Una investigación ha revelado que, incluso después de una pérdida de peso significativa, las células grasas del cuerpo retienen la «memoria» de la obesidad, lo que podría explicar por qué es difícil mantener el peso después de un programa de pérdida de peso.
Este «recuerdo» ocurre porque la obesidad provoca alteraciones en el epigenoma, un conjunto de modificaciones químicas que se pueden añadir o eliminar del ADN y las proteínas de las células, lo que influye en la actividad genética. En el caso de las células grasas, estos cambios en la actividad genética parecen impedirles realizar su función habitual. Este deterioro, junto con las alteraciones genéticas, podría persistir mucho tiempo después de que el peso haya vuelto a niveles saludables, según un estudio publicado en Nature.
La epigenética es la rama de la genética que no se centra en la secuencia de los componentes fundamentales de los genes, sino en pequeñas marcas químicas, pero distintivas, que se encuentran en estos componentes. La secuencia de los bloques básicos de los genes se ha formado a lo largo de un extenso proceso evolutivo y es heredada de nuestros padres. En cambio, las marcas epigenéticas son más flexibles: factores como el ambiente, los hábitos alimenticios y el estado del cuerpo, como la obesidad, pueden modificarlas a lo largo de la vida.
Aunque pueden cambiar, estas marcas permanecen estables durante muchos años, incluso décadas. Durante ese tiempo, juegan un papel crucial en la determinación de qué genes se activan en nuestras células y cuáles permanecen inactivos. «La epigenética le indica a una célula qué tipo de célula es y qué debe hacer», explicó Laura Hinte, bióloga de la ETH Zurich en Suiza y coautora del estudio.
Estos hallazgos sugieren que las personas que intentan perder peso a menudo requerirán un seguimiento a largo plazo para evitar recuperar los kilos perdidos, tal y como afirmó Hinte. «Esto implica que, potencialmente, se necesita más apoyo», comenta. Aunque ya se conocía que el cuerpo tiende a recuperar el peso perdido y volver a la obesidad, «el cómo y el porqué de este fenómeno era casi un misterio», comentó Hyun Cheol Roh, especialista en epigenoma de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana en Indianápolis, quien investiga el metabolismo. Los nuevos resultados «revelan lo que ocurre a nivel molecular, y eso es realmente fascinante».
Memoria epigenética de la obesidad
Los investigadores analizaron las células grasas de ratones con exceso de peso y de aquellos que habían perdido el exceso de peso tras seguir una dieta. Pudieron demostrar que la obesidad provoca la aparición de marcas epigenéticas específicas en el núcleo de las células grasas y, además, comprobaron que estas marcas persisten incluso después de una dieta. «Las células grasas retienen el recuerdo del sobrepeso y pueden recuperar ese estado más fácilmente», señaló Ferdinand von Meyenn, profesor de Nutrición y Epigenética Metabólica en la ETH Zurich. Los científicos demostraron que los ratones con estas marcas epigenéticas ganaron peso de manera más rápida cuando volvieron a tener acceso a alimentos ricos en grasas. «Así hemos encontrado una base molecular para el fenómeno del efecto yo-yo, es decir, la pérdida pronunciada de peso con su posterior recuperación», subrayan.
La obesidad provoca la aparición de marcas epigenéticas específicas en el núcleo de las células grasas y, además, estas marcas persisten incluso después de una dieta.
También existe evidencia en humanos que parece confirmar este mecanismo. Los investigadores de ETH analizaron biopsias de tejido graso de personas con obesidad que se habían sometido a una reducción de estómago o una cirugía de bypass gástrico. Las muestras de tejido fueron obtenidas de diversos estudios realizados en el Instituto Karolinska de Estocolmo, así como en hospitales de Leipzig, Dresde y Karlsruhe. Aunque en estas muestras los científicos no examinaron los marcadores epigenéticos, sino la actividad genética, los resultados obtenidos coinciden con los hallazgos observados en los ratones. Concretamente, observaron que algunos genes eran más activos en las células grasas del grupo obeso que en las del grupo de control, mientras que otros genes eran menos activos.
Ni siquiera la cirugía de pérdida de peso alteró este patrón. Dos años después de que los participantes obesos se sometieran a procedimientos de reducción de peso, habían perdido una gran cantidad de kilos, pero la actividad genética en sus células grasas seguía mostrando el patrón asociado con la obesidad.
En las células grasas de humanos y ratones, los genes que se activan durante la obesidad están relacionados con la estimulación de la inflamación y la fibrosis. Por otro lado, los genes que se desactivan son los que permiten que las células grasas funcionen de manera normal. Así, las investigaciones realizadas en ratones vincularon estos cambios en la actividad genética con alteraciones en el epigenoma, que tiene un efecto determinante sobre la actividad de los genes, incluso en su capacidad de estar activos o no.
La prevención juega un papel clave
A pesar de estos hallazgos, los investigadores aún no han determinado cuánto tiempo las células grasas pueden retener la «memoria» de la obesidad. «Las células grasas son de larga duración, viven en promedio 10 años antes de ser reemplazadas por nuevas células», explicó Hinte. Por ahora, no es posible modificar las marcas epigenéticas en el núcleo celular mediante medicamentos para eliminar esta memoria epigenética. «Tal vez esto sea posible en el futuro», comentó la especialista. «Pero por el momento, tenemos que convivir con este efecto memoria».
Por su parte, Von Meyenn agregó que «precisamente debido a la existencia de este efecto memoria, es tan crucial evitar el sobrepeso porque una vez que se ha desarrollado, es más difícil revertirlo».
Con esta investigación se ha demostrado, por primera, vez que las células grasas poseen una memoria epigenética de la obesidad. Sin embargo, el equipo que ha llevado a cabo el estudio no sostiene que las células grasas sean las únicas con esa capacidad. «Es posible que otras células del cuerpo también jueguen un papel en el efecto yo-yo», afirmó Von Meyenn. «Sería completamente plausible que células del cerebro, los vasos sanguíneos u otros órganos también conserven el ‘recuerdo’ de la obesidad y contribuyan a este efecto», concluyó. Ahora los investigación planean profundizar en esta línea de trabajo y comprobar si esto realmente ocurre.
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