El Servicio de Neurocirugía del Hospital de Sant Pau ha implementado, por primera vez, la llamada cirugía tubular para extirpar tumores en el canal medular, requiriendo una incisión de tan solo 2 centímetros. Esta técnica, respaldada por tecnología avanzada y llevada a cabo por neurocirujanos altamente capacitados, ofrece múltiples beneficios: reduce considerablemente el dolor y minimiza los riesgos de complicaciones postoperatorias, además de facilitar una rápida recuperación que permite el alta hospitalaria en solo tres días. Así, esta metodología, previamente reservada para tratar patologías de columna degenerativas como las hernias, representa un nuevo hito en la atención integral de este hospital. Los especialistas estiman que esta innovadora técnica podrá aplicarse anualmente a una docena de casos seleccionados.

Esta técnica mínimamente invasiva recibe su nombre del tipo de separador empleado para acceder al tumor en el canal raquídeo o medular, la cavidad dentro de la columna vertebral por la que pasa la médula espinal. Este separador es un tubo rígido de 18 mm de diámetro, que permite a los cirujanos llegar al área afectada de forma precisa y con el mínimo impacto en los tejidos circundantes.

Juan Patino, adjunto del Servicio de Neurocirugía de Sant Pau, señaló que “hasta ahora sólo la aplicábamos en enfermedades degenerativas, es decir, relacionadas con el desgaste de la columna, como las hernias, donde tenemos una amplia experiencia”. Ahora, y tras la curva de aprendizaje correspondiente, “también la aplicamos en el abordaje de estos tumores. Serán casos muy seleccionados, pero calculamos que llevaremos a cabo unas 10 intervenciones al año”, explicó.

Por otra parte, Andreas Leidinger, también adjunto a este Servicio, aseguró que “antes se optaba por la cirugía tradicional con una incisión de 10 cm, pero con esta cirugía mínimamente invasiva la incisión es de 2 cm, con muchas ventajas para el paciente: menos daño muscular y, por tanto, menos dolor postoperatorio, menos sangrado durante la intervención, menos tiempo de quirófano, menos riesgo de infecciones y una recuperación mucho más rápida, de modo que en lugar de estar ingresado una semana puede recibir el alta al cabo de 3 días si todo va bien”.

Localización complicada

El primer uso de la técnica tubular en el Hospital de Sant Pau se ha llevado a cabo en una mujer de 76 años que presentaba un meningioma calcificado en la región torácica. Este tipo de tumor, que se desarrolla en las meninges, ocupaba el 70% del diámetro del canal medular, dejando solo un 30% del espacio disponible para la médula. Los meningiomas suelen manifestarse a partir de los 40 años, siendo más frecuentes en personas de entre 50 y 60 años y, aunque tienden a localizarse en la región torácica, también pueden encontrarse en la zona cervical y lumbar, en ese orden de prevalencia. “Estos tumores están al lado de la médula y le quita espacio, comprimiéndola progresivamente”, indicó Leidinger, que añadió que “cuando aparecen los síntomas la médula suele estar ya muy deformada y hay poco tiempo para reaccionar”.

Además de ser utilizada para tratar meningiomas, la técnica tubular mínimamente invasiva también es efectiva para abordar neurinomas y otros tumores situados en el canal medular. Este hospital ha empleado la técnica tubular durante años en cientos de intervenciones, principalmente para tratar patologías degenerativas de la columna y, por ello, su equipo de Neurocirugía cuenta con una amplia experiencia y especialización en esta técnica, respaldada por una sólida formación en procedimientos mínimamente invasivos.

Antes de la intervención, se realiza una resonancia magnética para determinar con precisión la ubicación del tumor. Una vez en quirófano, con el paciente sedado y colocado en posición boca abajo, el procedimiento comienza con la inserción de dilatadores musculares de tamaño progresivo, lo que permite separar las fibras musculares sin necesidad de cortarlas. Luego se introduce el separador tubular de 18 mm de diámetro que forma un canal de acceso hasta la zona afectada de la columna, desplazando el músculo y el tejido blando sin dañarlos.

Para la extirpación del tumor, el neurocirujano cuenta con tecnología de última generación en quirófano que proporciona una precisión milimétrica, incrementando la seguridad de la intervención. Un componente fundamental es el exoscopio, montado sobre un brazo semi-robótico y flexible, equipado con una óptica de altísima calidad que amplía considerablemente el campo de visión, incluso con una incisión de solo 2 cm, lo que permite observar con detalle las estructuras anatómicas y los tejidos involucrados. Esta tecnología elimina la necesidad de un microscopio, permitiendo al cirujano operar en una posición más cómoda y natural.

La imagen captada por el exoscopio se proyecta en un monitor quirúrgico de 80 pulgadas con resolución 4K, que cuadruplica la claridad de las imágenes HD estándar y ofrece una visualización en 3D. Esta profundidad de campo y visión aumentada permite al equipo médico distinguir con precisión los límites de los tejidos, los vasos sanguíneos y los tumores, mejorando la identificación de estructuras clave durante la cirugía.


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