Una investigación dirigida por Bonaventura Casanova, del Hospital Universitari i Politècnic La Fe de València, presenta los datos del seguimiento, a largo plazo, de 38 pacientes de esclerosis múltiple (EM) tratados con trasplante de células madre hematopoyéticas. Los principales resultados revelan que, tras 8 años de seguimiento, ninguno de los pacientes diagnosticados de esclerosis múltiple en su forma remitente recurrente que fueron trasplantados empeoró. Además, el 60 por ciento mejoró en un punto su nivel de discapacidad. En el caso de los pacientes con esclerosis múltiple secundaria progresiva, la progresión de la enfermedad se detuvo durante dos años, pero, pasado este tiempo, los pacientes volvieron a empeorar.
“Son cifras muy relevantes en lo que se refiere a la eficacia del procedimiento”, asegura Bonaventura Casanova, que destaca que el Hospital Universitari i Politècnic La Fe de València es pionero en el tratamiento con trasplante de células madre en pacientes de esclerosis múltiple remitente recurrente. “El estudio demuestra que el trasplante tiene efectos a largo plazo, que la enfermedad no progresa y que mejora la discapacidad”, resume Casanova.
Cambio de paradigma
Las recientes investigaciones sobre esta patología apuntan a un cambio en el paradigma de la enfermedad, según Casanova, ya que opina que la distinción entre esclerosis múltiple remitente recurrente y la forma secundaria progresiva desaparecerá. “Habrá una enfermedad remitente recurrente siempre y progresiva secundaria siempre. El problema es que ahora no sabemos detectar la progresión en las fases iniciales de la enfermedad. Con la experiencia de 20 años, con los tratamientos convencionales, un 60 por ciento de pacientes 20 años después no han presentado progresión de su enfermedad y presentan muy poca o ninguna discapacidad, pero un 35 por ciento, a pesar de los tratamientos, han continuado progresando en la enfermedad”, explica. Uno de los desafíos en la investigación, según Casanova, es diagnosticar la progresión de la enfermedad antes de que sea evidente desde el punto de vista clínico. Para ello, se están impulsando métodos de detección precoz mediante estudios de resonancia magnética y biomarcadores. “Dos tercios de los pacientes siempre van a ser remitentes recurrentes y el resto, aunque empiezan con un brote, ya son progresivos secundarios”, agrega.