La necesidad de “quitar la interrogaciones” de los expedientes clínicos de pacientes que continúan con síntomas COVID-19 tras dar negativo y tener “un diagnóstico claro”. Estas son algunas de las cuestiones que ha trasladado Anna Kemp durante la presentación de la encuesta lanzada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y los colectivos de afectados Long Covid Acts en relación a la COVID-19 persistente.

Kemp es británica, lleva 28 años en España y lleva enferma desde el 18 de marzo. Tiene 50 años, pero refleja la situación del perfil más frecuente de paciente con síntomas persistentes de COVID-19: Mujer de 43 años, con más de 185 días de síntomas.

La encuesta fue realizada entre el 13 de julio y el 14 de octubre de 2020. Por ello, los resultados representan cifras correspondientes a los afectados por la primera ola de COVID-19 en España. Participaron 2.120 personas, de las cuales 1.834 fueron pacientes con síntomas compatibles con COVID-19 persistente o de larga duración.

Meses de enfermedad

Respecto a los 1.834 pacientes con síntomas de COVID-19 persistente, el 79 por ciento fueron mujeres con una media de edad de 43 años.

“Tenemos enormes dificultades en nuestro día a día”, ha lamentado Kemp. La paciente destaca sentirse “incomprendida” por el ámbito sanitario, al estar reconocida la enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Kemp ha explicado durante la presentación sus dificultades por la COVID-19 persistente como por ejemplo, dormir inclinada para evitar sensación de falta de aire. Andar medio kilómetro en media hora es un reto para la paciente. Kemp asegura que intenta hacerlo cada día pero alega encontrarse peor que en mayo.

“Estamos cansados de tener que demostrar que estamos enfermos”

Anna Kemp, enferma con síntomas COVID-19 persistente desde el 18 de marzo

Este tipo de declaraciones fueron las que impulsaron a la SEMG a llevar a cabo la encuesta. “Desde el principio palpabamos la situación de los pacientes y veíamos que no era todo tan fácil”, ha señalado el presidente de la SEMG, Antonio Fernández-Pro Ledesma. El experto insiste en que existían pacientes con una “sintomatología muy confusa” perpetuada en el tiempo.

Por su parte, la responsable de investigación de la SEMG, María Pilar Rodríguez Ledo, ha indicado que los resultados de la encuesta son “satisfactorios” porque “lo que interesa es la relación entre los médicos y los pacientes”.

Síntomas más persistentes

Un total de 200 síntomas persistentes han sido detectados en la encuesta de la SEMG, con una media de 36 síntomas por persona.

En este sentido, Rodríguez ha destacado los más frecuentes, que son cansancio/astenia (95,91%); malestar general (95,47%); dolores de cabeza (86,53%). Un bajo estado de ánimo también es otro de los síntomas con el 86,21 por ciento de las respuestas, así como los dolores musculares o mialgias (82,77%) y falta de aire o disnea (79,28%).

La COVID-19 también ha repercutido en los dolores articulares (79,06%); falta de concentración/déficit atención (78,24%); dolor de espalda (77,70%); presión en el pecho (76,83%); ansiedad (75,46%); febrícula (75%); tos (73,2%); fallos de memoria (72,63%); dolor en el cuello/en las cervicales (71,32%); diarrea (70,83%); dolor torácico (70,12%); palpitaciones (69,85%); mareos (69,36%); y hormigueos en las extremidades o parestesias (67,28%).

Afectación por órganos

Pero los efectos de la COVID-19 persistente no quedan relegados al ámbito de la sintomatología, en cuanto a la afectación de los órganos, el 50% de los encuestados tiene 7 áreas afectadas. En este contexto las más frecuentes han sido, además de la sintomatología general, las alteraciones neurológicas (86%), los problemas psicológicos/emocionales (86%) y los problemas del aparato locomotor (82%). A pesar de ello, existen otras áreas que también encabezan las respuestas de los participantes: los problemas respiratorios (79%), las alteraciones digestivas (70%), las alteraciones cardiovasculares (69%), las alteraciones otorrinolaringológicas (65%), las alteraciones oftalmológicas (56%), alteraciones dermatológicas (56%). Por el contrario, las alteraciones de la coagulación (38%) y las alteraciones nefrourológicas (25%) se sitúan por debajo del 50 por ciento.

Ayer, se publicaba un estudio que determina que los pacientes con pérdida de olfato o gusto tienen mejor pronóstico frente a la COVID-19. En relación a este artículo, la vicepresidenta de la SEMG ha indicado que muchos de ellos han recibido tratamientos específicos, entonces “es muy difícil predecir si tienen mejor pronostico o no”. Esto se debe, según la experta, a que las características de esta sintomatología han llevado a actuaciones prácticas diferentes. En este sentido, Rodríguez destaca que “la perdida de gusto y olfato era una situación frente a la que no estábamos acostumbrados”.

Comunidades afectadas y pruebas realizadas

La mitad de los enfermos tenían edades comprendidas entre los 36 y los 50 años de edad. Asimismo, procedían de las Comunidades Autónomas más afectadas en la primera ola de la pandemia: Madrid, el 35 por ciento de los participantes, y Cataluña, con el 30 por ciento.

En este contexto, es conveniente destacar que al 78% de los encuestados se les hizo prueba diagnóstica, siendo las más frecuentes la PCR que constató en un 73% resultado positivo.

Del mismo modo, de la encuesta se desprende que al 59% del total se le hizo prueba de seguimiento. Desde la SEMG indican que “la persistencia de síntomas en esta encuesta no ha presentado diferencias estadísticamente significativas entre aquellos que tuvieron acceso a las pruebas diagnósticas y no”.

“En muchos casos no tuvieron el diagnóstico adecuado porque las pruebas de labortorio no estaban disponibles para pacientes que no requerian ingreso”

Responsable de investigación de la SEMG, María Pilar Rodríguez Ledo

Asimismo, la responsable ha insistido en que no se conoce un tratamiento específico para todos los pacientes afectados por COVID-19 persistente. “No sabemos la causa de la persistencia, pero la afectación permanece en el tiempo”, ha indicado.

Repercusiones en el paciente

“La media del perfil más afectado es la mujer de 43 años”, ha recordado Rodríguez, quien destaca que “son jóvenes y tienen actividad laboral, circulo de ocio, responsabilidades familiares”.

El 50 por ciento de los participantes puntuaba el nivel de salud entre 0-5 sobre una puntuación de 0 a 10, siendo el 10 el máximo de bienestar. En cuanto al empeoramiento de su estado de salud, el 50 por ciento de lo calificaba entre 7-10 sobre 10 (10 máximo empeoramiento), y su incapacidad actual la sitúan la mitad de los encuestados entre el 5-10 sobre 10, siendo el 10 la máxima incapacidad.

La SEMG señala que estas cifras indican que existe una incapacidad notable a la hora de realizar actividades de la vida diaria por parte de los afectados de COVID Persistente. Por ejemplo, al 30,43% de los encuestados le supone un esfuerzo o les resulta imposible el aseo personal; al 67,99% la realización de las actividades de casa; al 72,52% trabajar fuera de casa; el 70,12% tienen dificultades para atender a las obligaciones familiares diarias y al 74,65% le supone un esfuerzo o imposible el ocio con los amigos y otras personas.

En relación a futuros estudios relacionados con otras olas de COVID-19 persistente, la vicepresidenta de la SEMG considera que es necesario aprender de la primera ola y corregir actitudes para que el numero de persistencia de síntomas aumente.

Declaraciones de pacientes con COVID-19 persistente. Fuente: SEMG

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