La falta de un nuevo marco que regule las bases generales de conciertos entre universidades e instituciones sanitarias es algo que vienen reclamandado desde hace mucho tiempo los decanos de las facultades de medicina y los profesionales sanitarios. Desde 1986 no se ha modificado la única normativa vigente que existe para regular y acreditar la vinculación entre universidades y centros sanitarios.Así, establece que “las universidades que estén autorizadas a impartir la licenciatura en Medicina y Cirugía deberán disponer al menos de un hospital y tres centros de atención primaria de carácter universitario, haciendo coincidir estas instituciones con las de mayor calidad asistencial del ámbito geográfico correspondiente”. Un real decreto obsoleto que se acordó cuando aún no estaban planteadas las transferencias autonómicas en materia sanitaria y educativa. Este marco abre paso a múltiples interpretaciones y ha desestabilizado la equidad en las diferentes autonomías, ya que casi 30 años después, cada una puede otorgar una acreditación a cualquier centro sin que ningún organismo lo avale.
Ante este panorma el presidente de la Confederación Nacional de Decanos de Medicina, Ricardo Rigual, asegura que hay un cierto desorden en la aplicación de la antigua ley, debido a su complejidad. Ahora,tras muchos intentos y muchas llamadas de atención por parte de los profesionales, parece que se están empezando a dar los primeros pasos con un borrador de Real Decreto de Creación de Universidades y Centros Universitarios, que la semana pasada el Ministerio de Educación presentaba a la Conferencia de Política Universitaria y el Consejo de Universidades.
Este nuevo horizonte jurídico limita la vinculación de un hospital universitario a una sola universidad por titulación. Así, el Ministerio de Educación instará a las comunidades autónomas, que son las que tienen la competencia en este área, a que pongan en marcha un marco de control y evaluación.
Uno de los problemas que existen con el exceso de centros es que no se dispone de hospitales con buenas características docentes, asistenciales y de investigación para atender a tantas facultades, lo que está generando interferencias y por tanto, puede afectar a la calidad formativa de los médicos. De este modo, el futuro texto normativo establece limitaciones en este sentido, lo que supone “una buena noticia, al menos, de momento”, destaca Rigual.
Hace unos meses, el Foro de la Profesión Médica, alertó de la situación que amenazaba el futuro de los profesionales, ya que ni se regula ni se aplica ninguna normativa y los convenios con los hospitales tienen “una deficiente normativización”. En esta línea, advirtieron de que existen hospitales que se cuelgan el rótulo de universitario sin haber acreditado su calidad porque este apellido les otorga prestigio. Sin embargo, el proyecto obliga a las instituciones sanitarias a reunir los requisitos que se establezcan por acuerdo entre los ministerios de Educación y Sanidad. Además, el concierto o el convenio señalarán los servicios de las instituciones que se concierten con los departamentos o unidades universitarias que con ellos se relacionan. El proyecto destaca que “se utilizará la denominación ‘Universitario’ cuando el concierto se refiera al hospital en su conjunto o abarque la mayoría de sus servicios. En el caso de que sólo se concierten algunos servicios, se hablará de ‘Hospital asociado a la Universidad’. Asimismo, el borrador establece las mismas bases para su aplicación en los centros de Atención Primaria.
Con este borrador, Rigual espera que se vuelva a valorar la figura de profesor vinculado. “Creada en el RD de 1986 por compromiso, es una figura necesaria, que hay que adaptar y actualizar no sólo en los aspectos organizativos, sino económicos”, apunta. En esta línea, a su juicio, la falta del registro de profesionales, ahora aprobado, abre paso a una solución que pasa por ajustar el número de estudiantes al de las plazas MIR. Rigual insiste en que en que el numerus clausus es imperativo en una titulación, en cuanto que se asegura un equilibrio entre las plazas. En definitiva, espera que aunque la tramitación de un borrador es lenta, no se demore mucho, porque la amenaza de nuevas apertura de facultades de medicina, aunque está paralizada, persiste.
La amenaza de nuevas facultades está en standby, aunque tenemos
que estar atentos”
Las facultades
de medicina tienen aún muchos defectos y se tiene que poner solución”
Hay que actualizar
la ley, la situación
no es la misma
a la de hace 30 años”
La disparidad de criterios en los planes formativos y las desigualdades que ello genera entre los centros es una realidad. Sin embargo, Rigual advierte de que no hay que fiarse de los rankings. “Mucho cuidado con sobrevalorar los resultados del MIR para establecer una clasificación”.
Con respecto a Europa, plantea que no existe una prueba objetiva para compararnos con otros países. Sin embargo, reconoce que la figura del médico está bien valorada fuera de nuestras fronteras, aunque considera que las facultades de medicina tienen muchos defectos y son muy mejorables. Para el decano, aunque tanto Sanidad como Educación tienen bien definidas sus competencias, la realidad es más bien compleja. Es el caso de la acreditación de los docentes, competencia de Educación, aunque los profesores clínicos ejercen en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Una situación que genera problemas, por ejemplo al no haber interlocutores que medien y trabajen conjuntamente. De este modo, apuest apor la unidad. “Es importante que en los dos ministerios haya una colaboración eficaz a nivel estatal”.
A pesar de las divergencias, Educación ha dado otro paso más con otro borrador de real decretoque contempla seis criterios de baremación para lograr una plaza fija de profesor titular y catedrático: investigación, transferencia de conocimiento, docencia, actividad profesional, gestión y formación académica. Desde hace mucho tiempo, los decanos llevan tiempo denunciando la infravaloración de la experiencia clínica de los futuros docentes y el poco peso que tiene en la baremación la tarea asistencial, a la que los clínicos dedican la mayor parte de su tiempo, en detrimento de la investigación y la docencia.
Ahora,el futuro marco legislativo, separa la experiencia profesional y la dedicación asistencial. En este sentido, para Rigual el borrador abre paso a que figuras como la del profesor titulado o catedrático —donde se valora más la labor docente o investigadora— sea más reconocida y resulte más accesible.