Durante la temporada otoño-invierno cuando los virus respiratorios están más activos y gran parte de la población ha caído enferma por gripe, Covid-19 o alguna otra enfermedad, surge un nuevo factor que no siempre se tiene en cuenta. La posibilidad de coinfecciones respiratorias, en las que un paciente puede verse afectado simultáneamente por varios de estos virus respiratorios, y que plantea desafíos crecientes para la salud pública y la práctica clínica.
Javier Castrodeza Sanz, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valladolid, jefe del servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid y miembro de GRIPEXPERT, aborda esta situación en declaraciones a Gaceta Médica, destacando la relevancia de la vigilancia epidemiológica, los avances tecnológicos y las estrategias clínicas para enfrentar esta compleja realidad.
“La frecuencia de coinfecciones respiratorias, como por ejemplo, influenza y SARS-CoV-2, varía según la temporada, la prevalencia de los virus en circulación y el tipo de población estudiada”, explica Castrodeza. “En general, los estudios reportan tasas de coinfección que oscilan entre el 1% y el5 % en adultos, aunque en entornos pediátricos pueden observarse cifras algo más altas”, indica el experto.

En estos casos, los grupos más vulnerables incluyen a mayores de 65 años, inmunocomprometidos, personas con enfermedades crónicas como diabetes u obesidad, y niños, cuyo sistema inmunológico está en desarrollo. En España, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) lidera la vigilancia de estas infecciones mediante un programa que monitoriza semanalmente la actividad de gripe, COVID-19 y otros virus respiratorios, proporcionando datos clave para la toma de decisiones clínicas y de salud pública: SiVIRA.
Cuando dos o más virus infectan al mismo paciente, las interacciones entre ellos pueden exacerbar los síntomas y aumentar la gravedad del cuadro clínico. “Estas coinfecciones pueden intensificar la respuesta inflamatoria, incrementar la carga viral total y, en algunos casos, derivar en complicaciones graves que pueden traducirse en mayor severidad clínica”, explica Castrodeza. En algunos casos, los virus pueden competir entre sí, limitando la replicación de uno de ellos mediante un fenómeno conocido como interferencia viral. Sin embargo, este efecto no siempre mitiga los riesgos, ya que la coexistencia de virus sigue siendo un factor que incrementa la complejidad clínica y la carga asistencial.
“Estas coinfecciones pueden intensificar la respuesta inflamatoria, incrementar la carga viral total y, en algunos casos, derivar en complicaciones graves que pueden traducirse en mayor severidad clínica”
Una única infección o una coinfección
Distinguir entre una infección única y una coinfección no es sencillo, ya que los síntomas son similares e incluyen fiebre, tos y malestar general. La confirmación diagnóstica depende de pruebas específicas como paneles multiplex de PCR, que permiten identificar múltiples virus de forma simultánea. Aunque estos métodos son efectivos, su implementación enfrenta barreras como la saturación de los laboratorios en temporadas de alta incidencia y la necesidad de recursos técnicos avanzados. Además, las coinfecciones suelen requerir tratamientos antivirales específicos para cada virus implicado, lo que añade complejidad al manejo clínico. “Las infecciones secundarias, como la neumonía bacteriana, también pueden dificultar la respuesta a los tratamientos antivirales y prolongar la recuperación”, añade el experto.
La globalización, el aumento de viajes internacionales y el relajamiento de las medidas preventivas implementadas durante la pandemia de COVID-19 son factores que podrían incrementar la incidencia de coinfecciones respiratorias en el futuro. Castrodeza advierte que la circulación simultánea de virus como la gripe, el SARS-CoV-2 y el virus sincitial respiratorio (VRS) genera un escenario propicio para estos fenómenos. No obstante, señala que una estrategia de prevención robusta, basada en la vacunación y en la vigilancia epidemiológica, será crucial para mitigar este riesgo.
En este aspecto, las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial (IA) y la genómica, juegan un papel fundamental en el diagnóstico y manejo de las coinfecciones. Herramientas basadas en IA permiten interpretar pruebas de laboratorio con mayor rapidez y fiabilidad, identificando patrones de coinfección y sugiriendo estrategias de tratamiento personalizadas. Por otro lado, la secuenciación genómica facilita la identificación de cepas virales y mutaciones relevantes, lo que no solo mejora el diagnóstico, sino también la vigilancia epidemiológica en tiempo real. “Estas tecnologías optimizan la atención al paciente, anticipan posibles cambios en la epidemiología de los virus respiratorios y permiten una respuesta más ágil ante brotes”, subraya Castrodeza.
Efecto de los antivirales
Aunque los antivirales suelen ser eficaces frente a sus objetivos específicos, las coinfecciones complican su uso. “En la mayoría de los casos, la eficacia de un antiviral frente a su virus diana no disminuye por la presencia de otro virus”, asegura el especialista. Sin embargo, el retraso en la identificación de los virus implicados puede demorar el inicio del tratamiento adecuado, y las interacciones entre fármacos pueden generar efectos secundarios no previstos. Además, las coinfecciones aumentan la probabilidad de complicaciones bacterianas, lo que a menudo requiere terapias combinadas que deben ser cuidadosamente gestionadas para evitar efectos adversos.
“En la mayoría de los casos, la eficacia de un antiviral frente a su virus diana no disminuye por la presencia de otro virus”
En este contexto, Castrodeza enfatiza la importancia de combinar la vigilancia epidemiológica con los avances tecnológicos para abordar de manera eficaz las coinfecciones respiratorias. España, gracias a su sistema de monitoreo y a su capacidad para integrar herramientas innovadoras, se encuentra en una posición privilegiada para liderar esta lucha. “La clave está en mantener una estrategia preventiva sólida, respaldada por un diagnóstico preciso y un manejo clínico adaptado a la complejidad de estos casos”, concluyó el experto. Este enfoque integral no solo protegerá a los pacientes, sino que también aliviará la presión sobre el sistema sanitario, preparando el terreno para enfrentar los desafíos futuros.