Alrededor del 50 por ciento de los pacientes con insuficiencia cardiaca (IC) fallecen en el transcurso de los cinco años siguientes al diagnóstico y uno de cada 10, en los 30 días siguientes a la hospitalización. A estos datos hay que añadir que un 25 por ciento de las personas con IC reingresa durante las próximas cuatro semanas, después de haber recibido el alta hospitalaria.
Pese a que en los últimos años se han logrado avances notables en el ámbito de la cardiología y se ha reducido la mortalidad ocasionada por enfermedades cardiovasculares “de forma espectacular”, el riesgo de desarrollar IC aumenta con la edad, tal y como se aseguró en el marco de la XII Reunión Anual de la Sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), la cual coincidió en Sevilla con el Congreso Heart Failure 2015 de la European Society of Cardiology (ESC) en donde se reunieron unos 4.700 participantes de más de 70 países.
No obstante, no hay que olvidar que el aumento de la prevalencia de esta patología es consecuencia, como explicó el jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Virgen de la Victoria, Eduardo de Teresa, “tanto del envejecimiento de la población, como del éxito cosechado en conseguir que la gente fallezca menos” —lo que no significa que mantengan su corazón a pleno rendimiento—.
Esto indica que, por un lado, ha habido “un abordaje precoz de las enfermedades, un abordaje terapéutico más efectivo y, en consecuencia, una mayor supervivencia”, precisó el jefe de la Unidad de IC y Trasplante Cardiaco del Hospital Universitario de Bellvitge, Nicolás Manito. Al hilo de esto, De Teresa recordó que la pirámide poblacional está cambiando por lo que advertía que, evidentemente, en las próximas décadas la población estará más envejecida y presentará una mayor incidencia de IC y de otras patologías crónicas.
Grandes retos
Además, al gran reto que supone el cambio en la pirámide poblacional, se une el de conseguir que el sistema sea sostenible y mantenga su calidad, como aseguró el presidente de la SEC y jefe del Servicio de Cardiología y Unidad Coronaria del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, José Ramón González-Juanatey.
La IC supone una carga económica y sanitaria que, en la actualidad, supera los 78.000 millones de euros en todo el mundo. Una patología en la que la hospitalización supone entre el 60 por ciento y el 70 por ciento del coste.
González-Juanatey incidió en que la IC ya supone de por sí un reto porque implica “una gran cantidad de recursos, dado que no hay ninguna otra patología que requiera tantas hospitalizaciones”.
Por ello, subrayó que el “mayor reto” es saber organizarse y conocer qué papel tiene que jugar cada uno de los agentes implicados, al tiempo que puntualizó que es “fundamental” la figura de enfermería. Asimismo, añadió, que se debe abandonar la idea de plantear la IC como una unidad en la que se atiende a un número determinado de pacientes porque, en ese caso, muchos se quedan al margen.
En este sentido, el director Científico del Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra, Javier Díez, destacó que para que exista un continuo asistencial, es necesario “conocer los tres escenarios —domicilio, centro de salud y hospital— y las transiciones entre los mismos para asegurar que en el paso de uno a otro no haya desconexiones” y el paciente esté bien controlado.
No se puede hablar de un único objetivo, pero entre los considerados “prioritarios” por los expertos y, en concreto, por Díez se encuentran la disminución del número de hospitalizaciones, lograr una mejora de la supervivencia todavía mayor, pero incrementando siempre la calidad de vida del paciente y logrando reducir los costos. “La IC hay que atajarla desde múltiples frentes, teniendo en el centro del continuo asistencial al paciente, a la enfermera y al personal especializado”, agregó.
ICC y ICA
Respecto a algunas de las claves que se pusieron sobre la mesa durante la celebración del Congreso, Héctor Bueno, cardiólogo del Hospital Gregorio Marañón, resaltó que el inhibidor de la neprilisina y del receptor de angiotensina, comercializado por Novartis como LCZ696, “ha revolucionado el mundo de la IC, al reducir alrededor de un 20 por ciento la mortalidad”.
De acuerdo con el estudio Paradigm-HF —ensayo aleatorizado, doble ciego de fase III que ha evaluado el perfil de seguridad y eficacia de LCZ696 en comparación con enalapril en 8.442 pacientes con IC con Fracción de Eyección Reducida—, los pacientes que reciben este fármaco tienen más posibilidades de sobrevivir y necesitan menos hospitalizaciones que aquellos a los que se les administró enalapril.
Aparte, el análisis de los datos de seguridad del estudio mostró que los efectos secundarios resultaban manejables en el ensayo, reduciendo el estrés sobre el corazón, medido por los niveles de los biomarcadores BNP, e indicaron además que el fármaco puede revertir el daño estructural.
En relación con la IC aguda, también se comentó que los resultados del ensayo clínico en fase III, en el que se comparó serelaxina frente a placebo y cuyos resultados se recogieron en el estudio Relax-AHF eran, en palabras de Bueno, “prometedores” porque conseguía una reducción de los ratios de mortalidad de aproximadamente el 50 por ciento. No obstante, el experto precisó que para confirmar los resultados, debería llevarse a cabo un estudio con una muestra mayor.
Finalmente, el e xperto resaltó que la cardióloga Marisa Crespo presentó el registro europeo, el cual maneja datos de más de 23.000 pacientes. “Ahora se sabe que la mortalidad de la IC es de 23 por ciento al año, —siete por ciento en la ICC— lo que significa que es mayor que la de muchos cánceres. “Este registro nos ayuda a saber la situación y nos ayudará a mejorar el control de calidad de los pacientes”, concluyó Bueno.
Una de cada 5 personas mayores de 40 años presentará IC en algún momento de su vida
Serelaxina ha demostrado resultados “prometedores”,
al reducir en un 50% la tasa
de mortalidad en ICA