“En la atención oncológica no se deben escatimar recursos, pero se han de utilizar de la forma más racional y eficiente posible”, tal y como señaló Juan Antonio Marqués, director gerente del Área de Salud Marina Baixa, en el marco de la jornada ‘Inmunooncología: novedades en la gestión oncológica’, organizada por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa), con el apoyo del Hospital de La Fe, de Valencia y de la Generalitat Valenciana, y con el patrocinio de Bristol-Myers Squibb. Este gestor está seguro de que todas las comunidades autónomas han puesto y están poniendo los medios necesarios para que los pacientes que sufren alguna enfermedad oncológica no vean menoscabada su atención en ningún sentido.
Para Mariano Guerrero, secretario general de la Junta Directiva de Sedisa, la atención del paciente oncológico presenta importantes desafíos a los gestores sanitarios debido a la cantidad de recursos técnicos, humanos y financieros que ésta demanda. De hecho, el Ministerio de Sanidad calcula que el 16 por ciento de la carga de enfermedad en España está relacionada con el cáncer, por lo que considera fundamental dos de las reivindicaciones más importantes de la Sociedad: la profesionalización de los directivos de salud, que han de dar respuesta a estos retos en un momento presupuestario delicado, y la formación del paciente, ya que mediante la incidencia de políticas públicas de prevención sanitaria se pueden evitar algunas de estas patologías o, al menos, retrasar su aparición.
Durante la jornada se ha puesto de manifiesto, en estimaciones de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), que en 2015 habrá en España casi 230.000 personas con algún tipo de cáncer, por lo que cobra especial relevancia la atención multidisciplinar y la innovación terapéutica en la estrategia asistencial para seguir aumentando la tasa de supervivencia y disminuyendo la de mortalidad. Así, en los últimos años, la inmunoterapia se ha convertido en el cuarto pilar del tratamiento oncológico, junto a la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, dirigido a mejorar el pronóstico del cáncer y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
En este sentido, respecto a la importancia de la innovación oncológica, el director gerente del Área de Salud Marina Baixa, que reconoce el esfuerzo investigador de las compañías farmacéuticas en el desarrollo de nuevas herramientas de lucha contra el cáncer, asegura que éstas se han de incorporar de manera sostenible, ya que algunas “están ligadas a un altísimo coste”. Además, considera que los avances científicos están siendo muy esperanzadores, lo que ha hecho que los pacientes cada vez vivan más y con mayor calidad de vida. En este sentido, argumenta que “el sistema tiene que adaptarse, al igual que se está adaptando a la velocidad que puede a la cada vez mayor prevalencia de enfermedades crónicas. El cáncer, en algunos aspectos, es verdad, que por la supervivencia que afortunadamente tienen algunos procesos, su atención se parece mucho a la de una enfermedad crónica, ya que necesita de una gran cantidad de cuidados, que no necesariamente tienen por qué prestarse en un hospital de agudos. Cuando la enfermedad está en fase avanzada, muchos pacientes oncológicos pueden beneficiarse de una atención en hospitales de crónicos o de larga estancia con los cuidados adecuados o en su propio domicilio merced a las Unidades de hospitalización a domicilio. Ello es más acorde a sus necesidades asistenciales y, además, es más barato”.
La jornada, que ha tenido lugar en el Hospital Universitario La Fe de Valencia, ha analizado la atención oncológica en España, una atención que, en palabras de José Luis Poveda, jefe del Servicio de Farmacia del citado hospital, “podría estar situada globalmente entre las mejores del mundo”, si bien, considera que hay algunos aspectos que deben mejorar: “necesidad de la evaluación económica real de las novedades en el campo oncológico; Informes de Posicionamiento Terapéutico (IPT) transparentes y colaborativos y realmente útiles para la toma de decisiones; mayor rapidez en las decisiones acerca de financiación; mayor participación en los procesos de evaluación de los expertos que lo vienen haciendo desde hace años, etc.”. Argumenta, además, que dada la estructura presupuestaria en España, se hace difícil gestionar “bien y de manera realista un presupuesto sanitario” (por ser cerrado) y, a la vez, atender a la financiación de las verdaderas novedades terapéuticas, “que en el campo de la Oncología son frecuentes y con alto impacto económico”. Por este motivo, recuerda que algunos países disponen de un presupuesto independiente para la financiación de estos ‘gastos imprevistos’, y “tal vez habría que explorar esta posibilidad, porque un mecanismo de este tipo, central y objetivamente valorado, podría tener repercusión sobre los posibles problemas de financiación asimétrica”.
Para Poveda, las claves en la gestión de la asistencia de los pacientes oncológicos pasan por su atención en hospitales de día, la necesidad de asegurar la seguridad y la efectividad de los tratamientos, el alto impacto económico de muchos de ellos, las medidas de resultado, las terapias coadyuvantes (analgésicos, antieméticos), o la coordinación entre servicios. En este sentido, considera que “el farmacéutico de hospital lleva ya muchos años integrado plenamente en el equipo clínico asistencial de atención a los pacientes oncológicos, participando activamente en la toma de decisiones junto con el resto de profesionales. Desde un nivel individual, nuestra experiencia en este campo nos ha permitido ayudar a resolver problemas en los aspectos antes mencionados: asegurando la calidad de la quimioterapia intravenosa, optimizando junto con los clínicos los resultados de la terapia, informando a los pacientes acerca de sus tratamientos, cooperando en la elaboración de protocolos asistenciales con médicos y enfermeras, individualizando la posología de ciertos medicamentos mediante la formulación magistral (especialmente en pediatría), participando en el soporte nutricional cuando es necesario, etc.”.
A un nivel, que Poveda define como ‘poblacional’, el papel del farmacéutico va desde su participación en la evaluación de nuevos fármacos oncológicos con las herramientas de la medicina basada en la evidencia hasta su integración en las estructuras administrativas de evaluación (de las comunidades autónomas o del Estado). “El farmacéutico ha ido ganando en credibilidad hasta convertirse en un elemento indispensable del proceso”, concluye.
Avances en Inmunooncología
Según señala Alfonso Berrocal, jefe de Sección del Servicio de Oncología del Hospital General Universitario de Valencia, hasta hace poco, la inmunoterapia ofrecía resultados satisfactorios a un muy pequeño porcentaje de pacientes. Sin embargo, “los nuevos tratamientos inmunoterapéuticos han mejorado mucho su eficacia, lo que ha permitido explorar su utilización en una mayor variedad de tumores donde también se han encontrado resultados prometedores. Esto nos ha llevado a pensar que la inmunooncología va a ser parte importante del tratamiento médico del cáncer, además de la quimioterapia y las terapias dirigidas”.
Agrega que en el caso del melanoma metastatico, la primera inmunoterapia disponible, el ipilimumab “mejoró por primera vez la supervivencia global de estos pacientes respecto al tratamiento convencional con quimioterapia. Además, alrededor de un 20% de los pacientes que reciben este tratamiento presentan supervivencias prolongadas, un fenómeno prácticamente desconocido hasta hace muy poco”. El experto agrega también que “hay nuevos tratamientos en desarrollo que aún van a mejorar más esta situación, como los anticuerpos anti-PD1 o la combinación de estos con ipilimumab”.
Respecto a cuáles serán los principales retos para el futuro en relación a los pacientes en este campo, el doctor Berrocal apunta que el mayor desafío es resultado de que el tratamiento pasará por la combinación de diferentes fármacos inmunoterápicos, lo que va a complicar el manejo por parte de los profesionales y va a aumentar el impacto económico, con las consiguientes dificultades en la gestión.
Por último, ha señalado que, en su experiencia, “no hay problemas en el acceso a los medicamentos en las indicaciones establecidas. Sí que hay una gran demora desde el momento en que conocemos los resultados favorables en investigación hasta el momento en que estos medicamentos pueden ser usados”.