Una de las principales diferencias entre el sistema sanitario estadounidense y los sistemas de salud nacionales en Europa es el derecho al acceso a la cobertura; mientras el acceso es universal en el caso de los europeos, en Estados Unidos no existe un derecho como tal. La mayoría de los ciudadanos tiene un seguro médico privado y los distintos programas públicos que existen establecen acceso según criterios de pobreza, edad o categorías especiales de discapacidad.
El dato más repetido durante el debate sobre la reforma sanitaria estadounidense fue la existencia de “46 millones de americanos sin acceso a cobertura médica.” Esta es la crítica más frecuente del sistema, ya que, de ser cierto, significaría que el 15 por ciento de la población se encontraría desatendida y justificaría un papel mayor del Estado para corregir el aparente fracaso del sistema. Si bien es cierto, que hay segmentos de la población norteamericana con serias dificultades para afrontar sus gastos sanitarios, el total es significativamente más bajo.
El dato de los 46 millones de ciudadanos proveniente de un informe del Departamento del Censo Nacional (U.S. Census Bureau) se ha interpretado erróneamente como el número de personas que crónicamente no pueden adquirir un seguro y por tanto carecen de acceso a cuidados sanitarios. La realidad es otra. Esta cifra es el número de personas que no tenía un seguro médico por distintos motivos en el momento de contestar la encuesta del Censo (Current Population Survey), incluyendo personas en transición entre un trabajo y otro donde la mayoría de americanos se abonan a un seguro. Por lo tanto no estima el número de personas sin cobertura durante el año entero. Estos ciudadanos sin seguro no tienen un perfil socioeconómico homogéneo y un elevado número de ellos voluntariamente renuncian adquirir un seguro.
Sobre 18 millones de los no asegurados ingresan más de 50.000 dólares anuales, muy por encima del sueldo medio de los mayores de 25 años que es de 32.140 dólares. De hecho, 9,4 millones tienen ingresos superiores a 75.000 dólares anuales. El motivo por el cual no tienen un seguro médico se debe más a su propia elección que a una verdadera barrera económica. Este hecho es particularmente relevante para la población entre 19 y 29 años que según el Departamento del Censo constituye la cohorte de edad con mayor porcentaje de no asegurados.
Dado el buen estado de salud de esta población joven relativo a otros segmentos de población, muchos de ellos pueden optar libremente por gastar su dinero en otras prioridades. A pesar de ello, una de las provisiones más polémicas de la ley de reforma sanitaria del presidente Barack Obama (Obamacare) obliga a todo ciudadano de Estados Unidos a adquirir un seguro médico si no tiene cobertura por uno de los programas públicos, afectando a millones de jóvenes adultos.
Entre los no asegurados también existen unos 14 millones de personas que cumplen los criterios para uno o varios de los programas públicos como Medicaid o Medicare pero que no se han registrado formalmente. Por tanto, tienen derecho y acceso a asistencia médica pero, o no han tenido necesidad de ella, o bien prefieren esperar a tramitar su inclusión en los programas. Otros diez millones son inmigrantes ilegales o residentes no ciudadanos americanos. Cualquier política sobre inmigración debe contemplar sus necesidades sanitarias, pero su inclusión en el computo global distorsiona el dato de “ciudadanos norteamericanos” sin seguro médico.
La existencia de 46 millones de norteamericanos sin cobertura fue uno de los argumentos fundamentales para justificar la aprobación de la reforma sanitaria en Estados Unidos. Una revisión del dato reduce significativamente el total de personas que realmente no tienen acceso. Dentro de este grupo aquellos con ingresos inferiores a 50.000 dólares anuales pero superiores a los límites para acceder a ayuda pública son los que se encuentran en la situación más precaria. The Kaiser Family Foundation, una ONG especializada en el sector sanitario, sitúa la cifra entre 8,2 y 13,9 millones de norteamericanos, equivalente al 2,6 por ciento y 4,5 por ciento de la población, siendo esta la verdadera dimensión del problema de acceso a cobertura sanitaria.