La crioablación se alza como una técnica mínimamente invasiva que ofrece una opción terapéutica que no impacta negativamente en la calidad de vida ni en la rutina de algunas pacientes con cáncer de mama. En este sentido, el Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid ha comenzado a aplicar esta técnica para tratar el cáncer de mama a través de su Servicio de Radiodiagnóstico.

Rosa Lorente Ramos, radióloga del Hospital Universitario Infanta Leonor, explica a Gaceta Médica las ventajas y el procedimiento de aplicación de la crioablación. “Es una técnica de destrucción de lesiones mediante la introducción de unas agujas que consiguen la congelación del tumor”, señala Lorente, que añade que “durante las diferentes fases de congelación y descongelación se produce daño celular directo mediante la deshidratación del tumor debido a la cristalización del agua producida por la congelación, seguida por un daño indirecto en la forma de infarto isquémico de la lesión debido a la obliteración de la microcirculación en la zona”.

Además, la radióloga indica que “posiblemente la crioablación también causa la muerte celular de forma indirecta y menos inmediata, mediante la estimulación de la producción de apoptosis y la liberación de antígenos específicos que aumentan el reconocimiento de las células tumorales por el sistema inmune que de esta forma las ataca”. 

Escoger este procedimiento

La crioablación percutánea guiada por ecografía es una técnica que se realiza bajo anestesia local y de forma ambulatoria, es decir, sin necesidad de hospitalización. “Primero, se localiza el tumor mediante ecografía, se administra la anestesia y luego se introduce la aguja de crioablación a través de una pequeña incisión en la piel”, explica Lorente. Tras esto, la aguja se mantiene en su lugar durante aproximadamente media hora, tiempo necesario para realizar varios ciclos de congelación y descongelación. Además, el frío generado por la aguja también ayuda a que el procedimiento sea indoloro.

“Una vez completado el proceso, se retira la aguja, finalizando así el procedimiento, que es completamente ambulatorio. El éxito del tratamiento depende de diversos factores, como la tasa de congelación, la temperatura mínima alcanzada, el tiempo de mantenimiento y la tasa de descongelación”, añade la experta.

Para seleccionar en qué casos se realiza esta técnica, Lorente explica que “en los cánceres de mama el uso de crioablación con intención curativa se realiza en tumores infiltrantes pequeños, unifocales, de grado bajo o intermedio y sin adenopatías”. Aunque, también se ha ensayado el tratamiento con crioablación con posterior exéresis quirúrgica. No obstante, la crioablación se puede realizar con intención paliativa, “bien sea para disminuir el tamaño de la lesión o disminuir síntomas como el dolor en pacientes no candidatos a cirugía por su alto riesgo quirúrgico que no toleran o no responden a otros tratamientos”, aclara.

En este sentido, la especialista señala que hay múltiples ensayos en marcha en tratamiento de neoplasias de mama con crioablación sola o en combinación con otros tratamientos como anticuerpos monoclonales. “Quizá los estudios más amplios sobre crioablación como tratamiento único en cánceres con perfiles de bajo riesgo y pequeño tamaño son el estudio ICE3 (Cryoablation of Low Risk Small Breast Cancer trial) y el estudio FROST (Cryoablation of Small Breast Tumors in Early Stage Breast Cancer trial), cuyos resultados muestran tasas de recurrencia tumoral similares al tratamiento quirúrgico”, indica.

Paciente de 84 años

La primera paciente en ser tratada con este procedimiento en este hospital público madrileño ha sido una mujer de 84 años, frágil, con múltiples patologías y factores de alto riesgo anestésico. La paciente presentaba un tumor que no respondía al tratamiento hormonal. Los resultados han sido positivos, logrando el tratamiento completo de la lesión.

Esta mujer se escogió tras una evaluación del comité multidisciplinar de tumores de mama del centro hospitalario. “La finalidad es hacer una evaluación global para decidir cuál es el tratamiento más adecuado en cada paciente considerando todas las características de la lesión, tipo tumoral y grado, extensión, pero sobre todo las características personales de cada paciente teniendo en cuenta los factores que pueden aumentar la morbilidad en cada caso concreto”, expone Lorente.

En esta línea, en el caso de pacientes mayores es muy importante la valoración realizada por los oncogeriatras que consideran el grado de fragilidad y por tanto el beneficio de los diferentes manejos de la enfermedad oncológica. Así, la radióloga señala que  “en el caso de esta paciente pluripatológica la necesidad de una anestesia general y una probable hospitalización aumentaba las complicaciones post-operatorias como, por ejemplo, el riesgo de delirio postoperatorio, una causa importante de morbilidad”.

Los expertos coinciden en que los casos de cáncer en personas mayores suelen asociarse con otras patologías y más problemas que en pacientes jóvenes. Esto implica la necesidad de un manejo especial del paciente anciano mediante una valoración geriátrica. La evaluación por parte del geriatra de los mejores tratamientos en cada caso facilita la toma de decisiones para seleccionar el manejo idóneo.


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