Qué hecho está provocando roces importantes entre el presidente de Metges de Catalunya, Alberto Mas, y su secretario general, Antonio Gallego?
Qué ramas autonómicas de la CESM no pagan las cuotas a la organización que comanda Patricio Martínez? ¿Por qué?
Qué postulante anda de comunidad en comunidad del PP en busca de un puesto que le libre al menos otros cuatro años de tener que trabajar en el hospital?
Qué alto cargo del Ministerio ha puesto el sello de “Ok” al código deontológico cuyas líneas maestras él mismo pergeñó? ¿Le dará cargo en el PSOE este alto cargo al que se ha dejado hacer el código?
Por qué no se enfrentó Pajín con Salgado cuando ésta decidió ampliar los puntos de venta de tabaco?
Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’
Si se acepta la tesis de que la gravísima crisis económica y social que arrastra España viene originada por una crisis previa de valores, no constituiría ninguna irracionalidad afirmar que sólo mediante la recuperación de esos valores podrá garantizarse la supervivencia y la salida definitiva del túnel. Si el despilfarro, el boato, el desenfreno y la falta de controles de épocas pretéritas y todavía presentes nos han conducido a la bancarrota, parece lógico pensar que la austeridad, la sencillez o la humildad constituirán la vía idónea para enderezar el rumbo y recuperar el tiempo perdido. Si la ostentación, el enriquecimiento fácil y la utilización de puestos institucionales para fines personales fueron detonantes de la tragedia que ahora se masca en forma de hundimiento de las cuentas públicas, lo que se impone en estos momentos es la mesura, la recuperación del valor intrínseco del trabajo, la honestidad y la dedicación plena a las tareas para las que se ha sido designado. Si antaño imperaba, y aún impera, en definitiva, el choriceo, el amiguismo, el contubernio fácil desde y con el poder, y el intercambio de favores por prebendas, obligado es ahora dar un giro de 180 grados y recuperar los valores éticos y morales olvidados. Sin esta metamorfosis, no habrá salida del fondo del abismo.
¿Cómo se traslada esto a la Sanidad? Es fácil. Si la Sanidad no quiere ir rezagada durante más tiempo, ha de liderar el cambio hacia los valores éticos que debe imponerse en toda la sociedad. Y esta tarea corresponde a todos los que la comandan, empezando por las autoridades, siguiendo por los directivos de las empresas del sector y terminando por representantes de colectivos varios. Todos ellos han dado muestras de flaqueza en años pasados y a todos ellos les corresponde operar la transformación.
En pocas palabras: la Sanidad tiene que dejar se ser el sector del pesebre y protagonizar una asepsia regeneradora. Una asepsia que lleve de entrada, por ejemplo, a todos los líderes a pregonar con el ejemplo en esta época de austeridad: altos cargos ministeriales y consejeros, directivos de laboratorios, y presidentes de corporaciones y organizaciones colegiales deberían empezar por recortase el sueldo, mutilar sus dietas y racionalizar de forma draconiana los presupuestos de las instituciones que dirigen. Sólo así se podrá exigir luego con legitimidad a los médicos, enfermeras, auxiliares y hasta pacientes que formen parte de los ajustes. Si recuerdan el pasado tijeretazo a los sueldos de los sanitarios, ninguna organización que dice representarles tuvo a bien solidarizarse con ellos por la vía de los salarios. Es más, mientras las retribuciones bajaban, las dietas y prebendas de las cúpulas aumentaban de forma inversamente proporcional.
Es hora también de la austeridad en los organigramas de ministerios y corporaciones, empresas y hasta asociaciones. Austeridad que lleve a suprimir vocalías estériles en colegios, órganos sindicales obsoletos, plazas de liberados que no se ganan su sueldo, y puestos para correveidiles ministeriales, asesores y mamporreros que viven a costa del Erario Público o de los profesionales. Llama la atención que el PP siga la estela marcada por el PSOE y esté olvidando esta lección en algunas de las comunidades que ahora gobierna. Y hace falta otras cosas: resistencia ante el nepotismo, rechazo a los entramados todavía constituidos, y huida del juego de intereses creados que lleva a los de toda la vida a beneficiarse de los de siempre. O se produce una catarsis completa, con personas incluidas, o el sistema perecerá víctima de sus propios errores. Será la pescadilla que se muerde la cola.