños amamantados, sin provocar efectos adversos ni en las madres ni en sus hijos.


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