Premios Rey Jaime I

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c. ossorio Barcelona | viernes, 14 de junio de 2013 h |

Sus contribuciones en el campo de la epigenética, con implicaciones en modelos de senescencia y cáncer, han conducido a Manel Esteller a ganar el Premio Rey Jaime I a la Investigación Básica 2013.

Pregunta. ¿Cuáles son las consecuencias de la “deriva epigenética”?

Respuesta. Hay una aplicación más básica y una más aplicada. En la primera, estamos interesados en saber qué mecanismos biológicos son, en parte, responsables del envejecimiento, y también de la alteración del mismo, como el envejecimiento prematuro que se da en enfermedades como la progeria. Sabemos que cambia el epigenoma de las células, la regulación del ADN se realiza peor, y un gen que debería expresarse en un linfocito se expresa en una neurona, y viceversa. Pero quizá la parte más práctica sería la historia de la epigenética del cáncer.

P. Otro de sus trabajos fue construir el metilona de DNA ¿En qué se traduce?

R. Los epigenomas son un complemento a los genomas, porque una mutación te da un riesgo, pero el epigenoma te modula ese riesgo, aumentándolo o disminuyéndolo. En el epigenoma hay distintos niveles, y uno es el metilona del ADN, del grupo químico metilo. Esto es una marca fisiológica sana, que nos define como especie. El problema viene cuando se altera ese metilona, pues aparecen patologías, sobre todo la enfermedad tumoral. En cáncer, hay tres tipos de áreas de conocimiento: descubrir alteraciones epigenéticas que causan cáncer, usar la epigenética para encontrar biomarcadores de la enfermedad y utilizar los signos epigenéticos como dianas para fármacos que recuperen un epigenoma fisiológico. A día de hoy, se están empleando cinco fármacos epigenéticos para el tratamiento de leucemias y linfomas en pacientes.

P. ¿Qué ha significado la identificación de HDAC2?

R. Cuando se descubrieron las primeras mutaciones en cáncer, y hasta recientemente, han sido mutaciones que se suceden en las vías de señalización celular. Nosotros encontramos la primera mutación en un gen que no pertenecía a estas vías clásicas, sino a un gen epigenético, en concreto, una mutación en una desacetilasa de histonas en cáncer humano, HDAC2, en un porcentaje de tumores de colon, estómago y endometrio, y ahora conocemos muchos más. Desde hace un año hay ensayos clínicos con pacientes con leucemia y neuroblastoma que poseen una de estas mutaciones más sensibles a los inhibidores de histona metiltransferasa.

P. ¿En qué centra su investigación actual?

R. Estamos muy focalizados en buscar marcadores epigenéticos para predecir respuestas a quimioterapias específicas.