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Actualmente, y desde hace unos dos años, disfruta de una beca de doctorado asociada a Proyectos de Excelencia de la Junta de Andalucía, donde lleva a cabo los ensayos de síntesis y caracterización de nanopartículas. A su vez, el proyecto está a caballo entre el Instituto de Ciencia de Materiales y el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, donde realiza los ensayos in vitro de los nanosistemas en líneas tumorales. Hoy, José María Oliva ha hablado con nosotros de su visión de la bioquímica y la biotecnología en España.
Pregunta. ¿En qué consiste su trabajo actual? ¿Cuáles son las líneas de investigación en las que está trabajando actualmente?
Respuesta. Mi trabajo tiene por objeto el diseño, síntesis y caracterízación, de nanopartículas metálicas para el tratamiento selectivo de tumores, así como la evaluación de la actividad de dichos nanosistemas tanto in vitro como in vivo. En nuestro equipo, eminentemente interdisciplinar, entendemos la nanotecnología como herramienta “social”. Colaboramos estrechamente con diferentes grupos de investigación y EBTs, como es el caso de Bionaturis, que nos produce proteínas recombinantes y ARN de interferencia, para acercar a la sociedad la tecnología desarrollada, tanto en forma de publicaciones en revistas especializadas, como en forma de patentes: “I+D+I en estado puro”.
P. ¿Por qué ha decidido dedicarse a esta especialidad?
R. Agustín Garía Asuero, antiguo Decano de la Facultad de Farmacia de la Hispalense, dijo en mis años de estudiante algo que me ha llevado hasta aquí: “Los grandes avances se producen en la intersección de las ciencias puras, por eso Farmacia es una carrera de futuro”. En cuarto de licenciatura tuve la oportunidad de empezar a colaborar como alumno interno en el Departamento de Tecnología Farmacéutica, disfrutando en el siguiente curso académico de la Beca de Colaboración del Ministerio, desarrollando nanopartículas magnéticas.
En estos años no sólo disfruté de la experiencia, si no que entendí que el futuro de la terapéutica empezaba a dar un giro de la farmacología tradicional basada en la química orgánica a las “ómicas” (genómica, proteómica…) y que estos “bio-medicamentos” necesitaban de una herramienta tecnológica para ser vehiculizados a los órganos y/o células diana. Seguí intentando hacerme un hueco en esta nueva disciplina conocida como “nanomedicina”, ampliando a su vez mis conocimientos “bio-” estudiando la licenciatura de Bioquímica., hasta llegar aquí. El camino casi acaba de empezar pero se atisba apasionante.
P. ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta en el futuro dicha especialidad?
R. En una palabra: “conectar”. La Nanotecnología no es una ciencia nueva, si bien, los expertos en esta siempre han partido de eso que llamamos “ciencias puras”, físicos, químicos, biólogos… No obstante, para hacer “nanomedicina” de primer nivel en los próximos años, se requerirán expertos que sean capaz de abordarla desde una perspectiva interdisciplinar.
Las nanopartículas constituyen un sistema coloidal físico-químicamente complejo, los fenómenos de superficie en la escala nano no se pueden entender en profundidad si no es desde una perspectiva cuántica. A su vez, se necesitan profundos conocimientos en “biociencias” para optimizar el comportamiento de dichos sistemas en ambientes biológicos.
P. ¿Y los retos generales que tenemos a futuro en el ámbito de la investigación biomédica?
R. La nanotecnología sirve de herramientas tecnológicas a la biomedicina para afrontar los nuevos retos de la misma. Ambas abordan grandes desafíos por separado, pero la conjunción de las mismas, constituyendo lo que se conoce como “nanomedicina”, ofrece un nuevo abanico de posibilidades. Véanse por ejemplo los grandes avances en el campo de la neurociencia, desarrollo de nuevos agentes terapéuticos para diferentes patologías y que gracias a las herramientas nanotecnológicas son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica alcanzando las células diana en condiciones óptimas de actividad.
P. ¿Cuál cree que es la situación actual de la investigación y los investigadores en nuestro país?
R. Federico Mayor Zaragoza decía que para evolucionar es necesario revolucionar. La opinión pública ya no ve al científico con el estereotipo de una persona de bata blanca, asocial, encerrada en un laboratorio llevando a cabo complejos experimentos que no tendrán ninguna repercusión en la sociedad.
Se nos empieza a ver como una clara apuesta de futuro, en la mente de muchos de estos científicos están, o estarán, las soluciones a problemas que claramente afectan al conjunto de la sociedad o incluso modelos de negocio de base tecnológica que generen riqueza en estos momentos de crisis. La transferencia tecnológica, la conjunción entre la ciencia básica y la aplicada, la generación de riqueza para la sociedad, sin ser especulativa ni eminentemente lucrativa, pueden ser la clave para la salida correcta de la crisis.
Si bien, la realidad es dura y los estamentos políticos suelen tener una visión cortoplacista de la misma. España es experta en formar a grandes investigadores que desarrollan su carrera en otros países obligados por la situación. El coste es muy elevado y los beneficios generados por nuestro alto valor profesional son explotados por países terceros.
Resulta no sólo frustrante, si no también ilógico. La semilla “revolucionaria” ya está creciendo, plataformas como CIDI+ Biomed son claro ejemplo de ello, el revulsivo nos ha despertado del letargo, pero la situación es crítica, necesitamos que los dirigentes de los estamentos públicos escuchen nuestra voz, es hora de remar todos en la misma dirección, si no estamos hundidos. No obstante, confío en que todavía estamos a tiempo.
P. ¿Qué le gustaría que cambiase?
R. La actitud. Dejar de verlo todo negro, ponernos manos a la obra con un pensamiento más optimista. Todo caminar empieza con un sólo paso.