48º congreso de la sociedad americana de oncología médica (ASCO)

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José garcía Enviado Especial Chicago (EEUU) | viernes, 08 de junio de 2012 h |

“Un misil con una cabeza atómica que va dirigido exclusivamente a la célula cancerosa, por lo que se evitan los efectos secundarios”. Así describe Josep Baselga, jefe de Oncología y Hematología del Hospital General de Massachusetts de Boston, el TDM-1, un anticuerpo monoclonal conjugado compuesto por el anticuerpo trastuzumab y el citotóxico emtansine (DM1). Este potente quimioterápico ha demostrado una significativa mejora en la supervivencia libre de progresión (SLP) frente a la terapia estándar —capecitabina y lapatinib, un régimen conocido como XL— en mujeres con cáncer de mama localmente avanzado o metastásico con HER-2 positivo que han fracasado en primera línea con un taxano y trastuzumab (un 10 por ciento de las mujeres con cáncer de mama), según el estudio Emilia, un ensayo internacional fase III randomizado que reclutó a cerca de 1.000 pacientes que recibieron tanto T-DM1 como capecitabina y lapatinib cada tres semanas hasta que su enfermedad progresaba o experimentaban un nivel de toxicidad no manejable.

Según las conclusiones del Emilia, presentadas en la sesión plenaria de la 48ª edición del Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO), que ha reunido en Chicago a más de 30.000 especialistas de todo el mundo, la media de la SLP en pacientes que recibieron T-DM1 fue de 9,6 meses frente a los 6,4 meses en el grupo que recibió capecitabina y lapatinib. Después de dos años, el 65,4 por ciento de los pacientes de T-DM1 seguían vivos frente al 47,5 por ciento de los del régimen XL.

“El T-DM1 representa un cambio conceptual en la forma de atacar los tumores con anticuerpos monoclonales. Es la primera vez que una terapia que no tiene quimioterapia es mejor que la propia quimioterapia. Tiene 10.000 veces la potencia de una quimioterapia aplicada a cáncer de mama. De hecho, cuando se desarrolló sin combinación tuvo que pararse por la alta toxicidad. Sin embargo, al unirse con trastuzumab, sólo ataca a la célula cancerosa con HER-2, el compuesto se internaliza y se libera dentro de esa célula concreta, por tanto no tiene efectos secundarios, ni se cae el cabello, ni produce cansancio o nauseas, ni bajada de glóbulos blancos, lo único una pequeña bajada de plaquetas”, ha destacado Baselga, uno de los investigadores firmantes del Emilia, que tiene participación de hospitales españoles como el Vall d’Hebron.

“El fármaco funcionó y es significativamente mejor que la terapia efectiva aprobada para HER-2 sobrexpresado en cáncer de mama mestastásico”, destacó durante la sesión plenaria Kimberly L. Blackwell, profesora de Medicina y Oncología Radioterápica en el Instituto del Cáncer de Duke y autora principal del Emilia, que destacó también las bajas dosis de toxicidad lo cual supone “un gran paso adelante” para las pacientes con cáncer de mama metastásico. Sí se destacó algún efecto adverso como trombocitopenia (12,9 por ciento frente al 0,2 por ciento) y elevación de la función renal, que se resolvieron con una interrupción en la terapia. La reducción de dosis fue mayor en los pacientes del régimen XL: un 53,4 por ciento para capecitabina, un 27,3 por ciento para lapatinib, y un 16,3 por ciento para T-DM1. Estos pacientes de XL también sufrieron más diarrea, síndrome pie-mano y vómitos.

Datos prometedores se esperan también, asegura Baselga, del estudio Cleopatra donde se combina pertuzumab con trastuzumab y quimioterapia en cáncer de mama HER-2 positivo. “Hablamos de un futuro inmediato sin quimioterapia para pacientes con tumores HER-2 positivos. Hay que aprender de esto y entender que ahora podemos aplicar anticuerpos monoclonales como transportadores de quimioterapia o de toxinas muy potentes a las células tumorales”, insistió y adelantó que ya se está llevando a cabo el estudio Marianne con esta terapia en primera línea, cuyos resultados estarán listos en un año.

Para Jesús García Foncillas, jefe de Oncología de la Fundación Jiménez Díaz, con terapias como el T-DM1 se consigue en cáncer de mama “mayor efectividad, selectividad y eficiencia”, además de abrir la puerta a otros tumores con sobrexpresión de HER-2, por ejemplo, el cáncer gástrico. Además, destacó el mecanismo utilizado. “Puede abrir una vía distinta y en cáncer es de lo que se trata, de abrir vías y combinarlas”, planteó.