GM Madrid | miércoles, 06 de febrero de 2019 h |

Cientos de genes se han vinculado recientemente a la depresión, arrojando luz sobre los orígenes de la enfermedad y destacando los tipos de personalidad que podrían estar en riesgo. Ahora, un grupo de investigadores dirigidos por la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) han conseguido señalar 269 genes relacionados con la depresión.

Este estudio internacional, que involucra a más de dos millones de personas, es el más grande de su tipo; y podría ayudar a concretar los mejores tratamientos para la afección, que es la principal causa de discapacidad en todo el mundo.

Los científicos estudiaron la información de tres grandes conjuntos de datos de registros anonimizados de salud y ADN. También utilizaron un método estadístico innovador para identificar secciones de ADN que eran comunes en personas con depresión y en aquellas que adoptaron comportamientos de estilo de vida como fumar.

“Los hallazgos sugieren que la depresión podría ser un factor determinante que lleve a algunas personas a fumar, pero se necesita más investigación para explicar por qué”, señala la investigación que, además, muestra que el neuroticismo o inestabilidad emocional, una tendencia a preocuparse o tener miedo, podría llevar a las personas a deprimirse, lo que podría arrojar luz sobre los factores de personalidad que ponen a las personas en riesgo.

El enfoque estadístico, conocido como aleatorización mendeliana, permite a los científicos observar cómo una condición afecta el comportamiento, mientras descarta otras influencias como la edad o los ingresos. Asimismo, los expertos dicen que el estudio refleja la importancia de la ciencia de datos para comprender la salud mental y el papel principal que desempeña Escocia en este campo.

El equipo está invitando a personas con depresión o ansiedad en Escocia a participar en un estudio adicional, para comprender mejor el papel del ADN en las afecciones de salud mental comunes.

A la búsqueda de comprender mejor la depresión

La investigación, publicada en ‘Nature Neuroscience’, fue financiado por Wellcome y el Consejo de Investigación Médica, tiene como objetivo comprender mejor la depresión y la ansiedad para mejorar la vida de las personas con problemas de salud mental.

El equipo, que trabaja con colegas del Instituto Nacional de Investigación en Salud Mental Health BioResource y King’s College London, espera recolectar muestras de saliva y cuestionarios de 40.000 personas en todo el Reino Unido.

“Estos hallazgos son una prueba más de que la depresión se debe en parte a nuestra genética. Esperamos que al lanzar el estudio GLAD, podamos averiguar más sobre por qué algunas personas corren más riesgo que otras de padecer enfermedades mentales y cómo podemos ayudar a las personas que viven con depresión y ansiedad de manera más efectiva en el futuro”, ha señalado el profesor Andrew McIntosh, del Centro de Ciencias Clínicas del Cerebro de la Universidad de Edimburgo, quien dirigió la investigación.

Según señalan, este gran estudio es un avance importante para comprender cómo la variabilidad genética podría contribuir al riesgo de depresión. “Dado que los tratamientos actuales solo funcionan para la mitad de quienes los necesitan, el estudio proporciona algunas pistas interesantes para futuras investigaciones de seguimiento, por ejemplo, las vías biológicas involucradas en el desarrollo de la enfermedad pueden no ser las mismas que las que participan en la respuesta al tratamiento”, señala Raliza Stoyanova, desarrolladora principal de portafolio de Wellcome para neurociencia y salud mental.

Estudio se suma a la evidencia de que los genes son uno de los factores de riesgo clave en la depresión, que también se ve afectada por los acontecimientos de la vida, como el entorno social y el trauma. “El poder de este gran estudio genético es que puede apuntar a sistemas en el cerebro que se suman a nuestra comprensión actualmente limitada en esta área”, afirma Sophie Dix, directora de investigación de la organización benéfica de salud mental MQ, que no participó en la investigación,

“Al aumentar nuestra comprensión de estos sistemas y cómo el entorno social afecta los factores de riesgo biológicos, podemos comenzar para identificar nuevos objetivos para tratamientos que podrían ayudar a millones de personas afectadas por la depresión en todo el mundo”, concluye.