La llegada del virus de la gripe aviar H5N1 a la Antártida ha generado una preocupación creciente en la comunidad científica. Luis Buzón, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), analiza la propagación del virus y sus implicaciones para la salud animal y humana.

El hallazgo del H5N1 en la Antártida es un recordatorio de la capacidad de adaptación y diseminación del virus. A pesar de que el riesgo actual para los humanos se mantiene bajo, el hecho de que el virus esté afectando a un número creciente de especies es motivo de preocupación. La clave para prevenir futuros brotes en humanos es una vigilancia epidemiológica estricta y medidas que minimicen la interacción entre humanos y animales infectados. La situación requiere atención y estudio continuo para evitar escenarios de mayor riesgo en el futuro.

La llegada del H5N1 a la Antártida

La propagación del H5N1 hasta las zonas más australes no es un fenómeno reciente. Desde hace cuatro años, se tiene constancia de su presencia en la región más meridional del continente americano. Este proceso se ha desarrollado en varias fases. En 2014, el virus H5N1 tuvo su primera introducción en América a través de aves migratorias, afectando principalmente a aves de corral. Sin embargo, la situación se contuvo.

No fue hasta 2020 cuando una nueva introducción del clado 2344-D del virus provocó un brote masivo. De nuevo, las aves migratorias actuaron como vectores naturales, diseminándolo a lo largo del continente americano. En pocos años, la costa occidental sudamericana se convirtió en un foco de infección, afectando no solo a aves, sino también a mamíferos marinos como focas y leones marinos. Las imágenes de estos animales muertos en las playas de Sudamérica evidencian el impacto de la epizootia.

La presencia del H5N1 en la Antártida se atribuye a las aves migratorias, que han transportado el virus hasta allí. Sin embargo, el aspecto clave a investigar es si los mamíferos infectados en la región se comportan como callejones sin salida para el virus o si existe transmisión entre ellos.

Adaptación y posible transmisión en mamíferos

El H5N1 ha demostrado una capacidad creciente de infectar a un rango cada vez más amplio de especies. Sin embargo, la pregunta crucial es si la transmisión entre mamíferos marinos es posible. Si un león marino se infecta tras consumir un ave muerta, la infección finaliza con su muerte. Pero si se confirma la transmisión entre mamíferos, se podría generar una epidemia dentro de una especie, aumentando el riesgo de adaptación del virus a los mamíferos y, potencialmente, a los humanos.

Hasta ahora, la transmisión entre mamíferos se ha demostrado en laboratorio con hurones, pero la situación en especies salvajes es más incierta. En casos documentados en otros entornos, se ha observado que felinos y aves carroñeras pueden infectarse al consumir animales muertos. Sin embargo, el mecanismo de transmisión dentro de una misma especie sigue siendo un interrogante.

Implicaciones para la salud pública

El riesgo de que el H5N1 evolucione hasta convertirse en una amenaza para los humanos depende de varios factores. Actualmente, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC) considera que el riesgo es bajo. Sin embargo, la continua adaptación del virus a nuevos hospederos es preocupante y requiere una vigilancia constante.

El principal peligro radica en la exposición del virus a mamíferos con mayor proximidad al ser humano, como los cerdos y algunos felinos. Cuanto más tiempo pase el virus circulando en estos animales, mayor será la posibilidad de que adquiera mutaciones que faciliten su transmisión entre humanos.

Por ello, es fundamental minimizar el contacto entre humanos y animales infectados, lo que se conoce como la «interfaz humano-animal». En particular, se deben reforzar las medidas de bioseguridad en explotaciones ganaderas y avícolas para evitar el contacto con aves salvajes, principales vectores del virus a nivel global.


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