Entre los 29 y 30 años de edad mínimos para poder ejercer como médico especialista y la edad de jubilación —entre los 65 y los 67— solo quedan 35 o 37 años para poder trabajar, cotizar a la Seguridad Social y llegar a una pensión del cien por cien de la base reguladora, por lo que muchos profesionales tendrán que echar mano de los años de residencia y, en algunos casos, les será imposible llegar. Según el análisis presentado durante la jornada sobre Jubilación y Pensión del Médico, Vicente Matas, del Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada (Simeg), pese a que los facultativos aportan mucho a la sociedad —tanto económicamente como en responsabilidad, formación e investigación—, por su nivel de ingresos es muy difícil que accedan a ayudas, subvenciones y becas, sufriendo además una pérdida de poder adquisitivo “brutal” recibiendo una pensión inferior a la que les corresponde según sus cotizaciones. “Sin embargo, algunos políticos, aportando muy poco —siete años de cotización— reciben el máximo y algunos ni siquiera están afectados por los topes”, asegura.
Matas vuelve a denunciar así el “exagerado desequilibrio” que afecta económicamente y en calidad de vida al médico. Como ya destacó en el informe que presentó el pasado mayo (ver GM, nº 376), este profesional supera el tope máximo de cotización gracias a las guardias —generando un ahorro del 24,2 por ciento para la empresa— que no se computan a la hora de calcular la pensión, por lo que pierde más del ocho por ciento en relación con lo generado y más del 37 en relación a su sueldo en activo. Por ello, considera necesario hacer “más justo” el sistema, dando a cada uno lo que le corresponde según sus necesidades y teniendo en cuenta el esfuerzo realizado, aunque no guarda esperanzas de que las novedades sean positivas.