Entrevista/ El centro investiga en el desarrollo de nuevos test de función hepática que sustituyan a los tradicionales
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E. Sainz Corada
Madrid
El Ciber de Enfermedades Hepáticas y Digestivas es de los que mayor actividad ha desarrollado desde su creación, en 2006 con 24 patentes registradas y más de 220 trabajos en revistas de primer cuartil publicados anualmente. Jaume Bosch, su director, cuenta a GM la clave de su éxito.
Pregunta. ¿Qué objetivos a corto-medio plazo se plantea el Ciber?
Respuesta. Los cuatro primeros años nuestra labor fue facilitar la cooperación, ir creando relaciones que favorezcan una mejor relación entre grupos y actualmente estamos haciendo la transición a un modelo de investigación mucho más organizado en función de programas de investigación en los que participan los grupos. Estos programas son seis (cada uno está integrado entre 8 y 10 grupos por programa) y en cada uno de ellos tenemos diferentes líneas de investigación.
P. ¿Cuáles son los ‘proyectos estrella’ del Ciber?
R. Estamos iniciando cada vez más una línea de colaboración entre el Ciber y centros científicos junto con industrias en el marco de iniciativas amparadas por el Ministerio de Industria a través de los Programas de Apoyo a la Innovación. Hemos obtenido una ayuda del Cedeti (Centro de Desarrollo de Tecnología Industrial) para el programa Impacto de 2,5 millones de euros para un estudio para descubrir biomarcadores que determinen los aspectos de enfermedades hepáticas. Concretamente estamos buscando biomarcadores para transición a cirrosis, evaluación de su pronóstico y para diagnóstico de las enfermedades hepáticas metabólicas como la esteatohepatitis no alcohólica. De otro punto de vista estamos desarrollando nuevos test de función hepática para ver si conseguimos superar los antiguos exámenes (transaminasas, bilirrubina) por estudios metabolómicos mucho más específicos y que permitan ir mucho más allá en la precisión y el valor pronóstico de estos estudios.
Tenemos planteado otro estudio en el Cedeti, que está en vías de evaluación, para una gran acción en hepatitis virales de pirosecuenciación en el virus C, que va dirigido a estudiar masivamente todas las mutaciones posibles de este virus y ver si podemos ajustar mejor el tratamiento. Es un proyecto muy ambicioso en el que hemos establecido un convenio con la Fundación de Investigación de Vall d’Hebron. También tenemos cinco estudios terapéuticos en cirrosis, sobre fibrosis hepática, en hepatitis…
P. ¿Cómo les están afectando los recortes de fondos estatales en investigación ante la crisis?
R. Apretándonos el cinturón. Cuando llegaron los recortes, hace dos años, los científicos no entendíamos el cambio de rumbo de pasar de una política de inversión activa en ciencia a una restricción total. En estos últimos años nos hemos venido acostumbrando y todo ha habido que recortarlo. De momento el impacto que hemos tenido ha sido el dejar de crecer. No es que hayamos tenido que despedir gente, ha sido un frenazo a la actividad y una necesidad de aguzar el ingenio y buscar el dinero en otros lugares, pero en esto los investigadores españoles tenemos bastante habilidad…
P. Una de las cosas que se pretendía con los Ciber era generar retorno económico. ¿Cuáles son sus cifras en este sentido?
R. Tenemos una cofinanciación que es difícil de estimar en cifras reales porque tenemos personal contratado por el Ciber (200 personas) y otros muchos pagados por las propias instituciones que forman parte del consorcio entonces la contribución de cada uno es difícil de cuantificar, pero estimamos que el 80 por ciento del dinero que se destina a esto es público y el resto de fuentes privadas.
Para generar retornos tenemos actividades de varios tipos. Una son contratos de servicio con la industria, pero hasta cierto punto es limitada nuestra capacidad de dar estos servicios porque nuestra estructura está dirigida a investigar, no a dar servicios. Pero donde más podemos obtener es generando nuevo conocimiento aplicable en forma de patentes, etc.
P. ¿Cuántas patentes tiene ya registradas? ¿Y spinoffs?
R. Tenemos 24 patentes ya hechas y estamos promoviéndolas mucho más con los proyectos que le he comentado anteriormente. Tenemos también un par de spinn-offs en el área de diagnóstico, y estamos abriendo una posibilidad, (que aún no hemos decidido si será otra spin o lo haremos desde el mismo Ciber), para comercializar unas plataformas telemáticas que hemos creado para apoyo diagnóstico de cáncer hepático y digestivo. Es una cosa muy innovadora y parece que va a llegar a buen término.
La idea es aprovechar la gran riqueza de expertos que tenemos en el tema para aproximarles al lugar donde los necesiten, de forma que pueden dar un consejo terapéutico, diagnóstico y de enfoque. Tenemos ya las herramientas y lo queremos poner al alcance de la comunidad médica internacional. Pero esto genera unos costos y era imposible hacerlo con subvención. Entonces lo que pretendemos es vender este servicio a la comunidad médica cobrando unas tarifas moderadas si son peticiones de centros privados y prácticamente gratuitas para centros públicos e intentamos ofrecerlo internacionalmente a base de convenios con instituciones que puedan facilitar esto. En países donde son muy frecuente los tumores hepáticos (China, Corea, Japón…) tenemos contactos avanzados. Estamos intentando generar recursos también por esta línea. A parte del prestigio que supone poder dar un servicio de esta dimensión.
Una cosa que se desdeña, y que yo quiero destacar, es que la investigación médica dirigida a proyectos clínicos que lleve a cambios en tratamientos, que mejore la expectativa de vida y disminuya los costos asociados a la enfermedad tiene una trascendencia económica enorme que normalmente no se cuantifica. En este sentido nosotros tenemos la satisfacción de haber contribuido a muchos de los nuevos tratamientos que se usan hoy en día en esta área, y un buen número de ellos se sustentan en estudios realizados en España y que tienen una trascendencia económica en forma de incidencia en los costos del SNS que no se ha cuantificado porque es enorme, en términos no ya sólo económicos sino también sociales.
P. España es referente mundial en enfermedades hepáticas, ¿cuál es la clave del éxito?
R. Esto ha ocurrido porque la Hepatología era una especialidad muy joven y había muchas cosas por descubrir. Este progreso se tenía que hacer en cosas que son asequibles a países que no tienen una infraestructura de investigación básica muy avanzada como era el caso de España, pero con un buen sistema de atención hospitalaria y de clínicos. Ahí tuvimos la suerte de tener varias personas de una gran capacidad formativa que supieron ilusionar a grupos de jóvenes médicos que contribuyeron a grandes avances en el conocimiento de enfermedades del hígado desde un punto de vista muy sencillo: con la observación directa del paciente y que aplicaron el método científico correctamente. Todo el mundo aplica corrientemente en la actualidad tratamientos iniciados en España para múltiples aspectos de las enfermedades hepáticas. Cuando empezó a haber más recursos se incorporó más investigación básica a la clínica y se han ido incorporando laboratorios experimentales a su trabajo y han promovido la creación de institutos de investigación asociados a los hospitales. Éste es el embrión que ha dado lugar al éxito español. Algunas de esas personas determinantes han sido el doctor Rodés en Barcelona o el doctor Prieto en Pamplona.
P. En hepatitis C se esperan grandes avances a corto plazo con la adición de los fármacos inhibidores de la proteasa. ¿Qué nos puede contar?
R. Se espera que durante este año alguno de esos fármacos sea autorizado ya en EEUU y llegaría a Europa pocos meses después para la práctica clínica. El avance que se está realizando es muy grande y ya se está empezando a visualizar en un futuro estrategias terapéuticas que serán combinaciones de fármacos totalmente distintas a las que usamos ahora, y quizás puedan prescindir incluso del uso de interferón. Es un terreno que está cambiando muy en profundidad y va a dar una nueva esperanza a pacientes que no habían respondido a los tratamientos anteriores y que están en fases avanzadas de la enfermedad. Esperamos que en un año esto sea ya práctica clínica habitual.