Maria José Lallena

Disponer del ecosistema científico es un buen punto de partida para abordar las enormes dificultades que acompañan al proceso de descubrimiento de un nuevo fármaco. En España, tenemos la fortuna de contar con un ecosistema excepcional de investigadores, de grupos académicos de excelencia, que insisten en la búsqueda de dianas terapéuticas novedosas que nos permitan hacer medicinas innovadoras. Esto, unido a la elevada calidad de nuestro sistema nacional de salud y la calidad científica y humana de nuestros médicos, siempre dispuestos a cooperar para y por el paciente, hacen que en nuestro país se encuentre un caldo de cultivo adecuado para la cooperación en la investigación biomédica.

“En España contamos con un ecosistema excepcional de investigadores y grupos académicos”

Cuando desde nuestro centro de I+D de Lilly en España participamos, de un modo esencial, en el descubrimiento de abemaciclib (Verzenios), sabíamos que la disposición y capacidad de mis compañeros científicos para compartir con los clínicos lo que habíamos aprendido en su proceso de desarrollo preclínico podía marcar una diferencia.

Y creo que así ha sido durante estos años, en los que los profesionales sanitarios han tenido una vía abierta para comentarnos sus dudas, necesidades. Un tiempo en el que hemos realizado una importante labor de investigación traslacional para seguir entendiendo cada vez mejor cual es el mecanismo de acción de los nuevos medicamentos e identificar, cada vez con mayor precisión, los grupos de pacientes que responderán mejor a estas nuevas terapias.

“La disposición y capacidad de los científicos para compartir con los clínicos marca la diferencia”

Desde aquí quiero aprovechar para agradecer a los clínicos españoles su generosidad por compartir con nosotros lo que iban aprendiendo en su experiencia con el paciente.