La lucha contra el cáncer de pulmón ha logrado un hito significativo con la subdivisión molecular de la enfermedad en tipos específicos. Delvys Rodríguez Abreu, líder del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, destaca la importancia de esta estratificación. “Desde el descubrimiento en 2004 de una mutación que afectaba al receptor del factor de crecimiento epidérmico, se ha evidenciado la necesidad de segmentar el cáncer de pulmón en subgrupos más definidos”, explica.

“Con estos avances se vio que la subdivisión no podía ser sólo en microcítico y no microcítico, ni siquiera dividir este último en escamoso o no escamoso; se vio que un grupo de alrededor del 15 por ciento de los casos presentaba mutación EGFR positiva, en 2007 se identificó la mutación ALK y, posteriormente, RET, NET, NTRK o BRAF, entre otras”, especifica el experto. “Dividir la enfermedad en subgrupos y contar con tratamientos dirigidos a estas alteraciones ha cambiado la historia natural del cáncer de pulmón y nos ha permitido tratar de manera personalizada a los pacientes que las presentaban”, asevera.

Avances en EGFR

Las mutaciones en EGFR se encuentran entre las más comunes en cáncer de pulmón. Y la evolución de las terapias para esta alteración ha experimentado una gran evolución. Rodríguez Abreu señala que el tratamiento en este subtipo de cáncer de pulmón empezó su avance “con terapias dirigidas que aumentaban la supervivencia libre de progresión (SLP) en comparación con quimioterapia hasta que llegó osimertinib, un inhibidor de la tirosina quinasa de tercera generación que mejoró los resultados, aunque se vio luego que, al año y medio o dos años, los pacientes progresaban y que desafortunadamente a los tres años aproximadamente, fallecían”. Así, se siguió investigando para encontrar nuevas alternativas que mejorasen los resultados de tratamientos en este subtipo del tumor.

“Hemos ido aprendiendo, también gracias a la medicina de precisión, los mecanismos de resistencia a osimertinib”, precisa. Y es en este punto donde entró en juego amivantamab. Este es un anticuerpo biespecífico que, como detalla el oncólogo, “se une a EGFR y se demostró que pacientes que habían progresado a osimertinib podían responder a amivantamab”. “Uno de los primeros estudios que se presentó respecto a este fármaco fue CHRYSALIS, en el que se demostró que la combinación de amivantamab y lazertinib mejoraba los resultados en pacientes que habían generado resistencia a osimertinib”, desarrolla.

Con estos datos, se fueron impulsando diferentes estudios evaluando este anticuerpo biespecífico. “Se propuso, por ejemplo, comparar osimertinib frente a la suma de amivantamab más lazertinib en primera línea en el estudio MARIPOSA, en pacientes con cáncer de pulmón metastásico y con mutación EGFR, demostrando que con la adición de amivantamab se reducía un 30 por ciento la posibilidad de riesgo de progresión de la enfermedad o fallecimiento con la combinación frente a osimertinib en monoterapia”, explica. “Además, también se vio que la respuesta era más duradera en el tiempo”, agrega el experto. Por otra parte, Rodríguez Abreu apunta que “aunque no hay datos maduros respecto a la supervivencia global (SG), la impresión que tenemos estadísticamente con los datos disponibles es que también esta aumentará”.

Subdivisiones más precisas

Otro de los aspectos que subraya Rodríguez Abreu es que en la última edición del Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) se presentaron datos de varios estudios que evalúan amivantamab en subtipos más precisos de cáncer de pulmón no microcítico con mutación EGFR. “Las mutaciones de EGFR más comunes son la deleción del exón 19, mutaciones de sustitución L858R en el exón 21, y también es necesario prestar atención a la inserción en el exón 20; el gran avance presentado este año fue el relativo a los datos del estudio PAPILLON, que mostró que la combinación de amivantamab con quimioterapia frente a quimioterapia sola, mejora la SLP significativamente”, expresa. “De los datos del estudio PAPILLON se deduce que a todos los pacientes con inserción en el exón 20 habría que tratarles con la combinación de amivantamab y quimioterapia”, concreta. Y es que, como pone de relieve el especialista, de los datos de este estudio se desprende que “la mediana de la SLP ha aumentado hasta los 11.4 meses frente a los seis meses que se obtienen con la quimioterapia”. Asimismo, remarca que en ESMO 2023 se abordaron los resultados de MARIPOSA 2, estudio que refleja que “en pacientes que habían progresado a osimertinib, administrarles la combinación de amivantamab y quimioterapia redujo el riesgo de progresión de la enfermedad en un 56 por ciento y el riesgo de muerte en un 52 por ciento”.

Rodríguez Abreu concluye que de todo lo anterior se desprende que, “la futura aprobación de amivantamab marca un avance significativo en la personalización del tratamiento del cáncer de pulmón, proporcionando una opción terapéutica adicional para los pacientes con mutaciones en EGFR tanto en primera como en segunda línea”. “Según avance la investigación, esperamos que se demuestre que la SG también mejora”, expresa el oncólogo.


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